MAGNUS BANE II

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17. MAGNUS BANE II

Alec estuvo despierto toda la noche, después de que su hermana tomara toda la evidencia, que incluía las grabaciones de seguridad, estuvo pendiente de Magnus aunque no se despertó en toda la noche.

Cuando dieron las seis de la mañana se atrevió a escribirle a Jace.

Alec: ¿Estás despierto?

Jace: Si.

Jace: ¿Estás bien?

Alec: Isabelle te lo contó.

Jace: Si. Simon se va encargar de procesar la grabación, si sales...

Alec: Jace, claro que salgo, he estado viniendo aquí los últimos días.

Alec: No quiero que ni tu ni Isabelle intervengan.

Jace: Buena suerte tratando de decirme que hacer.

Alec: Jace.

Jace: 😎

Alec: Iré directamente a la comisaría desde la casa de Magnus, ¿podría llevarme un cambio de ropa y mi placa con mi arma?

Jace: ¿Ya no se llevan las armas a las citas?

Jace: Cómo ha cambiado el mundo.

Alec: Solo llévala.

Jace: Si, señor.

Se quejó en voz baja, el dolor de cabeza no había desaparecido en toda la noche, a este punto comenzaba a ser insoportable, tal vez debió pedirle a Jace que le comprara unas pastillas para el dolor.

-¿Alec?- la voz de Magnus lo sacó de sus pensamientos, cuando lo vio salir de la habitación se notaba que acaba de despertar pero aun así le cortó la respiración: su cabello estaba natural y desordenado, su ropa se había arrugado y su camisa estaba levantada revelando un poco de su abdomen-. Luces agotado, ¿no pudiste dormir?

-Algo así, ¿quieres café?- fue hacía la cocina tratando de despejar su mente.

-Si, por favor- agradeció el hombre sin dejar de mirarlo, Alec suponía que debía verse terrible-. Debo verme horrible, tomaré una ducha y hablaremos.

-Está bien- asintió mientras ponía la cafetera.

Mientras Magnus estaba en la ducha, Alec observó el Loft: las veces en las que había estado allí no se había centrado mucho en el lugar, estaba acostumbrado a estar allí pero ciertamente nunca se había dado cuenta de su valor; claramente era un lugar costo, en la opinión de alguien que había vivido toda su vida en Nueva York y que paga un apartamento para cuatro personas, pero no solo era por la ubicación, mientras observaba el lugar pudo distinguir piezas que debían valer miles de dólares.

Camille sabía que habían cosas valiosas y aun así se había arriesgado a tratar de abrir la caja fuerte cuando había objetos que podría robar de forma rápida, y probablemente Magnus nunca se habría dado cuenta.

-¿Revisas el Loft?- Magnus regresó a la cocina, se estaba secando el cabello con la toalla que tenía colgada en el cuello, tenía puestos unos pantalones sueltos en la cadera, estaba sin camisa y descalzo-. ¿Ya me veo mejor?

Alec asintió antes de apartar la vista, podría estar agotado y con dolor de cabeza pero aún es capaz de sonrojarse; le tendió una taza de café al mayor que sonrió al ver su sonrojo.

El Deber del Corazón (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora