Día 7: Extraños comportamientos

291 41 21
                                    

Yagi Toshinori era ese tipo de persona que nunca sabes lo que trae entre manos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yagi Toshinori era ese tipo de persona que nunca sabes lo que trae entre manos. Era una caja de sorpresas.

Por momentos lo encontrarías tranquilo en su asiento lidiando con la mala ortografía de algunos de sus estudiantes, y de pronto se levantaría efusivamente de su lugar solo para salir corriendo por la puerta. A veces lo encontrarías escribiendo en un cuaderno lo que parecieran anotaciones sobre algo, pero si te acercabas e intentabas mirar por encima de su espalda, él torpemente se desharía del cuaderno y cambiaría tu foco de atención en algo tan banal como el clima de ese día o en cómo las hormonas hacían su trabajo en la juventud de hoy en día.

Nunca sabías con quién hablaba por teléfono cuando se apartaba de todo el mundo, o por qué estaba tan atento de Midoriya, alías, el chico problema de la U.A.

Y todo se volvió aún más extraño cuando vieron como Aizawa, el ser más malhumorado de todo Tokio -según su buen auto proclamado mejor amigo Hizashi-, presentaba mayor interés en el alto hombre de mechones rubios que colgaban a los lados de su rostro. A veces, y solo a veces, Aizawa iría detrás de él cuando el contrario dejaba tan repentinamente la sala de profesores. Cuando la tos del más alto se hacía incontenible, él aparecía con una taza de té en mano y le diría con su característico desgano y tintes de sarcasmo "no vayas a contagiarnos a todos Yagi-san".

Ese fue el día que todos los profesores presentes dejaron caer su mandíbula al suelo y perdieron su compostura al escuchar como el azabache llamaba a su compañero por su respectivo apellido y con honoríficos incluidos en vez del clásico All Might con desdén en su sonar. Hizashi quiso hacer un alboroto y Kayama no dejaba de contener su extraña emoción al respecto contrayéndose en su asiento, pero los cabellos negros alzándose al aire desafiando las leyes de la gravedad y unos ojos destellantes en rojo furia los mantuvo en su lugar. Al menos hasta que acabase la jornada escolar y luego fueran por unas copas al bar de siempre para sacar información, claro.

Un par de veces, Hizashi se ha topado con ambos charlando en los descansos diarios y ha visto una pequeña sonrisa que salía tímida entre las cintas que recorrían el cuello de su amigo. La primera vez creyó haber visto mal, la segunda fueron alucinaciones suyas por falta de sueño ese día, la tercera creyó estar ebrio todavía, y no hizo falta una cuarta vez cuando hasta Cementoss vio lo mismo que él.

Fue el chisme de la semana en la sala de profesores.

A partir de aquél sorpréndete acontecimiento, sucedió algo casi parecido tan solo semanas después.

Fue un completo misterio cuando un día Yagi apareció con dos bentos envueltos en unas telas celestes con pequeños dibujos de conejitos blancos en ellas, bien acomodados uno encima del otro a un lado de su escritorio.

Era imposible que alguien como él ingiriese esa cantidad de alimentos en solo o un día. Durante esa semana los profesores armaron teorías de para quién era esa segundo bentō, de si realmente el rubio era capaz de consumir esa cantidad de alimentos, o si simplemente empezar a traer dos bentos diarios iba a ser parte de sus extrañezas diarias.

The Five Love Languages | Erasermight Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora