Determinación

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Se quedó inmóvil en medio del pasillo mientras veía a la castaña tomar parte de su ropa y luego regresar a la habitación infantil, empacando todo en una maleta grande. Lo que pasaba le parecía irreal, primero porque su esposa nunca tenía esa mirada y segundo porque todo parecía estar en cámara lenta. La vio bajar las 2 maletas y dejarlas junto a la puerta antes de buscar algo en su celular, una notificación sonó y ella asintió hacia el aparato antes de ponerse el abrigo e ir hacia la cama cuna para alzar con cuidado a Ryuu envuelto en la cobija, el menor protestó dormido por haber sido desacomodado, en el momento que la vio colgarse tanto la pañalera como su bolso personal fue que reaccionó al darse cuenta que ella había hablado completamente en serio al pedirle el divorcio.

- Tenten ¡espera! — la tomó del brazo en el momento que ella abría la puerta principal

- ¡No me toques! — fue un siseo bajo para no terminar de despertar a su hijo que había apoyado la cabeza contra el pecho de su madre para seguir dormitando — buenas tardes — saludó ella al conductor del taxi que acababa de llegar y se había bajado para ayudar con las maletas

- Tenten, por favor... podemos solucionarlo — suplicó en un susurro pues el conductor ya había guardado el equipaje y había regresado a la puerta

- ¿Algo más señora? — ella le extendió la pañalera

- Es todo — sin verlo caminó hacia el vehículo en donde el hombre le abrió la puerta de atrás y la castaña se subió, cerrando de una vez

- Tenten, cariño — no quería hacer una escena en la calle — por favor — vio una lágrima aparecer en su rostro pero ella la limpió de una vez mientras le daba la dirección al conductor

Cuando escuchó el motor ser encendido dio un paso atrás y se quedó viendo el vehículo alejarse hasta desaparecer por completo de la vista. Podía tomar su propio auto e ir tras ellos, a fin de cuenta la dirección dada por ella era la de la casa de sus suegros, pero dudaba poder cambiar algo con Tenten tan enojada. Porque además ¿qué le iba a decir? Si bien había dicho que no era lo que parecía, la verdad es que era obvio que sí lo era ¿o con que otras palabras podía expresar que efectivamente la estaba engañando para que no sonara tan mal?

Volvió a entrar a la casa y soltó una maldición en voz alta, avanzando hasta su celular para ver que la conversación con Tayuya seguía abierta y la foto en lugar de excitarlo le provocaba ira. Normalmente mantenía ese chat específico archivado para que no se viera en el historial, pero cuando había mensajes sin leer sí aparecía y era eso justamente lo que había ocurrido. ¿Cómo pudo ser tan imbécil? ¿Cuándo le pareció buena idea tener una amante? ¿Cómo es que le había parecido más importante el sexo que cuidar a su familia?

Subió las escaleras y se asomó a la habitación infantil, los cajones estaban abiertos y se veían vacíos, sobre la cuna estaban los sacos navideños, el de ella y el del niño, aunque eso no le dolió tanto como entrar a su cuarto y ver de una vez algo que brillaba sobre la mesa de noche de la castaña y que captó su atención por lo que avanzó a pasos rápidos para comprobar que los 2 anillos estaban ahí, el de compromiso y el de matrimonio, era como recibir una patada justo en la boca del estómago. Su estupidez había mandado casi 2 años de matrimonio a la mierda y el hogar que ellos como pareja diseñaron con ilusión en ese momento se sentía completamente frío pues quien lo llenaba de alegría se había ido. Se fue a la cocina, a pesar que Tenten no bebía más de una copa de champaña en celebraciones, tenían un pequeño bar bien equipado, así que agarró un vaso y lo llenó a rebosar de whisky, había perdido lo más importante de su vida y todo había perdido el sentido.

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Evitó llorar en el taxi, aunque podía sentir la mirada del conductor cada tanto a través del espejo retrovisor y no estaba de humor para hablar. Sabía que su madre había tenido que trabajar ese día, pero su padre no, por lo cual sí habría alguien en la casa cuando llegara. El conductor veía con desconfianza las calles a medida que avanzaban, seguro eran contadas con los dedos de una sola mano las veces que había tenido que prestar un servicio desde esa zona de gente adinerada hasta uno de los barrios bajos, tan pronto dejó las maletas frente a la puerta ella le pagó con el dinero que solía sacar de una de las tarjetas que Kiba le había dado pues cuando pagaba sumas pequeñas en una cafetería o algo así prefería hacerlo con efectivo.

IncertidumbreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora