Asmodeus Alice nació como futura cabeza de la prestigiosa familia Asmodeus. Siendo hijo de Amarilys Asmodeus, una de las trece coronas del inframundo, siempre se espero mucho de él.
Esto nunca fue un problema para el pequeño Alice, quien desde temprana edad demostró un gran talento y capacidad tanto para la magia como para los estudios y la etiqueta.
El joven demonio contaba no solo con la poderosa influencia de su madre en el inframundo, sino también con las habilidad para estar a la altura de su reputación como heredero.
Alice quería mucho a su madre, pero gracias a la actitud juguetona y lasciva le era difícil verla como una poderosa e influyente demonio que todos decían que era (salvo cuando estaba enojada).
Fue su mayordomo David quien le hizo ver más allá del comportamiento de su madre y apreciar la gran demonio que era.
El demonio mayor le contó a Alice, cuando el niño pequeño le preguntó porque había decidido servir a su madre, la historia de como la conoció y llegó a respetarla hasta el punto de dedicar su vida a ella.
Había sido cuando ambos adultos eran jóvenes, antes de que Amarilys hiciera una reputación, mucho menos se convirtiese en una de las trece coronas.
David era joven e impulsivo en ese entonces, un demonio arrogante y orgulloso que no pensaba más que en sí mismo.
Al pequeño Alice le fue muy difícil imaginarse a su servicial, educado y amable mayordomo de esa forma. Así que imaginó a David con cabello despeinado y su corbata sin ajustar, era lo mas rebelde y desprolijo que el pequeño niño podía pensar en ese entonces.
El demonio mayor le contó como la joven Amarilys había llegado a su "territorio" y con gracia había humillado a los subordinados de David en una demostración de poder.
Él había respondido desafiándola a un duelo donde el perdedor pasaría a ser sirviente del ganador.
Fue una batalla intensa y larga, pero Amarilys salió victoriosa al final, y David, reconociendo su derrota y la superioridad de ella, se convirtió en su sirviente.
El mayordomo relató con gestos y extenso vocabulario lo genial y poderosa que había sido su madre al derrotarlo a él en ese tiempo, cuando David era de un rango mayor al de ella, y como se ganó su respeto al no humillarlo frente a sus subordinados sino reconocerlo como un demonio fuerte con el que se divirtió luchando.
Al final de la historia el niño miraba con nuevos ojos brillantes a la figura adulta del cuento, solo que para desgracia de todos había quedado impresionado por David y no por su madre.
Luego el pequeño Alice conoció a su madre enojada cuando este se negó a seguirla a un Devilam y montó una rabieta. Desde entonces nunca más volvió a ver a Amarilys con los mismos ojos.
~·~·~·~
Habían pasado años desde que David le contó la historia de como conoció a su madre a un ya no tan pequeño Asmodeus Alice.
El antes pequeño demonio ya era todo un joven prometedor a punto de iniciar su primer año en la prestigiosa escuela Babirus como el representante de primero al haber obtenido la mejor puntuación de todas.
David no podía estar más orgulloso del joven al que veía casi como a un hijo. No es que mencionase esto último en voz alta, nunca sería tan irrespetuoso con el hijo de su ama.
Fue esa mañana que el mayordomo preparó el uniforme personalizado de diseñador hecho a medida especialmente para el peque- es decir el joven Alice, que se dio cuenta de lo mucho que había crecido en esos años.
Limpiándose una traicionera lágrima de orgullo y nostalgia, David salió de la habitación después de despertar a Alice para terminar de prepararle el desayuno a él y a su madre.
El resto del día transcurrió de forma normal para el mayordomo, hizo sus tareas, supervisó a los otros sirvientes, soportó los juegos de Amarilys, entre otras cosas.
Nada fuera de lo normal.
Al menos hasta que el heredero Asmodeus regresó a la mansión.
Apenas llegó Alice, con su uniforme manchado con hollín en señal de haber usado su magia de fuego y con rastros de tierra, David se preocupó, pero la brillante sonrisa que llevaba en su rostro le tranquilizó de inmediato.
—Buenas tardes, joven Alice.— Saludó el mayordomo haciendo una breve reverencia. —¿Qué tal su primer día?— Preguntó curioso mientras tomaba su abrigo.
—Buenas tardes David.— devolvió el saludo el joven demonio. —Necesito hablar contigo sobre algo importante.— Dijo sin más preámbulos haciéndole señas de que le siguiera a su habitación.
El adulto le siguió sin rechistar, curioso y sorprendido por el comportamiento de su joven amo.
—¿En que puedo servirle?— Preguntó David una vez llegaron y cerró la puerta detrás suyo.
—Hoy tuve un duelo con el nieto del director Sullivan.— Explicó el joven de cabello rosado sorprendiendo a su mayordomo, pero continuó antes de que este pudiese preguntarle al respecto. —Él me derrotó.— Admitió sin dificultad, asombrando aún mas al pobre adulto que apenas podía creer sus palabras. —Por lo tanto, ahora soy el sirviente de Iruma-sama.— Exclamó llevándose una mano al pecho con orgullo, de seguro recordando a su nuevo amo.
El amo del joven Alice, que extraño se le hacía pensarlo.
—Quería hablar contigo, David, porque has sido el sirviente de mi madre desde hace años y se conocieron en situaciones similares a las mías con Iruma-sama. Necesito que me enseñes a ser un buen sirviente, no, el mejor sirviente de todos.— Continuó decidido mirándole con fuego en sus ojos.
Al demonio adulto no se le pasó por alto el cumplido escondido en esa frase, el joven Alice lo consideraba el mejor sirviente de todos y pedía su consejo, algo raro en el joven demonio.
Eso lo conmovió mas allá de lo que cualquiera podría imaginar.
—Será un honor para mí, joven Alice.— Respondió David haciendo una elegante y complacida reverencia.
Alice sonrió satisfecho ante esto, feliz de ahora tener más en común con quien consideraba en secreto como una figura paterna.

ESTÁS LEYENDO
AzzWeek
FanfictionSerie de relatos cortos y ediciones participantes en la #AzzWeek organizada por Mairuma Oficiales