Capítulo 4

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Advertencias: Parto, amamantamiendo masculino.

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Llegaré en dos semanas. ¡Cuídense mucho!

Sakura.

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La nota era corta, precisa y concisa. Un cuadradito de papel que le alcanzaba en la palma de la mano pero, sin importar su tamaño, consiguió que sus músculos se relajaran.

Ahora que su compañero había pasado el octavo mes de embarazo, en realidad podría dar a luz en cualquier momento. No era una garantía que un bebé naciera a los nueve meses exactos. Podría haber sido prematuro y haber nacido a los siete meses, o podría atrasarse y nacer a las cuarenta semanas o más. Como el embarazo de su omega iba desarrollándose aparentemente bien, esperaba que a su bebé no se le ocurriera querer conocer el mundo antes de que llegara Sakura con ellos.

Doblando el papel con cuidado y metiéndoselo en uno de sus bolsillos, regresó dentro de la cabaña para encontrarse la figura de su compañero leyendo atentamente un libro de los tantos que había conseguido para que no se aburriera. Estaba sentado sobre un cojín junto a la pared, arrecostando su espalda en ella con una almohada de por medio para estar más cómodo.

Lo contempló durante algunos segundos, su vista deslizándose por su rostro sereno hasta terminar posándose en la curva de su vientre. Se había apartado el cabello del rostro para leer más fácilmente sin sobre esforzar su ojo derecho, por lo que Naruto podía apreciar la singular belleza de sus ojos disparejos fijos en la lectura.

Puede que fuera algo cliché decirlo pero, para Naruto, Sasuke siempre había sido hermoso. Desde que lo conoció siendo un niño, luego creciendo juntos, enlazándose de por vida... Era hermoso. Cuando volvió a verlo luego de años de que se fuera con Orochimaru en busca de hacerse más fuerte, parecía una visión. Todo en él destilaba fuerza, poder, confianza y orgullo y, a pesar de la frialdad en su mirada, nunca lo había visto más bello. Cuando lucharon juntos en la guerra, cuando se enfrentaron frente a frente y ambos terminaron en un charco de sangre con los rostros desfigurados y graves heridas en sus cuerpos... Seguía siendo hermoso. Más aún por su mirada, que había vuelto a ser cálida en el instante en que supo que había logrado alcanzarlo.

Los ojos de Sasuke lo miraban a él de nuevo, lo reconocían como algo más que tan solo un obstáculo del cual deshacerse. No hubo dicha más grande para él como el momento en el que Sasuke se le había acercado para abrazarlo con él único brazo que le quedaba.

Luego de meses en recuperación, con Sasuke aislado debido a su condición como criminal y con cualquier tipo de visitas prohibidas, incluidas las de Naruto, este fue liberado.

Cuando lo vio en aquella ocasión en la que tuvieron que despedirse antes de que el omega volviera a marcharse, le pareció que estaba radiante. Volver a verlo dos años después fue como encontrarse con un espejismo. Ambos habían cambiado, y al mismo tiempo no. Nada era igual pero, a pesar de todo lo que habían perdido, recuperaron algo mucho más valioso. Muchas veces se le quedó viendo como si fuera a desaparecer en cualquier segundo y estaba seguro de que a Sasuke esto no se le había escapado, puesto que hubo instantes en los que pudo reconocer un sentimiento de culpa en sus pupilas.

Despertar con Sasuke entre sus brazos la primera vez había sido tan irreal. No se parecía en lo más mínimo a las pocas veces que llegaron a compartir futón cuando eran niños, los cambios eran demasiado evidentes. Ambos eran hombres ahora, no eran más niños. Y eran compañeros de nuevo, alfa y omega.

VínculoWhere stories live. Discover now