𝑪 𝒐 𝒔 𝒂 𝒔 𝒑 𝒆 𝒓 𝒅 𝒊 𝒅 𝒂 𝒔

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El día siguiente en el colegio de Hogwarts de magia y hechicería había estado calmado hasta cierto punto para Harry, bromeaba con sus amigos sintiéndose tranquilo, afortunadamente no había tenido inconvenientes con su escarbato en la mañana, ningún robo, nada; estaba realmente orgulloso de sus métodos disciplinarios.

—Harry presta atención o Snape te regañará —reprimió Hermione al ver que Harry parecía en otro mundo.

—Lo sé mione, pero ¡Soy una amenaza en pociones! Terminaré con una poción terrible y un trabajo extra como siempre —se quejó Harry.

—No por eso debes dejar de hacer los trabajos harry, nos quitaran puntos si siguen así.

—Señor Potter y señorita Granger, lamento interrumpir su preciada conversación, pero les recuerdo que están en mi clase y no quiero oír más que el sonido de los calderos con la poción —habló snape con voz fría.

—Si señor —respondieron al unísono.

Harry miró mesas frente a el a Draco Malfoy, riéndose de el por que snape lo había regañado, cosa de siempre.
El ojiverde trató de concentrarse los más posible en la poción que estaba haciendo, pero el no tenía un mínimo frasquito de talento con las pociones, no las hacía explotar como seamus, pero hacía terribles aberraciones.

Mientras removía la poción en su caldero se le ocurrió mirar el piso aburrido, se llevó el susto de su vida cuando una pequeña criatura iba directo a los pies de snape y claro, esa criatura no era más ni menos que su escarbato mino ¡le iba a dar un paro cardíaco ahí mismo! Cuando lo atraparla iba a tenerlo encerrado en una jaula por semanas.

El pequeño animal corrió hasta las mesas donde se encontraban los alumnos, seguro buscando alguna cosa brillante que llevarse y harry estaba apunto de echar su cabeza al caldero, si alguien descubría eso estaba frito, muerto, en grandes y terribles problemas.

Justo en el momento en que el pequeño escarbato empezó a correr esquivando los pies de sus compañeros de clase, a Draco Malfoy se le cayó algo que parecía ser un anillo, el sonido por supuesto que llamó la atención del pequeño animal, el cual corrió como si su vida dependiera de ello para poder ir tras el objeto brillante, pero al mismo tiempo Malfoy estaba buscándolo por el piso con desesperación.

Harry iba a arrancarse el cabello de la ansiedad, pero como salvadora, la poción que se suponía debía estar batiendo, empezó a expulsar un horrible y denso humo negro, que cubrió el lugar, haciendo toser a quien lo respirara.

—¡Potter! —gritó el profesor haciendo que Harry saltara en su lugar asustado—. Incompetente como siempre, ni una poción simple eres capaz de realizar.

Snape deshizo todo el humo que había dando a conocer a harry que su escarbato se había ido. Miró su poción desecha en el caldero, con un horrible color negro viscoso.

—Lo lamento —dijo decaído.

—Eso no arregla nada, como castigo la próxima vez traerá un manuscrito de 6000 palabras acerca del fluido explosivo, y gracias a su compañero gryffindor, 10 puntos menos, la clase acaba, adiós.

Y así fue como había terminado su penúltima clase, con los gryffindors quejándose y mirando mal a Harry salieron de pociones hacia la siguiente clase. Harry guardaba sus cosas despacio. Entonces la voz de Malfoy quejándose lo hizo parar con su tarea.

—No pude encontrar mi anillo ¡si mi padre se entera me matará!

El de lentes entró en pánico, su escarba to había tomado algo de Malfoy, eso era seguro, no podía ser solo una coincidencia. Guardó sus cosas rápidamente y salió del lugar hacia herbología, su última clase del día que compartiría con ravenclaw.

・・・

—Esos son los cuidados necesarios para cuidar una flor voladora, deben hacerlo bien o podría secarse como cualquier planta.

Harry miraba la planta que se movía y se enredaba en sus dedos por ocasiones, era bastante bonita, lo malo era que el era pésimo con las plantas ¡no podía ni cuidar de su escarbato! Mientras el estaba ahí tomando clases, mino debía estar por el castillo robando cosas a alumnos y profesores por igual arriesgando ser descubierto y devuelto a casa.

Harry suspiro, tomó unos polvos que no tenía idea de qué eran y echo lo más parejo que podía a la planta, viéndola moverse de gozo, tal y como la profesora había dicho.

—Muy bien hecho todos, sus plantas se ven felices y saludables, al menos por hoy. En la próxima clase enseñaré horarios y materiales que se necesitan para mantenerlas con vida y claro, felices. Terminamos la clase.

Harry guardó sus cosas lo más rápido que pudo y estaba dispuesto a salir del invernadero, peor la voz de su amigo lo hizo detenerse en seco.

—¡Harry! —dijo— ¿amigo a dónde vas con tanta prisa? Las clases de hoy terminaron.

Harry miró a los lados asegurándose que nadie estuviera lo suficientemente cerca como para escucharlo.

—Mi escarbato escapó y está rondando el castillo.

Ron abrió la boca asustado.

—Demonios ¿y ahora?

Harry suspiró mostrando una parte de lo estresado que estaba.

—¿Algún lugar que tenga las suficientes cosas brillantes como para atraer un escarbato desobediente?

El pelirrojo pareció pensarlo, hasta que pareció que un foco se puso sobre su cabeza, tal y como pasaba en las caricaturas.

—¡El salón de los trofeos! Un lugar con cosas más brillantes no hay.

—¡Por supuesto! Eres un genio Ron.

—Bueno, no es por presumir.

—Vamos ya.

Harry corrió hacía el castillo con Ron detrás siguiéndole el paso, caminó lo más rápido que pudo por los pasillos llenos de gente, ahora le preocupaba que en realidad su escarbato estuviera en el salón de los trofeos, podían verlo con la cantidad de personas circulando por los pasillos.

—¿Tu crees que esté ahí? —preguntó Ron agitado.

—No lo sé.

Subieron un par de escaleras más para poder llegar al lugar, el cual sorprendentemente, no estaba tan abarrotado de personas, el pasillo tampoco estaba vacío por completo, pero no habían tantas personas por lo que la posibilidad de que vieran a su escarbato era reducida.
Llegaron a las vitrinas con trofeos brillantes dentro, Harry buscó con la mirada por si alguna criatura andaba rondando por ahí con ganas de algo brillante para coleccionar.

Y no tuvo que hacer demasiado esfuerzo, ahí estaba su pequeño escarbato parado en sus dos patitas, mirando dentro de una vitrina los trofeos brillantes. Harry le hizo una seña a Ron para que hiciera silencio y muy despacio se acercó al escarbato para atraparlo de sorpresa y no pudiera escapar.

—¡Te tengo pequeño demonio!

El escarbato trató de removerse y escaparse, pero harry claro que no lo dejó, con firmeza lo sostuvo y lo escondió en su túnica.

—Vamos a la sala común ya, tengo un escarbato que castigar y decomisarle lo que robó.

—Bueno —dijo Ron.

—Estás en problemas mino y en unos muy grandes —le habló harry a su escarbato mientras caminaba hacia la sala común.

Pequeño Ladrón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora