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Sukuna Ryomen*

Nunca se había sentido así en todos sus años en la tierra, el solo quería matar a todos los hechiceros que se topaba y atormentar a unas cuantas almas humanas. Nunca lo hubieran visto enlazar su vida a la de un mocoso que apenas conocía, no mentiría le gustaba la manera en la que se sentía alrededor de Yuji, por primera vez en años lo hacían sentir que no solo era un monstruo.

Le hubiese gustado que Yuji corriera del miedo en cuanto lo había visto, tal vez si el mocoso hacía eso tendría motivos para matarlo y acabar con ese estúpido trato del matrimonio; pero el se quedó para insultarlo y tratarlo mal, y aunque sonara mal eso era algo que le gustaba, por primera vez alguien no lo alaba o huye despavorido cuando lo ve. Incluso lo había dejado escuchar su momento de quiebre. ¿Que rayos había hecho ese tal Yuji Itadori con el?

El día que se unió a Yuji había sido bastante casual, sin lujos ni una gran ceremonia solo estuvieron ellos dos y Uraume quien fue quien ofreció a Yuji y Sukuna a los demonios, le hubiese gustado que Yuji no hubiese pasado por eso era algo bastante aterrador para un simple humano. Pero ese día también había pasado algo que ni él se imagino, Yuji había ido a dormir con el, si bien las semanas después de que lo llevo a su área innata el mocoso se había acercado más a el, jamás se imagino que se atrevería a tanto. Sukuna tenía planeado (como todas sus noches) salir y devorar unos cuantos humanos o molestar a esos hechiceros del colegio de Tokio, pero Yuji lo siguió por todo el día y iba de un lado a otro hablando y haciendo un sin fin de preguntas, se mantuvo así hasta que cayó la noche, Itadori puso su cabeza en su hombro y fue cerrando sus ojos de a poco.

Sukuna aprovecho eso y se tomó su tiempo para ver más de cerca al muchacho que ahora era su esposo, sus largas pestañas descansando, esas marcas bajo sus ojos con unas ojeras apenas visibles, sus rosados labios levemente entre abiertos, todo en el muchacho le parecía hipnótico, Sukuna quería tocar su piel y ver si era tan suave como parecía; pasó su pulgar por la mejilla de Itadori, tan hermoso, dignó de ser la pareja del ser más fuerte sobre la tierra. Lo cargo de forma nupcial y lo llevo a su habitación, cuando quiso dejarlo sobre el futón cuando sintió como era jalado, el mocoso se había aferrado a su kimono y Sukuna no tuvo opción que quedarse ahí.

Sabía que pronto esos hechiceros se enterarían de la existencia de Itadori y harían todo para acabar con el y Sukuna no quería eso, el quería que el mocoso lo siguiera por siempre, que le lanzará un sin fin de insultos, quería que el mocoso viviera feliz, que tuviera esa felicidad que su viejo le había arrebatado. El sabía que Yuji no se merecía una vida a su lado, pero era egoísta, quería ese pequeño rayo de sol para el solo, que nadie más viera el brillo de Yuji Itadori.

🖤✨🧡


- Sukuna- sama, tenemos problemas.- Uraume era su único sirviente aún libre así que había sido difícil, pero con la ayuda de las otras maldiciones querían llegar a una era donde las maldiciones reinarán todo el mundo, querían un tiempo sin humanos. Pero los hechiceros eran cada vez más fuertes y obstruyen su paso.

- ¿Ahora que pasa? ¿De nuevo Mahito dando problemas? Solo dale una paliza y ya- A veces era cansado ser el más fuerte de ese lugar.

- No, es peor, el hechicero con la técnica de las  diez sombras ya sabe de nuestro escondite. ¿Que haremos?- Uraume sonaba preocupado, y no era para menos ese muchacho bastante hábil y por eso era el favorito de Sukuna al momento de pelear, ese talento y ganas de luchar emocionaban al rey de las maldiciones, ni él luchar con Satoru Gojo el supuesto hechicero más fuerte lo emocionaba tanto como ese estudiante.

- Yo me encargo.- Ensanchó una sonrisa, ya sabía que disfrutaría esa pelea.

- Se dirige hacia acá por el oeste, viene sin la chica castaña y sin Satoru Gojo.- Mejor para el así acabaría con esto. La habilidad del muchacho era tan buena pero el era un debilucho de mente.

- Esconde a Yuji, no quiero que nadie lo encuentre, puede que el mocoso sea una fachada.- Salió tan rápido como pudo de ahí, acabaría pronto con esos hechiceros, y ahora que se había enlazado con Yuji se sentía hasta con un poco más de fuerza, así que no podía darse el lujo de perderlo o alejarlo de su lado.

Fue fácil encontrar al estudiante de hechicero merodeaba cerca de una correccional, en cuanto el muchacho lo vio invocó a una serpiente que intento tragarlo, pero con un golpe ya había acabado con su shikigami, el muchacho comenzó a lanzarle golpes con su energía maldita, pero Sukuna quería más, quería entretenerse más.

- Vamos Megumi Fushiguro maldice más tus golpes.- Atrapo uno de los golpes del mocoso y lo levanto tan fácil que con un poco de fuerza ya lo había lanzado más lejos. --Aprovechemos este espacio.- estaba seguro lo mataría pero el mocoso respondió rápido e invocó a otra quimera. - Bonita técnica.

El potencial de mocoso estaba siendo desperdiciado por los idiotas del colegio de Tokio. Vio al muchacho prepararse para invocar algo más

- ¡Muéstramelo Megumi Fushiguro! - Su emoción había aumentado, por fin vería el verdadero poder de Megumi. Pero de un momento a otro desiso su técnica y todo rastro de su energía maldita desapareció.

- No ahora, ya tenemos lo queríamos.- Una risa burlona se escapó de los labios del pelinegro.

Y entendió que fue un idiota, y se había dejado llevar por sus estúpidas ganas de buscar pelea, tal vez Uraume vió mal y el mocoso si venía acompañado. Noqueó al estudiante solo por pura rabia de haber sido tan idiota.

Un pensamiento más preocupante ya lo invadía. Yuji estaba solo.






...

✧ Gracias por tanto, perdón por tan poco. Lxs tqm, tomen agüita y coman a sus horas

Matrimonio arreglado [SukuIta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora