----------- El Demonio de Mi Habitación.
—¡No, no, espérate, wey, no me tires mamadas, cabron! ¡No estoy aquí para asustarte!—México paraba las almohadas que se le eran tiradas al rostro. Argentina había despertado y ver a un ser como él ahí no era nada bonito, pensaba que era solo un sueño y no, no lo era.
—¡Solo vete!
—No puedo, ya te explique el porque no puedo volver, wey, deja de tirarme tus almohaditas.—Le tiró una de vuelta. Argentina la agarró y la volvió a tirar, México la agarró y se la tiró de vuelta, así como cinco veces o más.
—¡Bueno, ya! Pero... ¿Cuánto tiempo piensas quedarte?
—Llevo solo dos meses, si para fin de año no logro hacer que una cantidad exacta de gente tenga parálisis de sueño o algo parecido, no podré volver, me alimento del miedo de las personas, entonces también debo de hacerlo por necesidad.
—... ¿No puedes simplemente irte a otro lugares?
—No, me asignaron este espacio así que no puedo.—Respondió, sentandose en la cama.—Me alimento del miedo o de cuerpos humanos, tu decides, precioso.
—¿Te los comes..?
—Me los cojo.
Argentina miró al frente.
México sonrío coqueto, acercándose a Argentina quien se alejo al mismo tiempo, tirándole la almohada en el rostro antes de escapar de esa habitación corriendo y encerrandose en otra.—Ugh.. este wey.—Se levantó, yendo dónde él, sabía dónde estaba.—¡Oye! Era una broma, no te voy a coger... A menos que quieras, no te obligó, mi amor.
—¡No me llames así!
—¿Cómo te llamo?
—¡Me llamo Argentina!
—Te llamaré el amor de mi vida y te va a gustar.
Argentina no podía creer que estaba conviviendo con un demonio en su departamento. De todas formas, México entró de la nada, aunque tenía seguro la puerta, el demonio entro como si nada.
—¿Cómo entraste?
—Por la puerta, wey, ¿No viste? Le quite el seguro, no es difícil para un demonio abrir puertas que tienen el seguro puesto.—Se sentó en la cama a un lado de el.
Argentina miró la cola larga y de color rojo intenso que estaba por ahí, al ver al demonio distraído, la agarró, era interesante.
—¡Oye, suelta eso!—Se la quitó.
—¡Pero quiero tocar!
—Tocame otra cosa si estás interesado.
Argentina lo miro serio, se levantó y se fue. México lo siguió de todas formas, iba a seguirlo a todos lados que iba si era necesario hasta que se acostumbre a tenerlo ahí con él.
Lo miraba desde el marco de la cocina, mirándolo tomar la taza de color blanco entre sus delgadas y lindas manos para tomar del café que se había servido ahí.
Lo miraba atento, había algo raro que no sabía cómo explicar, algo sucedía en su pecho cuando lo miraba, desde el primer día que iba a asustarlo, él que se quedó paralizado fue él... Era tan lindo, y aunque no le gustaba decirlo.
Era como un angelito.
Un ángel, tan puro y adorable, pequeño, ¿Cómo esa criatura podía ser tan tierna pero al mismo tiempo tener una actitud fuerte? Porque si no fuera así, estaría llorando de miedo y ya hubiera escapado, pero parecía no tenerle miedo.
O tal vez solo estaba pensando que todavía era un sueño.
Argentina lo miro, causando que el demonio mire a otro lado, yéndose a otro lado de la residencia.
—¿Sabes? No me gustan los angeles... Pero... Si los angeles fueran como tú, los amaría, mucho, pareces un angelito, eres precioso.
Argentina rió con eso, lo último que quería en la vida era que un demonio le diga que era un angelito, o algo parecido.
México lo miraba desde la sala de estar, le miraba la espalda, su cabello azulado con algunos mechones amarillos.Su mirada bajó por la espalda, hasta llegar a su cintura, a sus caderas, se veían lindas, llegó a su trasero, igual le gustaba, sus piernas desnudas, se veían suaves, quería tocarlo. Se acercó nuevamente, colocándose detrás de él.
—Hueles bien...—Le susurró, asustando a Argentina quien de pronto ya estaba acorralado ahí entre los brazos del demonio quien sonrío, oliendo el cuello de Argentina, era un aroma dulce y suave, como a fresa.—Tan delicioso.
Le dió una lamida en el cuello, causándole un escalofrío al menor. Argentina no iba a tener relaciones con un demonio, ¿Qué clase de enfermo haría eso? Era como sentenciar tu vida a uno de ellos.
—No hagas eso, es raro.
—¿Mmh? ¿Por qué no? No es una mentira que quiero devorarte entero, pequeño.—Le mordió, lastimando a Argentina por los colmillos afilados.
—¡Duele!—Le golpeó en el brazo, saliendo de entre sus brazos, yendo hacia la sala de estar para sentarse en el sillón.
—¿Sabes? Solo he tenido sexo con otros demonios.
—¿Y porque no vas y te coges a uno? En vez de estar tratando algo conmigo.
—Ojalá fuera tan sencillo. Esos cabrones son unas bestias, quieren coger seis horas al día sin dejarme descansar.
Argentina rió, ¿Quién creía que era él? ¿Un rarito que tiene sexo con demonios?
—... Tengo dos pitos, ¿Quieres ver?
—¡¿Qué?!—Se volteó para ver a México.
—Tengo uno de sobra, es normal para los demonios.—Dijo, para ellos si era normal tener extremidades extras, y miembros extras. Por eso solo tienen sexo con demonios, porque son los únicos que podrían soportar hasta tres dentro.
Los angeles, son muy frágiles y sería muy difícil hacerlo, además de que sería un pecado y el ángel sería desterrado.
Argentina se le quedó viendo, ¿Que clase de vida estaba viviendo?
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𝗘𝗟 𝗗𝗘𝗠𝗢𝗡𝗜𝗢 𝗗𝗘 𝗠𝗜 𝗛𝗔𝗕𝗜𝗧𝗔𝗖𝗜𝗢́𝗡 ! mexarg
FanfictionMudarse era ya una situación estresante, dónde lo único que quieres hacer al final es acostarte y dormir más de ocho horas, o al menos eso era lo que Argentina quería hacer al terminar de desempacar; lo único que logró esa noche fue un encuentro con...