Dia 1: Palabras de afirmación

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Lo conoció a comienzos del año escolar

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Lo conoció a comienzos del año escolar. Todos los alumnos, como pajaritos, revoloteaban a su lado entonando cantos alegres de emoción, y otros, hasta se atrevían a presentarle una hoja en blanco y pluma en mano para conseguir así la firma del número uno de Japón.
El héroe favorito de muchos, el símbolo de la paz, partiría clases ese mismo año.

Aizawa miraba a lo lejos, escéptico de cómo alguien como él ayudaría a los jóvenes a formarse adecuadamente en el ámbito heroico.
Esto era una institución educativa donde se formarían a futuros héroes, no era una convención de anime ni mucho menos una sesión de firmas para que todos los jóvenes estén alterados de tal manera.

Le parecía absurdo y muy poco profesional.

Aun así le fue inevitable no mantenerlo en la mira constantemente. Las habilidades del héroe número 1 como educador eran pobres, casi nulas. Y él, como alguien experimentado en la materia y que a su vez quería lo mejor para sus estudiantes -aunque no lo hiciera notar abiertamente- se debía encargar de guiar al hombre de rubios cabellos por el camino adecuado.

Poco sabía él que pasar más tiempo de lo estrictamente establecido con aquel héroe sería contraproducente. Y en cuanto bajó la guardia por un segundo, él era otro más de esos pajaritos revoloteando a su alrededor, -y aunque reacio- alegre de tenerlo cerca. En ese momento empezó a creer que el verdadero quirk de ese hombre no era precisamente el que decía tener, quizás su verdadero poder era encantar a las personas con su simple presencia.

Ser amado por todos.

También fue cuestión de tiempo para tenerlo aún más cerca. Manteniendo una cercanía única de ellos dos, donde sus sonrisas eran dedicadas, sus manos rozaban y los primeros besos surgían.

Y así fue como un día descubrió algo valioso del hombre cuyo cabello brillaba a los rayos del sol.
Había un par de cosas que se reprimía en hacer, al principio su búsqueda de una respuesta fue evadida, luego, se le era negada con vagas explicaciones. Hasta que atando cabos, encontró la razón del porqué a sus evasiones constantes: era un pequeño secreto, el secreto detrás de su delgada anatomía y -en parte- el porqué sus brillantes ojos se escondían detrás de oscuras cortinas.
Aquel día, -y decidido- encaró al rubio, quien no tuvo más remedio que expresar su verdad; parte de su historia, miedos y dolores llegaron a los odios del azabache. Por un momento todo se volvió claro, las excusas que ponía el rubio cada vez que le ofrecía bañarse juntos, cuando evitó ir al viaje de estudios de la clase 1-A a la playa, o cuando se separaba de él en los momentos que sus manos deseaban viajar un poco más allá, todo tenía sentido.

Desde ese momento, se había dedicado a reafirmar una y otra vez cuán preciado era el rubio para él.

Tardes enteras acurrucados en el sillón y con el sabor amargo del café en sus labios, Aizawa se dedicaba a murmurar dulces palabras a su oído. En tonos suaves le enunciaba cuánto lo amaba y con pequeños besos al rededor de su rostro reafirmaba cuán hermoso era.
Sus pequeños besos recorrían su frente, sus labios, sus pómulos, la punta de su nariz y mentón.

Cada rincón de su rostro, toda la piel que cubría a un ser tan bello como lo era Toshinori sería besado por sus labios. Sus manos recorrerían con parsimonia toda su delgada figura y pequeños movimientos circulares se mantendrían a un lado de sus costillas, acariciando el gran girasol que llevaba como cicatriz.

Repetiría estás acciones cuántas veces sean necesarias para que así jamás se le olvide cuán hermoso era. Y sobre todo cuánto lo amaba.

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The Five Love Languages | Erasermight Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora