dos

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Después de que las clases acabaran, Renjun se despidió rápidamente de sus amigos, caminando a pasos apresurados a la parada de autobuses; tenía cerca de media hora para llegar a la facultad de su amigo a tiempo, su última clase había durado más de lo usual, retrasandolo con sus planes de comprar algo de comer antes de ir con el pelinegro.

Llegó a la facultad con cinco minutos de sobra, así que decidió esperar al menor, y comprar algo junto a él cuando se encontraran.

— Junnie~, ¿Llegaste hace mucho? — Levantó la vista de su teléfono, viendo al menor frente a él con una sonrisa.

— No realmente, nuestro profesor no nos quería dejar ir. — Rodó sus ojos. — Creo que a nadie le importa saber los problemas que tuvo para ir al baño, pero él aún no parece darse cuenta. — Guardó su teléfono, sonriendo al menor mientras se ponía de pie. — ¿Cómo estuvieron tus clases?

— Ah... demasiado lentas, quería verte. — Empezó a caminar cuando el mayor lo hizo también. — ¿Iremos al río Han?

— Podemos pasar por algunos snacks a alguna tienda antes de ir. — Dijo asintiendo, guardando sus propias manos en sus bolsillos cuando las sintió rozar con las del contrario.

Jaemin no volvió a preguntar nada más, contando algunas cosas que había hecho con sus compañeros aquel día, y de los próximos exámenes que iba a tener; lo que ayudaba al mayor al no tener idea de qué cosa podría hablar él sin sentir vergüenza, o por el contrario, tristeza.

Una vez en la tienda, se dividieron para buscar la comida y los bebestibles, encontrándose cuando ya tenían todo en sus manos.

— ¿Está bien estas galletas? Son las que te gustan, pero si quieres comer otra cosa podemos buscarlo. — Ofreció Renjun cuando se encontraron. — Oh, podemos llevar esas papitas que te gustan. — Dijo emocionado.

— A ti también te gustan, traelas. — Respondió, riendo al ver al contrario correr en su búsqueda.

Fue hasta la caja, pagando lo que tenía en sus manos mientras esperaba que su amigo llegara. Una vez el contrario llegó, se quejó al ver que el menor ya había pagado las bebidas; se supone que él iba a pagar todo aquel día.

Después de una corta discusión sobre el tema, retomaron su camino mientras comían de las duchas papitas que a ambos le gustaban.

— Debimos traer sólo de estas. — Renjun suspiró cuando se acabaron. — Son tan deliciosas.

— Y pensar que me mirabas raro cuando las comía.

— Te miraba raro porque las comías todo el tiempo. — Se defendió. — Además, papas con miel y mantequilla suenan a una combinación extraña.

— Pero te gustan. — Respondió divertido.

— Me gustan muchas cosas que son catalogadas como raras. — Se encogió de hombros.

— ¿Como yo? — Preguntó, poniendo nervioso al mayor al instante, aunque exteriormente mantuvo la calma. — Ya sabes, antes. — Soltó una risa. — Mark solía decir que era un poco raro en la secundaria, y cuando salíamos todos creían que era increíble que yo te gustara.

— No es como si me importara tampoco, aunque sí eras un poco raro. — Bromeó. — Pero nunca lo vi como algo malo, así es como me gustas. — Se encogió de hombros nuevamente. — Gustabas, antes... — Se corrigió rápidamente cuando se dió cuenta de sus palabras.

— Claro. — Sonrió.

El tema murió rápidamente, Renjun buscó otro tema de conversación desesperadamente, encontrando el camino hasta el río más largo que nunca.

Cuando estuvieron en el río, el mayor corrió hasta estar lo más cerca posible, sintiendo la aire golpear su rostro. Aquello le encantaba, pasear y sentir el aire de cambio de estación era una de sus actividades favoritas, la temporada era una de las pocas cosas que le gustaban de su cumpleaños, marcaba justo el inicio de su estación favorita del año.

Soltó una carcajada cuando vio a Jaemin a sólo unos metros con sus ojos entre cerrados debido al sol, y su cabello desordenado por el viento. Sí, el menor no sentía lo mismo al estar ahí.

— Tenía tiempo que no venía. — Dijo el mayor, acercándose una vez más al pelinegro, ayudándolo a ordenar su cabello.

— ¿Estás seguro que está todo bien, Injun? — Preguntó preocupado. — Sé que cuando vienes aquí solo, es porque tienes demasiadas cosas en tu cabeza.

— Pero no estoy solo. — Sonrió.

— No, no lo estás... Pero ibas a venir aquí sin compañía, ¿verdad? — Insistió. — Vamos... puedes hablar conmigo. — Acarició la mejilla del de cabellos de colores.

— Lo sé, Min, no es... disfrutemos de esto ahora, ¿si? — Tomó la mano del contrario lentamente, esperando su aceptación.

— Está bien. — Cedió, sin poder decir nada ante la sonrisa del mayor.

El sol empezaba a bajar, salpicando los más lindos colores en el cielo, creando una imágen que cualquiera diría que podía ser parte de una película; Renjun caminaba mirando a su alrededor, sosteniendo la mano del pelinegro mientras le contaba alguna de las cosas que había hecho en clases con sus compañeros, mientras que Jaemin sólo lo miraba a él.

— Queda poco para tu cumpleaños. — Recordó de pronto el menor, borrando por un segundo la sonrisa del contrario. — ¿Hay algo que quieras? Puedo comprarlo para ti.

— No puedes, Nana. — Sonrió tristemente. — Ni aunque pudieras lo aceptaría. — Jaemin ladeó su cabeza confundido. — Tuve un sueño... — Comenzó, deteniéndose en una banca de madera para tomar un descanso. — Un absurdo sueño sobre mi cumpleaños, no era algo realmente grande, sólo estaban algunos de los chicos... y mis padres. — Sonrió levemente. — No he podido pasar ese día con mis padres desde hace tres años, y yo... la verdad no creí que fuera a extrañarlos tanto aquel día, hablo con ellos a menudo, y los veo en vacaciones, pero no tenerlos aquí... No lo sé, supongo que es un capricho, pero es lo que desearía.

— Es por eso que estamos aquí. — Concluyó, recibiendo un asentimiento de cabeza del mayor.

— No es algo realmente importante, pero ir a casa, y estar solo con este sentimiento no era algo que quería hacer hoy. — Soltó una risa, encogiéndose de hombros una vez más. — Así que... estaré bien si al menos estoy contigo en mi cumpleaños. — Finalizó, mirando a su alrededor los últimos minutos de luz natural que quedaban.

— Ven conmigo a Busan. — Dijo de pronto el menor. — Sé que no es lo mismo ni de cerca, pero mi madre te ama. — Jaemin buscaba su mirada, queriendo ver algo que le dijera que pensaba al respecto. — Vamos mañana por la tarde hasta el domingo, o incluso hasta el miércoles, así pasamos tu cumpleaños allá con mi madre, ella te hará un delicioso pastel y mucha comida, porque en serio te ama, te trata mejor que a mi. — El mayor rio. — Podemos ir a la playa, y al cine, todo lo que tú quieras.

— ¿Lo harías? — Sonrió, queriendo golpear su pecho ante lo rápido que su corazón iba. — ¿Por qué...?

— Siempre buscaré tu felicidad, Junnie. — Volvió a acariciar su mejilla, sonriendo también.

— No puedes decir cosas como esas, Nana... — Protestó, sintiendo sus ojos escocer. — Está bien, pero sólo hasta el domingo, no molestaremos a tu madre más de lo necesario.

Por un segundo, ambos se quedaron mirando a los ojos, tentando a Renjun con besar los brillantes labios del menor, sólo un corto beso, pero no podía hacerlo, no quería arruinar todo lo que tenían.

Camino a la parada de autobuses, planificaron un divertido fin de semana que incluía mucha comida, películas y videojuegos.

La emoción del pelinegro rápidamente llegó hasta el mayor, quien en un principio
no estaba totalmente seguro de la oferta, pero sería divertido salir de la ciudad por al menos unos días.

ex; renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora