Día 01: Fuego

630 65 26
                                        

Asmodeus Alice era un demonio de fuego, pero eso no lo hacía inmune a este. Eso lo había aprendido hace ya mucho tiempo.

Cuando conoció por primera vez a Iruma-sama fue como si un nuevo tipo de llama incendiara su corazón, una flama cálida y brillante, que iluminaba sus días y noches con suave y amable luz y calor.

En ese entonces Alice creía que Iruma-sama era el demonio más perfecto, noble, inteligente y amable que había conocido.

Y tenía razón en todo, excepto en que Iruma no era un demonio.

Nunca olvidaría el momento en que supo que su primer y mejor amigo era humano, fue como si el mundo entero se congelase en ese momento cuando Kiriwo reprodujo una grabación en la que el mismo Iruma pronunció esas palabras en frente suyo y del resto de la clase anormal.

El rostro de Iruma-sama quedaría plasmado para siempre en la memoria de Alice.

Ese miedo, desesperación e incredulidad al oir las palabras de su Senpai fueron toda la confirmación que se necesitaba para saber que el demonio de cuernos disparejos decía la verdad.

La frágil esperanza en los ojos de Iruma-sama cuando volteó a verlos a Clara y Alice, como si no supiese que esperar de ellos en ese momento, le rompió el corazón al demonio de cabello rosado.

Y no fue por la falta de confianza de Iruma-sama, sino la del propio Alice en sí mismo.

Estaría mintiendo si dijera que no se le hizo agua la boca ante la idea de un humano frente a él, era hijo de la corona de la lujuria por algo, nunca había sido el mejor demonio en controlar los apetitos de su cuerpo.

Tenía miedo de sí mismo y de lo que podría hacerle a Iruma si no se controlaba. Él era peligroso y ambos lo sabían.

Alice era un demonio de fuego, con un apetito constante que le rogaba consumir y quemar.

Pero si pensó que ese momento, cuando temió de sí mismo al lado de Iruma por miedo a hacerle daño a su amigo, era lo peor que le podía pasar, estaba muy equivocado.

Luego de que Kiriwo y su jefe, Baal, fueran arrestados por el jefe de la Policía demoníaca, este junto a varios de sus subordinados separaron a Iruma-sama de ellos y se lo llevaron diciendo que lo regresarían al mundo humano después de borrarle toda memoria del inframundo.

En ese instante Alice sintió que todo su ser le era arrancado.

Intentó pelear, por supuesto que no dejaría que se llevasen a su preciado Iruma-sama sin luchar, sea humano o no, pero fue inútil.

Alice era un estudiante de Babirus, uno muy talentoso y capaz, pero un estudiante a fin de cuentas, nada podía hacer frente a una de las trece coronas y sus subordinados entrenados.

Al menos Iruma-sama supo que luchó por él hasta el final, fue su pequeño y único

Alice era un demonio de fuego, y la tristeza que lo recorría era el más gélido de los hielos. Lo estaba matando el no saber ni poder hacer nada.

Pero el fuego y el hielo son opuestos, por lo que la tristeza de Alice no duró mucho.

En su lugar se apoderó de él una abrasiva e hirviente ira.

Un sentimiento mucho más compatible con el fuego con el que tan relacionado estaba.

Asmodeus Alice era un demonio de fuego, pero eso no lo hacía inmune a este. Eso lo había aprendido hace ya mucho tiempo.

Si los demás creían que un simple detalle menor como el que Iruma-sama fuese un humano iba a separarlo de su mejor amigo estaban muy equivocados.

Dejaría al inframundo entero arder en llamas si era lo que se necesitaba para recuperar a la luz de su vida.

~·~·~·~

Habían pasado varios meses desde que Iruma había despertado sin ningún recuerdo más allá de su nombre y un fuerte sentimiento de volver con su familia y amigos.

Solo que cuando la pareja Suzuki se reunió con su hijo anteriormente desaparecido, el anhelo del chico de cabello azul solo empeoró.

Esa no era la familia a la que quería ver.

Ni él mismo entendía el significado de su fuerte e inexplicable sentimiento.

Los pocos días en los que iba a la escuela solo se sentía peor, por lo que rápidamente decidió conseguir mas trabajos para no tener que asistir a ese lugar que por algún motivo tantO dolor, tristeza y anhelo le daba.

En un día como cualquier otro Iruma empezó a recibir misteriosos sobres con cartas extrañas en ellos.

Las letras le eran familiares pero definitivamente el idioma no era japonés ni ningún otro que pudiese reconocer (tampoco era algo muy extenso debido a su pobre educación).

Y lo más extraño, en lugar de preocuparlo o asustarlo, sentía una gran paz y alegría a verlas llegar.

Con el paso del tiempo, las cartas empezaron a contener unas pocas letras en japonés que Iruma podía leer, dándole una pequeña idea de algunas frases escritas en dichas cartas.

Siempre eran palabras de apoyo y nostalgia, como una persona escribiendole a través de la distancia a un amigo preciado y reviviendo los buenos recuerdos a través de sus escritos.

Ni una sola vez Iruma pudo responder a las cartas, pero tampoco ni una sola vez le llegaron a faltar, llegándole una nueva cada semana.

Era un día como cualquier otro e Iruma recibió su nueva carta mientras descansaba en su campamento del bosque.

A pesar de no entender las letras misteriosas, el chico de cabello azul las leía cada una como un sediento bebe agua fresca en medio de su sed.

De inmediato la frase final, escrita en japonés, llamó su atención.

—...Ir a recogerte...— murmuró Iruma confundido.

Al instante en que la frase salió de sus labios la temperatura aumentó y un misterioso portal de fuego se abrió ante él.

De entre las llamas surgió un joven demonio de cabello rosado y ojos como rubíes, con negras alas de murciélago saliendo de su espalda. Su antes inmaculado traje blanco ahora estaba lleno de quemaduras y jirones, y un par de profundas ojeras decoraban su bello rostro.

El demonio se veía agotado y jadenate, pero en cuanto sus miradas se cruzaron todo cansancio o molestia pareció abandonarlo, esbozando una gran sonrisa de dientes afilados.

—Ha pasado tiempo, Iruma-sama.— Saludó.

—Azz-kun...— Murmuró el humano mientras lágrimas caían por sus mejillas y una avalancha de recuerdos cruzaba su mente.

Y allí en esa olvidada parte de un bosque humano, una llama que parecía haberse perdido volvió a arder.

Asmodeus Alice era un demonio de fuego, pero eso no lo hacía inmune a este. Eso lo había aprendido hace ya mucho tiempo.

AzzWeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora