La primera vez que se conocieron, Alice no tuvo una buena primera impresión del nieto del director Sullivan.
Lo primero que pensó al verlo era que se trataba de un demonio inferior y sin valor alguno, tan pequeño y obviamente asustado de él, apenas le llegaba al pecho y había osado robarle el honor de dar el discurso a los recién llegados de primer año.
Así que apenas baja del escenario, Alice lo desafía a un duelo.
El problema era que ese demonio despreciable, al que sin duda había subestimado en un inicio, esquivaba sin dificultades sus ataques.
Así que siguió lanzándole bola de fuego tras bola de fuego, sin éxito alguno.
Cuando comprendió que la magia sería inútil contra él, Alice invocó una espada de fuego y se dispuso a enfrentarlo cuerpo a cuerpo en una batalla de artes marciales.
Lo siguiente que supo era que el mundo estaba al revés y de repente oscuro.
Cuando se despertó se encontraba ya en la enfermería de Babirus.
Le preguntó al enfermero como es que había terminado allí y este le respondió que había sido el mismo demonio que desafió y lo derrotó quien lo había transportado solo todo el trayecto hasta allí, cuando normalmente era el personal de la enfermería quienes buscaban y traían a los derrotados en algún duelo.
Esto lo conmovió más de lo que habría imaginado.
No solo lo había derrotado justamente de un solo golpe, sino que había tenido la gentileza de llevarlo en persona a la enfermería a pesar de su anterior comportamiento grosero.
Ese tal Iruma era un demonio mucho mejor de lo que Alice habría imaginado en un inicio.
Y cuánta razón tenía al respecto.
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Cuando Iruma-sama le explicó a Alice y Valac lo que eran los amigos, el demonio de cabello rosa se sorprendió.
Jamás habría imaginado que tal palabra pudiese resumir un tipo de relación tan compleja y estrecha, donde ambas partes se veían como iguales pero a su vez darían todo por el otro en caso de que este lo necesitase.
Aún más sorprendente era que el demonio de cabello azul le ofreciese un puesto tan importante en su vida a Alice, quien si bien había sido derrotado en un duelo, todavía debía ganarse su confianza y respeto.
Gustoso y honrado aceptó la importante propuesta, dispuesto a seguir hasta la muerte más sangrienta al demonio frente a él que tan grande demostraba ser a pesar de su pequeño tamaño.
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La primera vez que vio a Iruma-sama en su fase perversa, Alice no supo cómo sentirse.
Este era Iruma-sama, el demonio al que le había jurado su vida al ver su gran bondad y magnánimo espíritu, pero a su vez era totalmente diferente.
Donde antes había flores floreciendo alrededor, ahora caían plumas negras; lo tímido y retraído ahora era atrevido y audaz; el dulce y brillante Iruma-sama ahora era picante y oscuro.
Pero mientas pasaba tiempo a su lado pudo ver rasgos del Iruma-sama de siempre que aún estaban allí.
Su gran corazón, su iniciativa para ayudar a los demás, su noble espíritu magno, su encantador carisma.
Todo estaba allí, solo que de una forma diferente a la de siempre.
Sin importar como fuese, mientras Iruma-sama siguiese siendo Iruma-sama, Alice lo seguiría hasta el fin del inframundo.
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Cuando llegó el momento de prepararse para el festival de la cosecha y Alice tuvo que separase de Iruma-sama y Valac para ir a entrenar con Balam-sensei y Sabnock, el demonio de cabello rosa se planteó una pregunta importante.
¿Qué era él para Iruma-sama?
¿Qué quería ser él para el demonio al que todo le debía y tanto apreciaba y admiraba?
Después de pensarlo y recodar su visión al entrar por primera vez a la sala real, Alice llegó a una conclusión.
Él quería servir a Iruma-sama de manera cercana, estar a su lado siempre, ser el arma con la que él enfrentaría a sus enemigos, ser su compañero y amigo inseparable de por vida.
Alice quería convertirse en su lanza.
Y cuando vio a ese desconocido demonio de otra clase atacando a sus amigos y haciéndoles sufrir, no se contuvo en su amenaza de hacerle pagar con creces si hería a alguno de sus preciados amigos.
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Alice estaba confundido, nada extraño desde que había conocido al demonio- recién descubierto humano en cuestión.
Iruma-sama era humano.
Iruma-sama no era un demonio.
Alice había estado sirviendo por meses a un ser que supuestamente debería devorar al ser inferior.
Alice había sido derrotado por una criatura de otro mundo que ni siquiera poseía magia.
Su primer y mejor amigo era un humano y no se lo había dicho.
Iruma-sama le había ocultado su verdadera naturaleza y nunca se lo había mencionado a Alice, quien confiaba en él con su vida.
Tantos pensamientos se arremolinaban en su mente al oír la grabación de Kiriwo-senpai.
Iruma-sama era humano.
¿Cómo se suponía que debía sentirse al respecto?
¿Ofendido? ¿Triste? ¿Enojado? ¿Decepcionado? ¿Indiferente ante la noticia y firme en sus creencias anteriores sobre él?
Tantas emociones luchaban en su interior sin tregua alguna.
Pero solo los ojos de Iruma-sama, la mirada que le dio, eso hizo que Alice se decidiera a continuar siguiéndolo hasta los confines del inframundo.
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Alice no pudo hacer nada frente a la policía demoniaca que se llevó a Iruma-sama de regreso al mundo humano, pero si creían que algo tan insignificante como diferencia de razas, mundos y poder lo detendría, estaban muy equivocados.
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Le tomó meses, pero finalmente Alice descubrió la forma de comunicarse con Iruma-sama en el mundo humano a través de cartas.
Era una comunicación de una sola línea y con la barrera del idioma en medio, pero el demonio de cabello rosado tomaría lo que pudiese conseguir.
Con ayuda de la anterior presidenta del consejo estudiantil, Alice empezó a aprender algunas letras humanas que Iruma-sama podría leer. No eran muchas y su proceso era lento, pero Alice no se rendiría.
Fue gracias a Clara y su habilidad para ser impredecible que Alice logró por fin encontrar la forma de abrir un portal al mundo humano sin ser detectado por la policía demoniaca.
Tenía que atravesar varias dificultades ya que el portal no era seguro y estaba situado en uno de los lugares más recónditos y peligrosos del inframundo, pero Alice había jurado seguir a Iruma-sama hasta los confines de su mundo, y si este juramento debía extenderse a otros mundos también, Alice lo haría con gusto si eso significaba volver a verlo.
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Fue una batalla larga y difícil, en más de una ocasión pensó que no lo lograría, pero allí estaba, un portal de fuego al mundo humano abriéndose ante él.
Alzando sus alas y jadeando en un último esfuerzo, Alice- no, Azz-kun atravesó la puerta que lo llevaría al otro mundo.
Cuando lo vio, la vida pareció recuperar el color antes perdido y una llama que sentía casi extinta se avivó con todas sus fuerzas quemándole desde adentro.
—Ha pasado tiempo, Iruma-sama.— Saludó el demonio de cabello rosado.
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AzzWeek
FanfictionSerie de relatos cortos y ediciones participantes en la #AzzWeek organizada por Mairuma Oficiales