—Sabes que si te vas, ya no podrás volver ¿No?
—Ujum.
—De que no conseguirás otra oportunidad como esta y no me volverás a ver ¿verdad?
El contrario asintió mientras guardaba sus cosas torpemente.
—¿Estás consciente de eso y de todas formas te vas?
—Sí.
Había cierta indiferencia la cual debía admitir que le afectaba un poco. Y pese a que le dolía, no tenía intenciones de hacérselo saber.
—Esto no va a funcionar.
No cuando Min Yoongi ya había tomado una decisión.
[🌌]
Ir o no ir.
—Lanza una moneda.
—Nam, no creo que lanzar una moneda pueda darle la mejor opción a Kookie.
—Ya, pero va a obtener una respuesta depende de qué cara de la moneda quiere que caiga. —dijo con obviedad.
TaeHyung parpadeó visiblemente confundido. NamJoon negó.
—Bien, JungKook. Sello significa ir a tu casa y confesarle a JungBae que estas enamorado de TaeHyung, que no te importa lo que piense y que vivirás junto a él sin importar su opinión —El castaño asintió—. Y si sale cara, pues... vas a trabajar como cualquier otro día sufriendo por dentro, porque apuesto a que quieres decir la verdad.
—Nam. —advirtió TaeHyung nuevamente.
Su primo podía ponerse un poco intenso cuando se trataba de problemas ajenos; para él, pretender remediar la vida del ceniciento era su pasatiempo preferido, y ahora que JungKook tenía contrariedades, no dudó en acercarse. Desde que empezó a leer libros para manejar el caos nadie se salvaba de Namjoon.
—Bueno ya. Prueba, amigo JungKook.
Pálido de lo nervioso e inseguro, sentía que cualquier decisión que tomara le costaría un montón. Ya que si se enfrentaba a su padre cabía la posibilidad de que tendría que dejar su casa, su trabajo y prácticamente toda su vida arrojarla a la basura. Cosa que no era fácil.
Pero por otro lado, si intentaba complacer a su padre obtendría todo menos la felicidad al tener que dejar de ver a TaeHyung, u ocultar sus sentimientos por el resto de su vida, obligándose a vivir de una forma que simplemente él no quiere.
Qué espantoso era elegir.
—Igualmente si necesitas más tiempo te puedes quedar en mi casa —ofreció el menor de los Kim—. Umh, sabes que aquí hay comida, te puedo prestar mi ropa, o mejor, te puedo comprar ropa de tu gusto.
Muy tentador, de hecho, parecía la mejor idea porque con él se sentía a gusto, pero ya iba una semana y consideraba que faltaba algo que arreglar.
—Voy a enfrentarme a papá. —dijo elevándose para salir.
—¿Seguro?
Asintió como respuesta y tomó sus cosas sin vacilar, si lo hacía sabía que se iba a arrepentir, pero era necesario hacerlo.
TaeHyung intentó ir hasta que recordó que pese a querer estar con él en ese delicado momento, no sería la mejor elección.
—Adiós Jungkook, mucha suerte —dijo Namjoon una vez el castaño salía por la puerta—. Taehyung, deja de morderte las uñas.
—Como si fuera posible dejar de hacerlo.
—Escúchame, todo va a salir bien ¿ok?
—¿Cómo estás tan seguro?
—¿Cuándo yo me he equivocado?
[☄️]
Una vez estando frente a las puertas de la casa donde vivió por todos esos años, su corazón latía a una velocidad sorprendente. ¿Que si tenía miedo? Por supuesto.
Su papá solía ser un hombre muy dulce, sin embargo, JungKook estaba claro de que en el área de trabajo era todo lo contrario. Muchas personas no podían creer que JungBae, era la misma persona estando con su familia.
Así que, obviamente, su mente estaba tejiendo todos y cada una de las posibles humillaciones e insultos que podían salir de su boca con solo poner un pie dentro de la casa, porque si bien nunca le había dicho que no podía entrar, lo creía así.
Tocó unas tres veces y abrió su madre, quién lo abrazó rápidamente.
Su mamá lo había llamado alrededor de unas cien veces y él no contestó. Se sentía mal pero no estaba para hablar en esos momentos. Si le pedía a SeokJin, el único con quién hablaba, que le dijera a su mamá que se encontraba bien y que le disculpara por lo de las llamadas. Aunque si era sincero, la echaba mucho de menos.
—¿Mi bebé, donde estabas?
Quería llorar. Hacía esfuerzos titánicos por no gimotear en ese preciso instante abrazado de su mamá.
Era un momento agridulce, porque si bien se sentía bajo su lecho materno que tanto amaba, no sabía si su padre lo recibiría igual.
—¿Qué haces aquí?
Ese tono. No era el tono de JungBae cuando se dirigía a su hijo, no, era el tono de voz que más temía JungKook hace unos minutos.
—Yo... vine a hablar contigo.
—Si no es para decirme que entraste en razón, quiero que sepas que no me importa.
Tragó duro, en su garganta ya se encontraba un nudo doloroso que seguramente le impediría decir sus próximas palabras, y por supuesto no deseaba mostrarse débil ante su padre.
—Bae, no seas así. —pidió la mujer suavemente.
—No, SooBin, ya es suficiente —dictó para luego apartar la mirada del menor—. A Jungkook jamás se le han puesto barreras, siempre hace lo que quiere, pero ¿esto? ¡Esto es el límite!
—¿Pero qué ha hecho, Jeon JungBae? —inquirió la mujer con las primeras lágrimas saliendo de sus ojos—. ¿Acaso ha matado tu hijo a alguien? ¿Ha robado un banco?
—¡Hubiese preferido algo como eso a que saliera maricón!
—¡JungBae!
Y con esas palabras que salieron como dagas a su ánimo, no pudo soportarlo más y empezó a llorar. A llorar de rabia y de dolor.
—¿Que dirán todos? —siguió—. ¿Que mi único hijo no es lo suficientemente hombre como para estar con una mujer? ¿Así es como yo lo crié?
Su padre seguía lanzando ofensas y más ofensas hacia él, producto de una ira que iba creciendo o descargando de su cuerpo, su cara se tornaba cada vez más roja y la vena de su frente era cada vez más visible.
—Olvídate de mí, de esta casa, de tu trabajo, e incluso de tu apellido si sigues con tus indisciplinas. —concluyó.
—¡JungBae, cállate! —gritó la mujer tapándole la boca.
No sabía si los gritos de su madre, sus lágrimas cayendo por toda su cara o el fuerte dolor en su pecho lo aturdía, que en ese instante sentía que se estaba ahogando por la cantidad de emociones que estaba atravesando.
Se limpió unas cuantas lágrimas y como escasamente le permitió su voz, dijo:
—Si eso es lo que desea —gimió—. No volveré al trabajo, no pisaré de nuevo esta casa, tampoco me recuerde como su hijo y... —fue interrumpido.
—JungKook, no hijo, por favor. —suplicó su mamá.
—Y que no se me vuelva a llamar más Jeon Jungkook.