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Fushiguro Megumi x Sukuna Ryōmen

Advertencia: violencia, violaciones, sexo, etc.

Nena, seré tu predador esta noche
Voy a cazarte, te comeré viva
Al igual que los animales, los animales, los animales
Tal vez crees que puedes esconderte
Pero puedo oler tu aroma de lejos
Al igual que los animales, los animales, los animales
Nena, seré

-Fushiguro, ¿estás bien?- la atención del azabache cambió de la maldición recién exorcizada al pelirrosa que tiene como compañero, fijándose que se había quedado detrás pues Nobara ya estaba bostezando en el auto.

-Si, no te preocupes…- aquello realmente no resultó nada creíble para Itadori que aunque lo pareciera, no era tonto. Megumi se notaba más cansado de lo normal, cometía errores estúpidos y en más de una ocasión lo escuchó hablando solo. Además, el propio Gojo estaba preocupado pues su casi hijo había experimentado un avance bestial en cuestión de pocos días y ya había perfeccionado su dominio. Inclusive lo notaba más fuerte y diestro para el combate mano a mano. -Te vas a quedar atrás Itadori.- y aunque el recipiente de Sukuna giró de inmediato no fue capaz de notar cómo la mirada, normalmente indiferente de su compañero, cambió por unos milisegundos a una burlona.

Sí, puedes empezar de nuevo
Puedes correr libremente
Puedes encontrar otros peces en el mar
Puedes fingir que eso estaba destinado a ser
Pero no puedes estar lejos de mí
Todavía puedo oírte haciendo ese sonido
Dominándome, rodando por el suelo
Puedes fingir que era yo, pero no, oh

-Megumi, deberías descansar…- el albino no fue ni de cerca escuchado, el azabache no dejaba de entrenar por más que se lo pidiera. No quería dañar a su alumno o noquearlo, menos después de las respuestas que este le daba últimamente, recalcando las palabras que antes le dijo referente a su avance. Al final, rendido, el de gafas oscuras salió de la sala de entrenamientos, dejando al Zen´in solo.

-Los estás perdiendo Fushiguro Megumi.- una voz ronca y masculina interrumpió la concentración del joven, provocando su caída al suelo y la pérdida del agarre en las tonfas de madera.

-Cállate.- fue su única respuesta, pues no le hacía falta que aquel hombre se lo recordara. Él ya lo sabía, él se percataba de que se estaba alejando más de todos, pero eso estaba bien, siempre y cuando los protegiera.

Sí, puedes empezar de nuevo
Puedes correr libremente
Puedes encontrar otros peces en el mar
Puedes fingir que eso estaba destinado a ser
Pero no puedes estar lejos de mí
Todavía puedo oírte haciendo ese sonido
Dominándome, rodando por el suelo
Puedes fingir que era yo, pero no, oh

Ayuda… alguien ayúdeme… ayu-

-¡Ah-!- en cuanto abrió sus ojos una sustancia vizcosa de color blanco salió de su prepucio, llenando la boca que apareció en algún momento de la noche en su mano. -¿Qué crees que estás haciendo… Sukuna?- ya ni siquiera se molestaba en avergonzarse, al fin y al cabo no podía hacer nada, era completamente inútil resistirse…

-Parece que ya has aprendido..- en un parpadeo se encontró dentro del espacio que ocupaba dentro de su cuerpo el alma del rey de las maldiciones, mismo que le esperaba en una especie de aguas termales rojizas como la sangre que escurría por las venas del humano. -Ven aquí, Fushiguro Megumi…- y él obedeció, no podía negarse, por el bien de sus amigos, no podía negarse…

-Sukuna…- era fácil prepararlo, al fin y al cabo era una rutina de todas las noches desde hace dos meses. Sintió las dos manos ajenas agarrar sus nalgas con tal fuerza que tendría hematomas con esas marcas.

Fue incómodo al principio, follar contigo mismo era algo desagradable, pero con el tiempo suficiente el fragmento de alma perteneciente al rey de las maldiciones tomó su forma original dentro de él, transformándose en el gigante de cuatro brazos y dos rostros que todos los hechiceros temían. Su culo dolía, ardían sus intestinos y aún así no pedía piedad, porque aprendió que eso solo hacía que Ryōmen fuera más cruel, más duro con su cuerpo.

-Si aquel mocoso te viera ahora mismo siendo follado por mí, ¿qué cara crees que ponga Fushiguro Megumi? ¿No crees que se va a odiar por el resto de su vida?- aún inmerso en el dolor de la penetración profunda y el placer que este acarreaba el nombrado fue capaz de mirar directamente al rey a los ojos y agarrarlo por el cuello.

-No eres capaz Sukuna.- y cierta razón tenía, al fin y al cabo habían hecho un trato, uno que impedía que la maldición dañara directa o indirectamente a cualquiera que Fushiguro considerara importante, siempre y cuando le ayudara a revivir.

-Solo por ahora, Fushiguro Megumi…- y esta fue la última conversación que tuvieron ambos antes de seguir sumergidos en la cadena de placer y dolor que cada noche les atrapaba.

No mientas, mientas, mientas, mientas
No puedes negar, no, no, no
La bestia que llevas dentro, dentro, dentro
Sí, sí, sí
No, nena, no mientas, mientas, mientas, mientas
No puedes negar, no, no, no (no puedes negar)
La bestia que llevas dentro, dentro, dentro
Sí, sí, sí

-Con este son 18 dedos…- declaró el pelirrosa, golpeando su mejilla cuando la maldición a la que le servía de recipiente intentó nuevamente tomar el control. La verdad es que lo había notado más tranquilo, al fin y al cabo desde su primera muerte, de la que aún no sabe cómo fue que revivió, Sukuna se había controlado más.

-¿Tienes alguna idea de dónde puedan estar los otros tres?- Nobara tomó la palabra, reposando en su hombro el martillo que usaba como arma.

-No, Sukuna no me ha dicho dónde están…- y lo que él no sabía era que los tenía más cerca de lo que pensaba, justo a su lado, en el interior de Fushiguro. Porque él, con tal de proteger a sus amigos, sería capaz de volverse el recipiente y mascota sexual del rey de las maldiciones. Todo por Itadori, todo por Nobara, todo por su profesor y por su familia. Todo por ellos.

Nena, seré tu predador esta noche
Voy a cazarte, te comeré viva
Al igual que los animales, los animales, los animales
Tal vez crees que puedes esconderte
Pero puedo oler tu aroma de lejos
Al igual que los animales, los animales, los animales
Nena, seré