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Estuve un rato con Iona hasta que escuché a Narcissa llamarme desde el baño. Me dirigí rápidamente creyendo que le había pasado algo para, al llegar, encontrarla sentada en la bañera, abrazada a sus rodillas mirándome.

—¿Me haces compañía?— me dijo. Lentamente me deshice de mi ropa y me mentí frente a ella en la misma posición, pero no tardó en acercarse y apoyarse en mi pecho. Acaricié su pelo con sumo cuidado mientras observaba como su mejilla continuaba roja. Sabía que no querría hablar del tema a si que supuse que sería algo que abarcaríamos más adelante.

—Cissy...—

—Dime—

—Eres lo mejor que me ha pasado nunca— le dije desde el corazón. No podía creer cuanto quería a esta mujer que había puesto mi mundo de cabeza. Ella me abrazó metiendo su cabeza en el hueco de mi cuello.

—Tú igual, has despertado cosas en mí que no sabia que era capaz de sentir— me dijo. Dejé un tierno beso en sus labios y la abracé.

—Quiero que sepas que puedes contar conmigo ora todo, quiero que confíes en mí—

—Lo hago—

—Lo sé, pero ya me entiendes—

—Sí— me dijo.

—Estoy contigo contra todo pronóstico—

—Yo igual contigo—

Me mantuve un rato acariciando su cuerpo y dejando besos en su cabeza y sus labios, hasta que pude notar como el agua comenzaba a disminuir su temperatura.

—Deberíamos salir antes de que se enfríe— le dije. Ella asintió y tras secarnos y ponernos algo para cómodo salimos del baño. Justo estaba ocultándose el sol, por lo que la tomé de la mano y salimos al gran balcón de mi habitación baladas por los anaranjados últimos rayos de luz.

Iona salió también y se subió al muro donde yo tenía apoyadas mis manos, la acaricié con cariño. Narcissa también acarició su lomo, imagen que me produjo suma ternura. Sin avisar alguien entró sin siquiera tocar a la puerta.

—No me has avisado de que llegaste, me tenías preocupada— dijo Ada abrazándome. —Creí que te había pasado algo, ya iba a salir yo a buscarte. No me des esos sustos—

—Lo siento Ada— le dije —Se me fue completamente, tengo la cabeza en otra parte—

—Sí me imagino en donde la tienes— dijo con tono irónico mientras reía —Narcissa, como siempre es un placer tenerte aquí— dijo saludándola.

—El placar es mío, sin duda—

—Os subiré la cena—

—Sí por favor, me muero de hambre— le dije. Ada salió de la habitación y yo me quedé con Narcissa. Pero no tardaron ni un minuto en volver a interrumpirnos. Esta vez tocaron a la puerta, por lo que supuse que era mi madre. —Métete en el baño— le dije a Narcissa en un susurro. Ella asintió y se metió sin hacer ruido.

—Yvette— dijo mi madre entrando.

—Dime— dije entrando del balcón.

—Tenemos que hablar, no puedes estar todo el día de aquí para allá—

—Mamá ¿no crees que ya estoy mayorcita?—

—Claro que no estás pero tienes que llevar a cabo tus tareas reales—

—Y las hago—

—Te has olvidado del banquete de esta tarde—

—Eso no es una tarea real, es fingir buena cara ante personas interesadas que solo nos quieren por nuestro estatus social—

INVICTA (Narcissa Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora