Acto I Otro mundo

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En la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
doy gracias al dios que fuere,
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias,
no he gemido, ni he llorado.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza sangra, pero se mantiene erguida.

Más allá de este mar de ira y llantos,
me acecha la oscuridad con su horror.
Y sin embargo, la amenaza de los años me encuentra,
y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta,
cuán cargada de castigos la sentencia,
Soy el amo de mi destino,
Soy el capitán de mi alma.

Invictus de William Ernest Henley


—¡Estoy cansada de esto Sasha! —la noche era oscura y fría, acompañada por un paisaje urbano de tonos grises llenos de la lobreguez de una tenue melancolía, donde lo poco que quedaba del silencio se veía interrumpido por un hilo de voces a la distancia. El parque central de la ciudad de Los Ángeles era un lugar poco concurrido a estas horas, por lo general, nadie solía acercarse por miedo de ser asaltado o por supersticiones mal infundadas, sin embargo, hoy había tres personas en ese lugar discutiendo entre sí. Aun cuando las luces de las farolas del lugar eran muy débiles, las figuras sombrías de tres adolescentes podían verse con claridad.

—Anne... —la conmoción se oye en la forma de un susurro casi inaudible, la cara de Sasha Waybright yacía congelada en una mueca abordada por la sorpresa, el rojo latía cual dolor fantasma en la piel de su mejilla cubierta contra su mano, el fresco atisbo de una bofetada cargada de frustración. Las palabras no hallaban lugar en sus labios, así como su cuerpo se demoraba en responder, su mente no encontraba cabida en lo que acababa de suceder, era algo inaudito—¡¿Qué demonios crees que haces?! —cuando finalmente logra reaccionar, la voz de la joven se aferra a la ira con la misma fuerza que sus manos tratan de apretarse sobre los hombros de su atacante.

—¡Tomando el control de mi vida! —otro grito lleno de fiereza se oye en respuesta, Anne Boonchuy se aleja de las garras de Sasha empujándola levemente—¡Estoy harta de ser manipulada por ti! ¡Harta de ser tratada como una idiota!

—¡Chicas por favor! —las suplicas se empañan en la última voz del trio, Marcy Wu interviene con desespero, colocándose en medio de las dos, el miedo se desbordaba en el temblar de sus palabras y el brillo de sus ojos. La joven de cabellos oscuros había visto discutir a sus dos amigas con anterioridad, era casi una mala costumbre entre ellas que parecía no tener fin, pero más que solo una disputa acalorada llena de gritos e insultos, esto había llegado a un punto de no retorno que solo un "lo siento" no iba a solucionar—¿Por qué estaba pasando esto? —en la mente angustiada de la joven, las cosas no deberían haber terminado así... ella tenía un plan...

—¡¿De qué rayos hablas?! —Sasha escupió con rabia, el débil atisbo del dolor arrugaba la expresión de su rostro... un dolor que no tenía nada que ver con el moretón en su mejilla—¡Solo trataba de hacer algo lindo por ti!

—¡¿Algo lindo por mí?! —Anne se rio sin una sola pisca de gracia real—¡¿Cuándo has hecho algo lindo por mí?!

—Ugh... ¡Anne! ¡Sasha! ¡Es suficiente! —Marcy luchaba contra dos fuerzas contundentes que no podía detener, el mar de sus suplicas caían en oídos sordos, Anne y Sasha estaban encerradas en su propio mundo ahora, atrapadas bajo las consecuencias implacables de un conflicto que se había cultivado con los años—Todo esto es mi culpa... —la joven pensaba mientras recordaba la fuente de toda esta discordia, robar la caja había sido su idea... una tonta excusa para no separarse de sus amigas... la efigie de una esperanza que ahora solo se sentía como un anhelo inalcanzable cuando todo parecía desmoronarse frente a sus ojos.

—¡Siempre diciéndome que hacer! ¡Cómo debo vestirme! ¡Con quien debo juntarme! ¡¿Quién te crees que eres?! ¡¿Mi madre?! ¡Puedo tomar mis propias decisiones!

—¡Yo solo he tratado de ayudarte! ¡Eso es lo que hacen las amigas!

—¡¿Amigas?! —la voz de Anne se rompió entre llantos, el peso de miradas llenas de miedo y conmoción se posaron sobre sus hombros, pero a ella ya no le importaba—¡Tú y Marcy nunca me han visto así! —el veneno del suplicio manchaba aquellas palabras cargadas con odio mientras Marcy caía impotente contra la hierba del parque y Sasha era sacudida violentamente por el cuello de su camisa.

—¡Anne...

—¡Cállate! —Sasha solo pudo cubrir su rostro en la espera de un golpe... pero este nunca llego, en su lugar, solo podía sentir el temblor extenuante de las manos que la sostenían, y cuando sus ojos vieron el rostro de Anne cualquier rastro de ira que hubiera llenado el corazón de Sasha se había esfumado, solo el miedo se hizo presente—¿P-por qué chicas? —habiendo llegado al límite de lo que emocionalmente podía soportar, pequeña y distante, la voz de Anne se había reducido a nada más que un susurro quebradizo lleno de tristeza, las lágrimas que corrían por sus mejillas se ahogaban entre sollozos desgarradores—¿Por qué siempre están pisoteándome de esa forma?... no soy tonta... sé que nunca me ven como su igual... siempre lo he sabido... pero nunca quise aceptarlo... —había un dolor sincero tras aquellas palabras mientras se negaba a mirarlas a los ojos—C-creí que hoy sería diferente... por una vez yo... pensé que ustedes... —negando con la cabeza se alejó lentamente de las dos personas en las que más había confiado—¡Solo quería irme a casa! H-hoy es mi cumpleaños, debería estar en casa celebrando la fiesta que me prepararon mis padres... quería llevarlas también, que importa que fuera algo infantil con globos y payasos... solo quería pasar un lindo día con ustedes...

—Anne...

—Y en lugar de eso... falté a clases... robe una tonta caja de música... y decepcione nuevamente a mi familia... —ya no había llanto, el rostro de Anne solo era una expresión agotada por la melancolía, las lágrimas simplemente fluían.

—Anne... N-no llores por favor —el temblor bordeaba las palabras de Marcy mientras trataba de acercarse a Anne.

—Nosotras solo... —la voz de Sasha era un tumulto de emociones conflictivas donde el temor era lo más reluciente, quiso decir algo... mas no encontraba las palabras correctas.

—Solo... déjenme sola...

—Anne por favor, solo deja que...

—¡Déjenme sola! —la ira floreció una vez más en los ojos de Anne, su dolor quemaba su corazón como el incendio que se extendía por todo un bosque—¡No quiero volverlas a ver! ¡Lárguense! —Sasha y Marcy dieron unos cuantos pasos hacia atrás ante la fiereza de aquel arrebato, pero no se fueron, no podían hacerlo, las cosas no podían terminar así... no de esta forma.

—No te dejaremos sola Anne... por favor solo... —sus voces se perdieron en la estela de su ira y desprecio, su realidad se había perdido en la neblina del desconsuelo, ya no quería escucharlas, el hacerlo solo le había traído problemas... problemas... en su mente se cruzó la imagen de aquella caja de música, ese tonto objeto que era su regalo, un regalo que tuvo que robar.

—Esa caja... —abrió su mochila y contemplo aquel objeto brevemente, podía sentir como su peso quemaba la piel de sus manos, como en él se reflejaba la cumbre de toda la miseria que había soportado—¡Llévense esta maldita caja con ustedes! —Anne grito presa de una cólera desenfrenada, arrojando la caja con todas sus fuerzas contra el suelo. Un sonido sordo se hizo eco en la inmensidad del parque, mas sorprendentemente, aquel objeto no se rompió o se agrieto si quiera, en su lugar, la tapa se abrió y una suave melodía escalofriante se hizo presente. Las tres jóvenes se miraron entre si casi por inercia absortas de alguna forma en el misterio que se fluctuaba de pronto a su alrededor, la crudeza de un temor inentendible recorrió sus cuerpos.

—¿Qué esta... —sus palabras se vieron interrumpidas por un fuerte destello, luces de varios colores surgieron de la caja, segando sus visiones y cubriéndolo todo a su paso. Los alumbrados explotaron en domino y ligeros estruendos se oyeron en toda la cuadra, después, solo hubo silencio. En cuestión de un parpadeo, el parque se hayo a si mismo vacío ahora, como si nadie nunca hubiera puesto un pie ahí en ese lugar, solo la luna y el viento sabían lo que había pasado, y solo ellas sabrían lo que pasaría después.

The Dark AgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora