Serendipia || FORMULA 1

Capítulo 4

Isabella

Me quedo en la mesa del restaurante, Priscila y Mónica se han ido, la primera huyéndole a la atracción que siente por el piloto. 

Anne me acompaña, y siendo sincera siempre he sido más allegada a ella que con Mónica, somos buenas amigas, pero Mónica es más como Priscila y yo soy más como Anne. Ella le da un sorbo a su smoothie y yo al mío, viendo una vez más al conductor guapo de al fondo. Un repaso más y me centro en mi amiga, a ella la veré menos tiempo que al piloto.

—¿Cuándo viajan? —pregunta ella.

—La otra semana, el jueves volaremos hacia Bahréin. Ahí será la primera carrera de la temporada, pero tenemos que estar antes para las prácticas libres.

—Oh ya veo, me encantaría que estuvieran acá en Inglaterra en abril, para celebrar el primer cumpleaños de Gigi.

—Haremos lo posible con Priscila, te confirmo una semana antes —digo entusiasta.

—Mira que te muestro unas fotos de lo grande que está.

Me muestra fotos de la bebé quien es su todo. Pasamos el rato así que se me olvida la presencia de cierto sujeto, pero el destino hace de las suyas cuando Anne se levanta.

—Discúlpame, iré al tocador. Ya vuelvo.

—Si, claro —no me queda otra que decir y quedarme sola en la mesa.

Para no sentirme incomoda saco mi teléfono, y me pongo a revisar mi cuenta de Instagram, estaba viendo el nuevo color de pelo de Billie Eilish que no me doy cuenta a la hora que un hombre se sienta en frente mío sino hasta que el olor de su colonia llega a mi nariz.

Levanto los ojos aun con la cabeza agachada y me fijo en las dos manos que reposan sobre la mesa, ahora sí, levanto la cabeza y el palpito acelerado de corazón amenaza con delatarme ante Daniel Ricciardo.

—Hola —saluda él.

—Hola —respondo.

Sus ojos color miel acompañan su sonrisa.

—Hola —vuelve a decir.

—Hola —repito.

Se ríe, con ganas.

—Ah... —suspira—nunca imaginé verla de nuevo tan rápido, y menos en un lugar como este.

La formalidad me hace ruido, pero recuerdo que solo nos hemos visto una vez y fue por trabajo, obviamente no nos vamos a tratar de tú de la noche a la mañana.

—Ni yo a usted.

Hace una mueca, pero sus ojos no dejan de sonreír. Si, sus ojos. «¿Es posible ver una sonrisa en los ojos?» Oh si, Daniel lo confirma.

—Trate de usar las formalidades, pero no me gustan —se disculpa—. Llámame Daniel y que sea de tú.

—Claro, Daniel —le sigo la corriente. «Por mí, mejor».

—Así suena mejor —sonríe— y que te trae acá... Bella, ¿verdad?

—Si —confirmo con una pequeña sonrisa. «omg, se recuerda de mi». Sueno como una fan y no como la persona que trabajará con este hombre, por favor. Meh, que importa. —Me reuní con unas amigas —contesto su pregunta— pero esa pregunta debería de hacértela yo a ti. ¿A que hora te sentaste acá?

Ay no, eso sonó borde. «Como cagarla cheeeck». Él abre sus ojos con sorpresa y se ríe, creo que no ha parado de reír desde que llegó.