𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 Diez

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𝕻ara sorpresa de Harry, Abigail no se apareció por la torre de astronomía esa noche, ni la noche siguiente, ni la siguiente, y se encontró a sí mismo sintiéndose decepcionado. Creía que de verdad había logrado convencer a la pelirroja de su arrepentimiento, que ella lo había perdonado. Los profesores se quedaban en el castillo, y Abigail seguramente se quedaría con Remus, por lo que no podría irse de vacaciones, no tendría excusa para no ir a su encuentro. A menos, claro, que realmente ya no quisiera verlo.

Esta conclusión lo hizo bufar mientras, inconscientemente de hecho, se dirigía al despacho del profesor Lupin. No es que quisiera resolver la duda que lo estaba consumiendo los últimos días, ni si quiera preguntaría por Abigail (a menos que el profesor la mencionara, claro), sólo quería aprovechar su tiempo libre para seguir aprendiendo hechizos de defensa. O al menos es la excusa que preparaba antes de tocar la puerta de la oficina, pero sus pensamientos fueron interrumpido por unas agitadas voces.

—¡No es tu culpa, Remus! Sabes que no te culpo por esto, así que tú deja de hacerlo —justo como predijo, la pelirroja se encontraba en el castillo. ¿Por qué entonces no había ido a verlo?

—Si no fuera por mi condición, Abbie, no tendríamos que someternos a los acuerdos de ese... —el mayor, aunque exaltado, se detuvo a pensar su vocabulario —De ese cretino ¡Cree que puede manejar a todo el mundo como se le antoje y no es así!

Harry sabía perfectamente que estaba mal escuchar conversaciones privadas, más aún cuando la gente está discutiendo, pero aunque puso todo su empeño en dar la vuelta y volver más tarde, sus pies no le obedecieron y se quedaron ahí, estáticos, curiosos y confundidos.

—No hay nada que podamos hacer —Abigail, cansada de intentar buscar una solución a algo fuera de sus manos, suspiró sentándose en un banco —. No quiero separarme de ti. Puedo aceptar pasar unos días en su casa, pero no que me separen de ti, Remus —concluyó con la voz apagada en lágrimas.

—Jamás permitiré que hagan eso, Abbie. Antes muerto —aseguró él, pasando las manos por su cara, tratando de buscar calma —. Todo esto se hubiera evitado si te hubieras ido con los Weasley de vacaciones.

—¡Ya te dije que no quiero volver con ellos! —la chica volvió a exaltarse —Su irritante hijo y sus amigos me odian.

—No te odian-

—Cada noticia de mi padre que sale en el periódico me la restregan en la cara —Harry, desde su escondite, sintió como su corazón se encogió ante la acusación.


No entendía nada de aquella conversación, lo que en realidad era una buena excusa para irse antes de que alguien lo descubriera, pero nunca había visto al profesor Lupin tan molesto. Ni si quiera pensaba que él y Abigail peleaban. Y la voz tan triste y quebrada de la pelirroja no hizo más que aumentar su curiosidad. No podía entender qué, o quién, podía tenerla en ese estado de miedo y frustración.

—¿Ellos te tratan así? ¿Harry también? —el mayor hizo una pausa al tema anterior para escuchar a la chica —Parecía amable contigo cuando practicaban.

—Hasta hace unas semanas... -detrás de la puerta, el azabache temía lo que Abigail podía decir —Bueno, en realidad, con los entrenamientos y eso, comenzó a ser menos... maleducado que sus amigos —a su pesar, la ojigris tenía que cuidar sus palabrotas frente a su padrino —. Pasamos momentos agradables de vez en cuando, pero es que, Remus, ni si quiera son sólo ellos. Toda la escuela se burla y murmura de lo mismo.

𝐈𝐋𝐋𝐈𝐂𝐈𝐓 𝐀𝐅𝐅𝐀𝐈𝐑𝐒 | Harry Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora