𝐈𝐋𝐋𝐈𝐂𝐈𝐓 𝐀𝐅𝐅𝐀𝐈𝐑𝐒 | Harry Potter

𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 Siete

—¡TE VOY A MATAR, ZABINI! —gritó una pelirroja adormilada ante la insistencia de su moreno amigo llamando a su puerta —¡Es sábado!

Sin más, el chico abrió la puerta con una sonrisa inocente y se acostó a los pies de la cama de la ojigris tomando el libro con el que se había quedado dormida leyendo.

—Sí, perdón por eso. Sólo quería recordarte que Diggory juega hoy contra Potter.

Abigail llevó una mano a su frente recordándolo. A esa hora el partido ya debía de haber terminado

—¡Por Merlin! ¿Por qué no me dijiste antes? —reclamó levantándose para ir al baño y cambiarse de ropa.

—Eres como un oso en hibernación —respondió con un tono obvio.

La pelirroja le dio una mala mirada mientras salía del baño atando su cabello en una coleta.

—¿Ya saben lo que pasó? —dijo Pansy llegando a la escena.

—No, Pans. Al estar aquí es obvio que no lo sabemos —respondió Blaise con ironía.

—Los dementores llegaron al partido de quidditch y al parecer atacaron a San Potter. Dumbledore está muy molesto.

Abigail terminó de amarrarse los zapatos de un tirón y se apresuró a la puerta dispuesta a ir a ver al azabache, dejando a sus amigos con una gran curiosidad a cerca de su prisa.

Con toda velocidad, recorrió los pasillos hasta llegar a la enfermería, donde había alumnos tanto gryffindors como hufflepuffs. Como vio al ojiazul rodeado de sus amigos, fue primero con Cedric que estaba sentado sobre la camilla.

—Joder, Ced. ¿Qué pasó?

—Hola, Abbie —le sonrió —A mí, por suerte, nada. Descendí con mi escoba antes de que los dementores llegarán. Atrapé la snitch, pero cuando vi lo que le había pasado a Potter, pedí que no se cobrará la victoria, pero no me hicieron caso. Dumbledore echó a los dementores de hogwarts.

—Perdón por no ir, me quedé dormida — dijo mientras veía cómo Madam Pomfrey le hacía un chequeo.

—Está bien, fue mejor así, los dementores pudieron atacar a la multitud. Pero gracias por venir a verme —sonrió —. El que sí cayó de más de treinta metros es Potter.

Ambos giraron en dirección del azabache que los veía con el ceño ligeramente fruncido mientras fingía oír a sus amigos hablar del partido.

—Alguien demanda tu atención eh —ambos rieron — ¿Siguen viéndose por las noches?

Un color rojizo pintó las mejillas de la ojigris sin poder evitarlo, contestando la pregunta de su amigo.

—Cuídate, Ced — se despidió dándole un beso en la mejilla para huir de la conversación.

La chica odiaba ruborizarse al pensar en el azabache. Le pasaba frecuentemente y no entendía el por qué, lo cual la frustraba más. No sabía si eran los encuentros nocturnos, los susurros o las miradas que hacían que su corazón latiera más fuerte cada que lo veía. Y sabía que eso no era bueno.

—Hola, Potter — dijo llegando a un lado de su camilla, cuando sus amigos se fueron.

—Black —saludó —, creí que vendrías al partido.