Conversación en la oscuridad

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Jughead entró al elevador soltando un suspiro.

Había trabajado hasta altas horas de la noche estudiando el caso de los McCoy y preparando su defensa para su juicio que se llevaría acabo mañana por la tarde.

Quería ganar ese caso puesto que era el primero que llevaría después de haber sido contratado en aquel bufete que era uno de los más prestigiados en la ciudad. Quería impresionar y hacerles ver a sus jefes y compañeros que merecía estar ahí. 

Estaba cansando así que solo pretendía llegar a casa, tomar una ducha de agua caliente y quedarse dormido con la tv encendida para sentirse un poco acompañado. La rutina de siempre.

El elevador se abrió nuevamente y al alzar la vista, observó a Elizabeth Cooper entrar a este.

— Buenas noches, — saludo ella apenas colocándose a su lado.

— Buenas noches. — devolvió Jughead.

Elizabeth Cooper era una de las mejores abogadas en ese bufete. Había sido defensora de varias jóvenes víctimas de abuso sexual y la mayoría de ellas las había ganado con elegancia y precisión. No solo eso, muchas mujeres víctimas de violencia doméstica la buscaban para que ella las asesorará al momento de demandar a sus esposos.

Era una mujer inteligente y además, muy guapa según Jughead.

Había encontrado no solo admiración en aquella mujer, si no también una especie de enamoramiento con ella.

Claro, ellos nunca habían cruzado más de dos palabras y estas siempre iban en el mismo saludo: Buenos días, tardes o noches.

Jughead estaba seguro que ella desconocía su existencia. Trabajaban en el mismo piso pero ella siempre estaba ocupada o simplemente no coincidían. Eso y que llevaba poco menos de un mes de haber sido contratado y además... la rubia Lucía una enorme sortija de matrimonio en la mano. ¿Siquiera podía competir contra eso?

— ¿Va al estacionamiento?— preguntó Jughead.

— Sí...— apenas sonrió y devolvió la mirada al suelo.

Se veía pensativa o Jughead casi estaba seguro que triste.

Lo que cual no entendía mucho. Esa mañana había ganado el caso de la señora Hermione quien se había divorciado de su esposo obteniendo una buena compensación y una orden de restricción contra aquel hombre. Lo sabía porque había ido, al igual que muchos de sus compañeros, a presenciar aquel juicio.

Pero entonces, ¿Por qué estaría de bajos ánimos?

A menos de dos pisos de llegar al estacionamiento, el elevador paró bruscamente y las luces se apagaron.

Ambos se sorprendieron.

— ¿Qué pasa?— preguntó Betty observando alrededor.

Apenas y había un poco de claridad entre ambos.

— No estoy seguro... debe haber sido un apagón. — dedujo el pelinegro presionando los botones.

Siempre tenía mala suerte con los elevadores.

— ¿Pero... qué vamos a hacer? — Betty regresó a la realidad.

Ambos sacaron sus móviles solo para darse cuenta que ninguno tenía señal.

— Muy bien... — murmuró sarcástica. — No tengo señal.

— Yo tampoco. — admitió el chico.

Ella suspiro. — ¿Serviría si gritará?— se preguntó a si misma. Odiaba hacer eso, no tenía miedo en lo absoluto. Pero tampoco pretendía pasar toda la noche ahí encerrada.

One Shots - BugheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora