Lo que siento por tí

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Cuando pusieron un pie en el almacén, lo primero que hicieron fue acercarse al estadio para empezar a entrenar. Aunque estos no eran los planes de Lane, al final terminó por aceptar gracias a la insistencia de su pequeño, es decir, ¿Cómo negarse cuando le observaba con aquella expresión que podía desarmar a cualquiera? Como el idiota enamorado que era accedió a batallar con él, todo para complacer al pelirrojo, y claro, cumplir su palabra cuando lo secues-… llevó legalmente hasta ahí.

Claro que, mientras más pasaban los minutos y las batallas seguían una tras otra, empezaba a arrepentirse de su decisión.

Por la simple razón de que ya llevaban más de veinticinco combates seguidos y en ninguno obtenían el resultado que esperaban. Al menos no por parte de Hyuga quien seguía perdiendo, a veces de una manera más patética que otra, a opinión de Valhalla.

Y no es que fuera malo, estaba siendo el más optimista en ese momento, pero, ¿Qué se podía esperar de Hyuga cuando lo único que hacía era gritar?

—¡Una más!—exigió el pelirrojo, cuando levantó a Hyperion del suelo y le volvió a colocar en su lanzador, apuntando a la arena. Sin embargo, Lane ya estaba harto.

—De acuerdo—accedió otra vez luego de suspirar pesado.

Estaba feliz sin dudas de que pese a todo, el pequeño se notará bastante motivado, no sólo porque quién le estaba ayudando a entrenar era uno de los mejores, por el momento, en el torneo o que iba a enfrentar a una leyenda más que conocida en el mismo próximamente. Pero también sabía que abusar de esta emoción podía ser perjudicial para él.

Y siendo Hyuga un ser que seguía el sendero que trazaba su corazón, todavía era peor.

—¡Hyperion! ¡Ataca!—espetó el niño, lanzando golpes al aire a la par que su bey, acatando su petición, se lanzaba a toda velocidad sobre la barrera de Lucifer.

Claro que esto no alteró en lo más mínimo a Lane; incluso con los ojos cerrados podía dar el resultado de esa batalla.

—Final por salida—declaró, justo cuando el bey rojizo salía volando luego de rebotar por la superficie metálica del estadio. Otra vez.

—¡Mierda!

—Hyuga, lenguaje.

El niño ahogó un grito de frustración mientras corría para traer a su bey, y volver a apuntar con este a Lane.

—¡Vamos otra vez!

—No.

Hyuga parpadeó un par de veces perplejo ante esto. Tiempo suficiente para que el peli lila se dirigiera a una banca que había cerca de ellos. Haciendo un espacio a su lado, se sentó sobre esta.

—¿Cómo qué no?—inquirió Hyuga, mirándolo con un puchero.

Lane entonces suspiró.

—¿Te digo la verdad?—preguntó él, recibiendo un asentimiento frenético como respuesta—. Bueno… Hyuga, esto es una pérdida de tiempo —soltó sin más, le importaba un comino si el pelirrojo se enojaba por eso o no. Había pedido que hablara con sinceridad, ¿O no? Y como dicen por ahí, la verdad a veces duele.

—¡Pero-…!—Hyuga intentó reprocharle ante ello, más Lane le volvió a interrumpir.

—Ni siquiera sabes la razón por la que has estado perdiendo todo este tiempo, ¿Acaso crees que atacar como un maníaco está bien? Necesitas una estrategia—señaló el peli lila, como una madre regañona, o al menos eso le pareció al niño que bajó la mirada al suelo más ofendido que nada—. Sólo estás gritando y bailando, no pones atención a tu oponente, y te dejas llevar fácilmente por tu emoción. Obviamente que vas a perder así.

Primer Amor (LanexHyuga)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora