coffee • kim seungmin

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Seungmin abandonó su departamento casi corriendo, ignorando por completo el llamado preocupado de Changbin. Tenía otro tipo de prioridades que atender.

Hoy le darán los resultados a Sunbin respecto a su situación, así que quería estar ahí para poder contenerla fuera cual fuera el diagnóstico. Ella misma se lo había pedido mediante un mensaje de texto esa mañana.

Y así, tras recorrer las calles de su vecindario, ha llegado al hospital. Apenas es la tercera vez que viene, pero ya sabe el recorrido hacia la habitación de Sunbin.

Antes de ingresar golpea dos veces, esperando a que la chica lo autorice a entrar. En cuanto la escucha, abre la puerta.

—Buenos días —saluda, esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Sunbin responde igual, pero con menor entusiasmo —¿Ya tienes los resultados?

No hay una pisca de felicidad en el rostro de Sunbin, por lo que inmediatamente puede deducir que las cosas no pintan nada bien. Suspira, cerrando sus ojos y tratando de mentalizarse para lo que sea que ella le diga.

—Ocho meses como máximo.

Seungmin se petrifica en su lugar, sintiendo como si todos sus sentidos dejaran de funcionar. La garganta se le cierra de tal forma que se le hace imposible respirar sin sentir un agudo dolor, punzante y tortuoso.

¿Sunbin va a morir? No, no puede ser cierto.

—Mi papá se enteró recién, creo que estaba en el pasillo llorando con los médicos hace poco —continúa hablando ella, algo risueña, aunque probablemente tratando de disimular su propia tristeza —Me prometió que no iba a llorar, pero aún así lo hizo.

Con pocas fuerzas, Seungmin se dirige al pequeño sillón junto a la camilla, sin poder prestar demasiada atención a los intentos de Sunbin por subir los ánimos del ambiente. No puede sentirse feliz con la reciente noticia, es imposible.

—Seungmin, ¿por qué sigues viniendo a verme? —debido al tono tan suave y dolido que ha utilizado, se ve en la obligación de alzar la mirada.

¿Que por qué lo hace? Porque la quiere mucho. Realmente le gusta, aún si no la conoce tanto. Pero decírselo tal vez no sea lo más conveniente en estos momentos en los que Sunbin solo está contando el poco tiempo que le queda de vida. Siente que sería agregarle un peso más a todo lo que está sintiendo.

—Aunque nos conocimos hace casi un mes, te volviste alguien importante para mí —la garganta le duele tanto que ni siquiera se siente capaz de decirle todo a Sunbin, sin embargo, aunque le cuesta hacerlo, continúa —Te volviste la razón por la que me levanto en las mañanas antes de ir a la universidad, tanto cuando trabajabas en la cafetería como ahora. El latte de vainilla que me preparabas era una dosis de felicidad inexplicable que me daba suficiente fuerza para avanzar hacia el día siguiente.

—Yah, Kim Seungmin, tonto —le regaña Sunbin con su voz quebrada, pero con una pequeña risa de por medio. Con sus finos dedos seca las traviesas lágrimas que se le escapan —Eres tan tierno, no sé qué decirte.

—No tienes que decir nada, solo sentí la necesidad de decírtelo —hace un pequeño esfuerzo por esbozar una sonrisa —¿Tienes hambre o sed? Creo que iré a comprar algo.

—Uhh, si no es mucho pedir en la máquina expendedora del pasillo hay unas gomitas de frambuesa, son baratas, te puedo dar el dinero si quieres —sus labios forman una auténtica sonrisa de felicidad, es la segunda que Seungmin ha visto desde que llegó hace casi diez minutos.

—Ni se te ocurra darme el dinero —le amenaza en un tono juguetón, frunciendo su nariz y su boca con una sonrisa de por medio —Ya vengo.

Seungmin abandona la habitación de Sunbin y apenas lo hace todo el llanto que se estuvo aguantando es liberado mientras camina por el extenso y blanco pasillo.

Está devastado.