Capítulo 4: La chica de la jaula

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Apenas llegamos al campamento, me transporté mágicamente a otra parte de la isla, donde estaba otra persona. Había una jaula que dentro tenía a nuestra otra prisionera.

-¿Qué quieres?- preguntó ella.

-Te necesito

-¿Para qué?

-Para algo importante.- se acercó a la parte delantera de la jaula. Su cabello ondulado brillaba un poco con la luz de la luna, sus cojos cafés se veían enojados.

-¿Qué obtendré yo a cambio?

-Consideraré darte tu libertad.- sus ojos se abrieron como platos.

-¿Es en serio?- asentí con la cabeza.- Bien, ¿qué tengo que hacer?

-Hay una cabaña cerca de aquí, te llevaré allá, un tiempo después, dos niños llegarán; un chico y una chica, tú les harás creer que estás enferma, que yo te tengo ahí porque tu enfermedad es contagiosa y no quiero que los niños perdidos se enfermen.

-Está bien.- hice un movimiento con mi mano, nos llevé a la cabaña.

-Acuéstate.- señalé una cama.

-¿Por qué?

-Si quieres que nuestro plan sea creíble, tienes que acostarte.- ella lo hizo. Había una pequeña escalera por la cual se podía salir, pero yo me transportaría. Antes de que yo lo hiciera le dije a la chica:

-Yo voy a estar escondido detrás de esta tela.- señalé una tela cerca de la cama.

-Bien.

-Nos vemos, Wendy.-hice un movimiento con mi mano y volví a mi cabaña

Quisiera que fuéramos algoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora