EXTRA parte 2

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Se dirigieron por los largos pasillos en busca de la sala de juegos. Fueron recibidos por una robusta puerta de madera oscura, a su alrededor había luces tenues y paredes rojas que le daban una sensación de intimidad y lujuria. 

Louis sacó un manojo de llaves y buscó sin problema la que abriría la cerradura que estaba frente a ellos. Al entrar, un suave olor a vainilla les dio la bienvenida. Las luces estaban apagadas cuando comenzaron a caminar hacia adentro de la sala, el rizado claramente no tenía visión nocturna por lo que un quejido de dolor salió de su boca cuando chocó con un mueble que estaba allí. 

La puta madre, pensó mientras trataba de no hacer tanto llanto por haberse golpeado el dedo chiquito del pie con la madera. Escuchaba al ojiazul caminando de allá para acá en la oscuridad, acomodando las cosas, suponía el ojiverde. No entendía cómo hacía para guiarse cuando no había ni un rayo de luz en ese lugar; o estaba muy acostumbrado a venir acá o el espíritu santo lo guiaba. Bueno, quizás no el espíritu santo, pensó formando una pequeña sonrisa. 

A esa altura, la calentura le había bajado un poco. Quizás fue por caminar tanto, o por haberse machucado el dedo del pie, o porque no tenía a las ásperas manos de Louis tocándolo como solo él sabía hacer.

—Bien, antes de empezar tenemos que fijar una palabra de emergencia que vas a usar cuando quieras que terminemos con todo.–explicó el ojiazul desde algún lado de la habitación. 

Harry tragó saliva tan fuerte que probablemente hizo ruido. Se le había secado la boca, sus manos empezaron a sudar. 

—Harry...–lo llamó de nuevo, alentando a que le conteste lo que le había dicho. 

—S-si si... Esta bien... Palabra de emergencia entiendo...–respondió casi automáticamente, su cabeza estaba divagando mucho en ese momento.– creo que "rojo" está bien.– sabía que era una palabra bastante común pero creía que podía servir y no estaba muy concentrado en ese momento para pensar una palabra más ingeniosa. 

De repente el lugar se iluminó, gracias a que se fueron prendiendo velas aromáticas por todo el lugar. El ojiverde pudo divisar una gran cama, con sábanas negras, un gran cabezal y unos ¿fierros? que iban desde la base de la cama hasta el techo. Comenzó a observar todo el lugar, diferentes tipos de látigos estaban colgados en las paredes, veía fustas, collares e incluso esposas de cuero y algunas otras de peluche. 

—Ponete de rodillas. --ordenó el ojiazul. 

Su voz había cambiado, se notaba un poco más grave y la tensión en el ambiente había incrementado en los últimos segundos. Harry dio un par de pasos hasta llegar a su lado y al arrodillarse escondió cuanto le había dolido hacerlo. El piso no era muy suave. 

Louis empezó a caminar alrededor del rizado, dando pasos lentos y meditando cuál iba a ser el primer juego de la noche. 

—Quiero que me digas todas las razones por las que te voy a castigar. Por cada motivo vas a tener 5 nalgadas. 

Debía empezar con algo tranquilo, dudaba que el ojiverde haya practicado alguna de estas cosas en el primer mundo y no quería lastimarlo. Sin embargo, se moría de ganas de usar cada artilugio que se encontraba en la habitación. 

El rizado pensó un poco antes de contestar, rogando para que su voz saliera normal y sin titubear.—Merezco ser castigado por haberle provocado, por querer acabar sin su autorización y por haber nombrado a Dios mientras me masturbaba.—dijo con la mirada gacha, repasando mentalmente si no le había quedado ningún otro motivo. 

—Bien. Quiero que te pongas en cuatro arriba de la cama. Ahora. 

Harry obedeció de inmediato, dirigiéndose hacia esas sedosas sábanas y encajando sus manos y rodillas en el mullido colchón. Escucho los pasos de Louis a sus espaldas, y un cálido aliento en su nuca. 

THE DEVIL JAIL | au twitterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora