𝑨 𝒎 𝒆 𝒅 𝒊 𝒂 𝒏 𝒐 𝒄 𝒉 𝒆

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Ya era la media noche y Harry había salido de su sala común con la capa de invisibilidad puesta, se había asegurado que nada pudiera verse, caminó pasillo por pasillo hasta llegar a su destino, subió las escaleras llegando por fin a la torre de astronomía.

Subió las escaleras esperando que el rubio hubiera llegado ¿probabilidad de que Malfoy llegara? Ninguna ¿Fé? Al cien por ciento.

Cuando estuvo en el último escalón aún con su capa, se asomó si veía alguien ahí o se marchaba, para su suerte había alguien ahí, justamente un rubio que esperaba ver, sonrió y se quitó la capa de invisibilidad con cuidado y la guardó bien, la jaula que llevaba consigo la tomó bien y respiró profundo antes de seguir para encontrarse con Draco.

Cuando hizo acto de presencia y el rubio se dió cuenta, lo miró con una expresión seria que pronto cambió a una de odio al ver la jaula con el escarbato dentro. Harry, nervioso y tenso sólo atinó a sonreírle.

—Tienes 5 minutos para decirme lo que sea que quieres —dijo Malfoy con un tono bastante grosero.

—Pero no seas grosero.

Draco levantó la ceja.

—Quería disculparme por lo que hizo mi escarbato, enserio lo lamento, normalmente el no se comporta de esa manera, se salió todo de control.

—Está bien, acepto tus disculpas —dijo de mala gana el rubio.

—¡Oh! ¿De verdad? Traía toda una lista de razones por las cuales deberías perdonarme a mi y Miño.

—¿Entonces no quieres que te perdone? —Draco levantó una ceja.

—¡No, no es eso! Yo solo... Eh... —Harry miró la jaula y lo recordó—. Hay alguien más que quiere disculparse.

El rubio lo miró con extrañeza, vió como lentamente levantaba la jaula con el animal que lo había mandado a la enfermería dentro, negó con la cabeza mientras miraba con odio el pequeño animalito.

—Oh no, saca a ese animal del mal de mi vista.

—El no te hará nada Malfoy, ya lo he regañado, le quité esa colección de cosas brillantes por un mes, vas a ver, va aprender.

—Ajá —dijo Malfoy sin entender muy bien.

Harry puso la jaula a la altura de su cara y le habló al escarbato en ella.

—Ahora mino, quiero que mires a Malfoy y te disculpes, debes hacerlo porque hiciste algo malo, y no me mires así, sabes lo que hiciste.

El escarbato lo miraba con una cara de tristeza, siempre que hacía algo malo lo hacía, ponía la cara más arrepentida y adorable que podía existir.

El pequeño sacó las pequeñas patitas de su jaula y se acercó a la cara de Harry para lamer su nariz.

—Eres un manipulador —mencionó el moreno—. Ahora mira a Malfoy y disculparte.

El escarbato se volteó para mirar al rubio, quien lo miró sorprendido por la cara que estaba haciendo, en realidad se veía adorable, sacó sus dos patitas de la jaula nuevamente, pero esta vez esperando algo.

—Dale tu mano —dijo Harry de forma tranquila.

—¿¡Qué!? ¡Me la va arrancar!

—¡No te la va arrancar! Ni que fuera una lechuza salvaje, esas sí que arrancan manos.

Draco volteó los ojos y le extendió la mano al pequeño animal en la jaula, claro, con un poco de miedo de por medio.

El escarbato tomó su mano como podía y la presionó contra la jaula, después agachó su cabeza; la pegó entre la cerca metálica y su mano, estaba pidiendo disculpas, justo como lo había hecho antes con Harry.

Pequeño Ladrón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora