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* Yuji Itadori

Estaba sudando frío, no sabía que hacer, nunca se había enfrentado a un hechicero y menos a quien se proclamaba el más fuerte, no temia por si condición física sabía que era bueno en combates físicos pero jamás había esperado algo con energía maldita. Sabía que el hombre frente a el no se iría del lugar hasta que Yuji no accediera a irse con ellos, para esa gente el era una simple víctima de las maldiciones, pero el prefería estar ahí a volver a ver al hombre que lo había abandonado. Además no podía dejar aún a Sukuna.

Su mente estaba hecha un lío, tal vez un buen plan sería esperar a que llegara Sukuna y que el resolviera todo ¿Pero que haría si este hombre le hacía algo a Sukuna? Ya había recibido una buena demostración de poder por parte del mayor y aún no conocía las limitaciones de Sukuna. ¿Y si accedía a irse con el? Esa parecía ser hasta ahora su mejor opción, aunque al irse implicaba ver a Jin de nuevo. Tal vez era un riesgo que debía tomar.

- ¿Tú quién eres? ¿Que te hace pensar que voy a acceder a irme contigo? Ni siquiera sé quién eres-

- Vaya si que eres un novato en él mundo de la hechicería, tu viejo me contó todo ya te lo dije, aunque me parece bastante aterrador todo eso de traerte con Sukuna no pienso juzgarlo- El peliblanco lo alzó como si fuera cualquier cosa y con un solo brazo lo cargo en su hombro - Me gustaría hacer una presentación más formal pero no hay tiempo, mi alumno me está esperando y Sukuna está cerca, oh y créeme si ese tipo de enoja no vas a querer estar cerca.

Y en un abrir y cerrar de ojos estaban frente a un edificio que daba pinta de no ser habitado desde hace ya un tiempo.

- Un momento pero tú y...yo... estábamos...- El peliblanco solo río como respuesta, Yuji no había entendido cómo paso todo eso; enserio ese mundo de la hechicería era una cosa de locos.

- ¿Este es el que puede contener a Sukuna? - Escuchó una voz de entre las sombras y se podía divisar a un joven pelinegro bastante golpeado y con manchas de sangre en su rostro y ropa. - Que tipo tan desagradable. Sukuna salió disparado en cuanto se dió cuenta que venías conmigo, será mejor irnos pronto.

Yuji quiso reclamar por haberlo llamado desagradable, aún ni siquiera sabía su nombre y el azabache ya le había caído mal, estaba por hablar pero de nuevo se habían ido en un parpadeó de ese lugar. Yuji sacudió su cabeza y miró al peliblanco confundido, ¿Acaso se habían teletrasportado?

- ¿Qué fue eso de hace un rato? ¿Ahora aparte de hechiceros se teletransportan? - Ahora estaban frente a un santuario donde había vasijas y amuletos protectores. Lo bajaron de la manera más brusca posible, su trasero fue a dar directo al suelo de madera.

- Solo yo puedo hacerlo Yuji-kun - El peliblanco hablo aún con ese tono juguetón de hace un momento. Algo no le gustaba de esas personas.

- Bien ya lo tenemos ¿Ahora qué? - El azabache hablo mirándolo con un poco de asco, enserio quería golpearlo y terminar por romperle la cara - Creo que en verdad debimos aprovechar y sellar a Sukuna hubiese sido mejor opción que salvar a un recipiente inútil.

- Oye no soy ningún inútil - Se levantó de su lugar, estaba enojandose por las palabras del pelinegro pero fue interrumpido por el otro hombre en el lugar.

- Si lo queremos sellar lo necesitamos a el Megumi-chan, el muchacho es alguien que nació de la energía maldita de una maldición - Yuji estaba sorprendido de que él peliblanco supiera tanto sobre su pasado.

- ¿Qué es lo que le harán a Sukuna? - Su voz había salido más baja, tenía un poco de miedo de lo que le pasaría a él y Sukuna.

- Eliminarlo - El peliblanco dijo sin expresión alguna, cosa que hizo que su piel se erizará. Sabía que no le habían dicho aún todo, sobre todo por el comportamiento del tal Megumi; este lo miraba de manera hostil, eran las mismas miradas que le daban las maldiciones que ayudaban a Sukuna, pero estás se sentían diferentes, tal vez por qué ahora ni Uraume ni Sukuna estaban para ahuyentar las malas miradas que le daban.

Los recordó por un momento y se sintió mal por ser un inútil y no poder defenderse, el también quería luchar y cuidar a Sukuna, había descubierto que no era tan malo como parece.

Fue casi arrastrado por esos dos hechiceros, lo llevaban por varios senderos, el lugar era bonito y espacioso todo parecía estar en medio de la nada lo cual era un poco extraño. Entraron a una sala donde había dos sillones y una mesita en el centro, el albino lo invito a tomar asiento.

- Soy Gojo Satoru el hechicero más fuerte y todo lo demás. Verás Yuji-kun sin tu ayuda no podremos acabar con Ryōmen Sukuna, tu serás nuestro aliado, evité que los peces gordos te ejecuten, velo como un favor tú me ayudas y yo te ayudo a ti- Yuji seguía aún sin entender que es eso que el podía hacer, su padre y Sukuna jamás le habían hablado sobre la hechicería, eso era algo nuevo para él. - Con tu ayuda podríamos sellar a Sukuna y mantener el equilibrio en el mundo de la hechicería.

Si, no entendía nada.

✨✨

Lo habían dejado solo con la justificación de que tenían una nueva misión que hacer, pero le habían avisado que su padre llegaría en cualquier momento. Ya había esperado casi una hora pero no había rastro de su padre.

Volvería a ver a Jin.

Después de todo, después de que lo trato tan mal, después de que casi lo dejo a su suerte, aún después de todo, aún tenía miedo. Su padre no era el hombre más temido que haya conocido, su apariencia era la de un hombre bastante amable y bonachón pero él jamás olvidaría todo lo que le hizo, recordaba sus discusiones con su abuelo, como lo trataba mal; bien dicen que el primer hombre que te rompe el corazón es tu padre.

Sus manos no dejaban de temblar y quería llorar, si tal vez Sukuna estuviera ahí le diría que deje de ser un cobarde y enfrente a su viejo y tal vez después de eso iniciarían una amistosa discusión, pero él no estaba ahí, y tal vez no lo volvería a ver en un buen tiempo.

- Ah, que matrimonio tan corto tuve, ni siquiera hubo noche de bodas - La idea de ser pareja de Sukuna al principio había sido descabellada y daba miedo pero con el poco tiempo qué había estado con el nunca se había sentido incómodo o hostigado por la maldición.

Yuji estaba jugando con la tiras de su sudadera cuando el ruido de la puerta siendo abierta lo saco de sus pensamientos, en el marco de la puerta estaba su padre, su jodido padre. Era una viva imagen de él, su cabello rosado y sus facciones eran las mismas, de repente y sin quererlo las lágrimas comenzaron a salir, su padre se acercó y lo envolvió entre sus brazos; ni siquiera había hecho eso cuando su abuelo murió, la sensación no era la misma que cuando Sukuna lo había abrazado pero igual se sintió protegido.

Duraron en esa posición un buen tiempo Jin estaba hincado frente a él y Yuji no hacía nada más que llorar.

- P-padre yo...

- Shh no digas nada, se que te hice pasar un infierno en ese lugar y lo siento, se que soy un mal padre y también lo siento pero a partir de ahora todo será diferente te lo prometo, todo mejorará poco a poco.

Yuji quería confiar en su padre, pero en definitiva no sentía que las cosas fueran a mejorar.






...

✧ No puedo creer que enserio les esté gustando esta wea sin sentido, en serio estoy sorprendida por la cantidad de visitas que esto está recibiendo pero me alegra un poquito ver qué les gusta lo que hago, si les soy completamente sincera suelo estar un poco insegura de lo que hago pero si les agrada me hace sentir un poquito mejor. Bueno gracias por leer y votar, perdón si ven algún error y espero no tardar tanto en la próxima actualización.


Matrimonio arreglado [SukuIta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora