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Edgar Allan Poe x OC

❁Personaje: Edgar Allan Poe

❁Anime al que pertenece: Bungo Stray Dogs

❁Alguna que otra curiosidad del personaje (opcional): Lleva una relación sentimental con la OC

❁Género del One-shot: Romance/Erótico/Soft

❁Alguna característica física/sentimental que quieran que tenga la/el protagonista (opcional): OC perteneciente a Dazai_TuAmo

❁Breve resumen de la trama: Ninguno, es un regalo sacado de mi imaginación por lo excelente persona que es.

Nuevamente se le había hecho tarde para darse una ducha. Su cuerpo se sentía atrofiado por culpa de la exhuberante cantidad de tiempo que empleaba escribiendo, pero aún así no pensaba abandonar su cometido.

Aunque fuera media noche optó por una cálida ducha así que encendió la regadera y en lo que el agua tomaba la temperatura exacta él fue despojando lentamente su cuerpo de la típica ropa que portaba diariamente. Ya desnudo se permitió mirarse unos segundos al espejo, haciendo a un lado su cabello negro para observar sus propias orbes amatistas metálicas adornadas por feas ojeras que le provocaban sus continuos desvelos por escribir.

Soltando un suspiro algo pesado dejó de prestar atención a su demacrado aspecto y optó por adentrarse en la por fin lista ducha, dejando a su blanca piel humedecerse y colorarse a medida que la alta temperatura chocaba contra ella. Sus músculos se relajaron casi por inercia, principalmente el área de la espalda y caderas, mismas zonas que ya punzaban por estar tanto tiempo sentado. Haciendo uso de una pequeña esponja morada restregó su cuerpo, pasándola lentamente por sus brazos, piernas, abdomen, pecho y otras cavidades. Todo en una lenta coreografía que siempre bailaba en la madrugada. El frío otoñal entraba por el filo de la ventana, pero ni él pudo hacer que la concentración de Poe se desbocara del claro rumbo algo excitante que había tomado. En su enorme imaginación ideó el escenario idóneo para hacer, por primera vez, suya a la linda rubia de ojos bicolores.

Lo veía en una noche de tranquilidad, cuando por fin haya cumplido su venganza y pudiese relajarse por completo. Buscando compañía en su felicidad terminó por declarar aquellos sentimientos que en su pecho habitaban, siendo correspondido por la protagonista de sus novelas románticas y eróticas. Pasarían un tiempo de pareja, en confianza y sin miedo a rechazos los besos, en alguna calurosa noche de verano, tomarían un rumbo más excitante y privado. Él la recostaría entre las impolutas sábanas de su cama y le besaría como lo que era, el ser más malditamente hermoso que conocía. Su boca bajaría con lentitud por el níveo cuello de la mujer, dejando adorables marcas que probablemente tomarían un color rosáceo o violáceo al pasar los minutos. Después de un lento bailar ambos quedarían desnudos, viéndose con extremo cariño y ella, en un acto de valentía indomable, lo dejaría acostado en la cama a su disposición. Ella también le marcaría, dejaría rastros de su amor que él no ocultaría a la mañana siguiente. El tercer integrante de aquella danza se había unido hace mucho y enfundando su traje transparente se adentró a los confines cálidos y húmedos de la protagonista en aquella exquisita danza.

Mientras mejor se imaginaba sus gemidos y acciones sus manos, tomando vida propia, rodearon su miembro con la misma suavidad con la que solía sostener la pluma. Lo acarició, jugó con él por un largo rato, hasta que en el apogeo de puro placer se corrió, manchando las losas amarronadas del baño con su blanca sustancia lechosa. Su cuerpo transpiraba aún más por la caliente temperatura del agua (y de él mismo) así que tuvo que volver a pasar la esponja enjabonada por los mismos sitios. Ya limpio y relajado salió del cubículo y se vistió con un oscuro albornoz antes de poner un pie fuera del baño, chocando con la calefacción de su cuarto y viendo allí, a la única mujer que amaba más que a sus novelas, aquella a la que recién le había dedicado un acto precaminoso al igual que placentero, ella: Lewis Carroll.