Su esperanza

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Ya iba una semana, dentro de un día sería Martes. Y Manuel no le hablaba, solo le miraba y rápidamente agachaba la cabeza, como si él no existiese.

Sebastián con duda fue a buscarlo, le extrañaban esas actitudes, pues ciertamente compartir palabras con Manuel le inspiraba.

Su serena voz le era melodiosa, y su lento parpadear era como el sonido de la brisa mañanera, envolvente pero relajante.

Además de que le preocupaba su situación nutricional.

Aún le veía flaco y más pálido de lo normal.

Su mejilla estaba levemente inflamada. ¿Era eso o su imaginación?. La curiosidad le llevó a tocar la puerta de su pieza.

Este salió un poco cansado y con los cabellos revueltos.

Eran las cinco de la tarde, Manuel se encerraba entre esas horas para echar una siesta.



— ¿Cómo estás?.— le sonríe tratando de generar un buen ambiente. Pero Manuel le dice que no puede atenderlo. Que se siente un poco enfermo. La cabeza le duele, afirma con total convencimiento.

Entonces Sebastián le pide que se espere un momento.

Extrañado, Manuel acata. Y bajo el marco de su puerta recibe un lindo libro.

Con tapa dura, y hojas no tan desgastadas.

Sus dedos palpan el grosor. Se queda maravillado. Parece un libro original debido al material empleado.

Sus ojos brillan de emoción. Es la primera vez que Sebastián no los ve opacos, así que orgulloso por ese avance le dice que puede devolvérselo cuando desee.

O si es que termina yéndose a la ciudad y aún no lo acaba, que se lo quede como un recuerdo.

Manuel se traba con las palabras pero agradece y sin ocultar su emoción intenta abrazarle.

Hasta que se arrepiente y aparta la mirada mientras junta el libro con su pecho.

Sebastián un poco conmovido vuelve a tocar su mano, en símbolo de que puede seguir confiando en él.

Manuel se deja tocar, pero decide marcar un poco la distancia y se separa.

Ambos se despiden, y en vez de volver a retomar su siesta. Se sienta a leer y leer.

Oliendo inconsciente el perfume de las hojas. Huele un poco a Sebastián.

Manuel apega más su nariz, inhala profundo y vuelve a sonreír débil pero sincero. Le gusta su nuevo regalo.

Tal vez deba dejar de callar y por primera vez intentar hacer un amigo en su mísera vida.

Sebastián es un buen candidato. Es educado, le entiende y decide no entrometerse tanto en su vida llenándole de preguntas como a veces hacen sus suegros.

Es un chico muy amable, y comparten gustos similares por lo que ha podido ver. Ya que este libro tiene la comedia como temática principal, y aunque Manuel no quiera Admitirlo, la gracia y diálogos creativos en una obra literaria le parecen atrapantes y siempre hay una que otra carcajada cada vez que logra entender los chistes ocultos entre el mar de letras que constituyen las páginas del libro.

Lo ha visto exhibirse en muchas librerías todas las veces que ha pasado por el mercado a comprar víveres.

Solo que no tiene dinero y Martín no le da centavo alguno más que para los gastos básicos que tienen como pareja.

Traición y Miseria º|UruChi|º OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora