Día 05: Miedos

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Alice parpadeó confundido en la oscuridad que lo rodeaba, no recordaba dónde estaba ni porqué se encontraba allí, pero por algún motivo no le pareció extraño.

Hacía frío y solo había oscuridad, pero por algún motivo aún podía distinguir su propio cuerpo sin problemas.

De repente estaba hambriento, quería comer algo, y la carne en frente suyo olía tan apetitosa que no pudo resistirse y le dio un bocado.

Y después otro, y otro, hasta que se quedó con las manos vacías y ensangrentadas al igual que su boca.

Solo entonces se dio cuenta de que era esa apetitosa carne.

Frente a él se encontraba un desgarrado, ensangrentado y familiar uniforme azul.

Sintió ganas de vomitar al caer en cuenta de lo que acababa de hacer.

Se había comido a Iruma-sama.

El humano en cuestión se puso de pie, aun ensangrentado y le dirigió la más fría de las miradas.

—Maldito demonio, confié en ti ¿Y así me lo pagas? ¡Creí que eras mi amigo!— Dijo molesto Iruma-sama mirándolo con palpable odio y molestia.

—Que decepcionante Alice.— Se escuchó una voz detrás suyo, el demonio de cabello rosado volteó sorprendido para encontrarse con Iruma-sama en su fase perversa que lo miraba con clara decepción.

—Creí que serías un gran compañero y sirviente, incluso pensé en considerarte mi lanza y mano derecha, pero ahora veo que me equivoqué contigo. No eres más que un demonio estúpido que solo sabe de palabras y no de acciones.— terminó de decir despectivo.

—¡Kyaaa! ¡Auxilio!— Se escuchó un grito, Alice volteó en la dirección de donde provenía el sonido, justo a tiempo para ver a su querido y pequeño Iruma-sama mirándolo asustado. —¡Alguien ayúdeme! ¡Que miedo! ¡Ese demonio me va a comer!— Exclamó señalandolo. —¡Alejate de mí! ¡Odio los demonios!— Dijo asustado retrocediendo el humano.

Alice quería calmarlo, recordarle que era su amigo y jamás se lo comería, pero cuando iba a hablar recordó la sensación pegajosa en su boca y manos causada por la sangre fresca que empezaba a secarse.

Fue entonces que volvió a ver el uniforme ensangrentado a sus pies, quiso voltear para no mirar la evidencia de su crimen cuando notó como todos los Iruma-sama que había visto empezaban a rodearle.

—Maldito demonio.— —Confié en ti.— —¡No me comas!— —Me decepcionas.— —Ya no eres mi amigo.— —¿Cómo es que alguna vez creí en ti?—

Decían a la vez mientras se acercaban cada vez más, acorralando a Alice y haciéndole caer de rodillas tapando sus orejas en un intento desesperado de no oírlos.

—¡Ya basta!— Exclamó alterado  jadeando en su cama.

—Alice-chan~ Mamá te trajo el desayuno~— Se escuchó el canto de una voz familiar.

—Madre.— Saludó Alice a la demonio que entraba en su habitación cargando una bandeja de plata cubierta con una bella tapa pulida.

Amarylis le sonrió a su hijo con un brillo peligroso que él supo reconocer, pero antes de que pudiese huir sintió como cuerdas salían de su cama para apresarlo a esta.

—Ara Ara Alice-chan~ Si haces eso mamá se enojará~— Canturreó ella. —Y tú no quieres que mamá se enoje contigo.— Terminó de decir con voz seria y profunda la demonio.

Alice intentó resistirse y librarse de sus cadenas, en verdad lo hizo pero no pudo escapar.

Con horror vio como su madre acercaba la bandeja de plata para destaparla, dejando a la vista...

—¡Pescado noooooo!— Gritó aterrado el demonio de cabello rosado, por fin despertando.

Todo había sido un sueño, mejor dicho pesadilla.

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