Capítulo 3: Revelación

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Estábamos corriendo por la jungla, nos estábamos acercando a un acantilado cerca del punto que había planteado con los niños perdidos. Llegamos al acantilado.

-Nos tendremos que entregar.- dije.

-Claro que no, vamos a salir de este aprieto.- dijo Henry, seguro de sí mismo.

-¿Cómo?- La chica, Elizabeth, vio que tenía la bolsa con el polvo de duende.

-¿Qué es eso?- preguntó.

-Polvo de duende, pero no creo que funcione.

-No, si no crees.- dijeron al mismo tiempo, parecieron mellizos cuando dijeron eso.

-Está bien.- le di la bolsa a Henry, que nos roció el polvillo, saltamos cuando los escuchamos que los niños perdidos se acercaban.

Elizabeth cerró sus antes de saltar, pero los abrió momentos después. Ella y Henry se sonrieron. Un rato más tarde, llegamos al lugar donde estaban escondidos los niños perdidos. Señalé el lugar y aterrizaron.

-¡Eso estuvo genial!- los chicos rieron.

-Tienes razón, Henry.- Él y Elizabeth dejaron de reír.

-¿Cómo sabes mi nombre? No te lo he dicho- reí.

-¿Tú trabajas para Pan, cierto?- preguntó Elizabeth.

-No exactamente...-me acerqué a ellos.- yo soy Peter Pan.- Henry y Elizabeth se miraron asustados.

-¿Por qué nos trajiste aquí?- preguntó Henry.

-Bueno, desde hace mucho tiempo- empecé a caminar alrededor de ellos-he estado buscando algo... un corazón... pero no un corazón normal... el corazón de un creyente verdadero.- Henry y Elizabeth se volvieron a mirar- Ustedes dos tienen corazones creyentes, así que decidí hacer una competencia... quién demuestre ser más digno- volví a reír. Me puse enfrente de los muchachos y saqué una daga- ¡Vamos, muchachos!

Los niños perdidos empezaron a salir de todas y comenzamos a rodearlos, Elizabeth y Henry se tomaron de las manos. Los acorralamos lo más que pudimos y dije:

-Juguemos.


Quisiera que fuéramos algoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora