Serendipia || FORMULA 1

Capítulo 8

Notita: Gracias a tod@s los que me escribieron pidiendo y preguntando por la historia <3 sus mensajes me hacen feliz. Siento que hasta ahora pude actualizar de nuevo debido a falta de tiempo :( Espero estar más activa estos meses y espero disfruten el capítulo. Nos vemos en el siguiente con Priscila y Lando. 

PD: si quieren hablar de Silverstone y de las carreras, estaré pendiente del privadoo! 

Isabella

—La batería del monoplaza rinde lo necesario para posicionarnos en la línea media, pero no es suficiente para pelear por un podio.

—No es la batería de energía Tyler, opino que hay que revisar urgentemente el chasis y...

—Tanto el chasis como la batería han mostrado el desempeño esperado en esta carrera. Bahréin fue una victoria, estamos en el tercer lugar del campeonato de constructores. Solo es cuestión de tiempo si queremos ver un podio —sentencio mirando a los ingenieros que pelean por tener la razón.

Estamos reunidos en la pequeña sala de ingenieros del MTC. Ahora estamos de regreso en Inglaterra, y hoy era un día en la oficina. Hace una semana volvimos de Bahréin, donde fue el inicio de la temporada. La carrera fue fenomenal, emocionante ver esos autos correr de primera mano. Además, estar dirigiendo desde el pitlane fue extraordinario, te da la sensación de en serio estar compitiendo y contribuir a ganar.

—Es cierto, el diseño del auto está en perfectas condiciones —me apoya Andreas— y no pudo haber un mejor comienzo de temporada que este. Felicitaciones Lando, por tu P4 y Daniel, por tu P7. Enhorabuena.

Los pilotos que están en cada uno de los opuestos de la sala agradecen y se termina la reunión del día, todos toman su computadora y se dan la mano entre sí, saliendo por la puerta.

—¿Recuperaste la pulsera? —pregunta Priscila, apareciendo a mi lado.

Me ayuda a llevar mi mate mientras sostengo mi computadora y una carpeta entre mis manos.

—Aun no —suspiro. Tomo un trago de mi mate y ubico al piloto al final del pasillo. «Fijismo, fue uno de los que salió primero».

Desde el día de la carrera no lo veo, y no hemos tenido un momento como aquel día que hablamos atrás del auto. No entiendo el motivo que lo llevo a robarme mi pulsera, pero si pretendía hacerse el graciosito conmigo y esperase que me gustase lo que hizo, se equivocó. No sabe el valor que ese artículo tiene para mi.

» Y tú, ¿Ya hablaste con Lando? —me río sin querer recordando la conversación que tuvimos en el auto en uno de nuestros días en Bahréin.

—Lo estoy postergando lo más que pueda —abre un chicle para metérselo a la boca.

—Hey dame —le pido uno.

—¿De fresa o menta?

—¿Tenes de hierbabuena?

—Déjame ver —se mete la mano en el bolsillo del pantalón. Saca una scrunchie, los audífonos, y un montón de dulces, entre ellos unos Trident de hierbabuena.

—Gracias —los recibo.

Cruzamos el pasillo, pero nos sorprendemos -bueno, ella más que yo- cuando en un cuarto, donde la puerta ese medio abierto, está Lando recostado en el marco de la puerta. Cuando ve pasar a Priscila se incorpora, y coloca sus manos en lo alto de la puerta. La llama con la mirada, a lo que Priscila me mira dudosa antes de darme un apretón en el hombro y dirigirse hacia donde él está.

Yo me abro paso por el edificio, y saludo a los que conozco en mi caminata hacia mi oficina. Charlotte está en el camino platicando con Halsey, la recepcionista.