Abuelo

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Era de noche cuando una joven pareja, caminaba de un lado a otro en su habitación, arreglandose para una gala importante.

-¿Crees que sea buena idea?

Preguntó la mujer mientras terminaba de aplicarse perfume en su vestido largo color rosado, a la vez que se dejaba caer en su esposo que yacía sentado en el sofá, con una ropa igual de elegante que la de su esposa.

-Realmente no lo sé, pero no tenemos opción. Además, no puede hacerles nada malo. Son dos niños de 4 años. Afortunadamente dejamos a Hugo con tus padres.

Ella se giró para mirarle al rostro aún encima de él, algo preocupada.

-Adrien, teníamos 14 cuando combatimos por primera vez con él.

El asintió recordándolo, tomando su rostro y plantandole un suave beso en la nariz, intentando tranquilizarla.

-Lo sé, pero ahora él ya es bueno. Tranquila, mi padre los adora, mucho más de lo que alguna vez lo hizo conmigo. También está Nathalie. Ella sabrá cómo cuidarlos.

Ella lo imitó y tomó sus mejillas con cariño, relajando su tenso ceño.

-Bien Chatton. Confiemos en que nuestros hijos seguirán sanos y salvos en cuanto regresemos.

Y tras decir eso, estaba por besar sus labios, siendo interrumpidos por el timbre de la entrada.

-Bien, llegaron mis suegritos.

Habló Marinette intentando levantarse del regazo del rubio algo nerviosa, hasta que sintió los brazos de su marido aferrarla a su cuerpo, el cual le daba besos juguetones entre risas.

Ella por el contrario buscaba levantarse con urgencia y sin despeinarse tanto.

-Adrien, déjame ir a abrirle a tu padre. No queremos hacerlo enojar.

Le dijo intentando safarse mientras el negaba.

-Dejalo esperando un poco. Recuerda la ocasión en que me lanzó del arco del triunfo,  hasta el campo Marte.
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Gabriel veía por la gran ventana como su hijo y nuera salían en el auto en dirección a su compromiso, quienes no sabían si habían tomado la decisión correcta.

Entonces giró su cabeza hacia un costado y observó a Nathalie que llevaba en brazos a un medio dormido Louis, que sostenía en su mano a una muñeca de Lady Bug.

Nathalie la tomó y disimuladamente la tiró al suelo, parándose sobre ella, y clavando la punta de su tacón en la cara.

Habían prometido ser buenos, pero a Lady Bug y a Chat Noir jamás dejarían de odiarlos.

Saliendo de sus pensamientos, el hombre observó como su pequeña nieta se acercaba donde él.

-Abuelo, cuéntame una historia de súper héroes como mis papás siempre me las cuentan.

La niña observó como el ceño de su abuelo se fruncía rápidamente y retrocedió.
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Flashes de cámaras y saludos a socios comerciales importantes. La pareja Agreste observaba con cansancio el panorama para lo que les restará de noche.

Al mismo tiempo, la ojiazul sentía un leve malestar en el pecho, y en la nariz.

-Adrien, tengo un mal presentimiento.

Le dijo en un susurro al ojiverde, mientras sonreía falsamente para una foto, ganándose la mirada de Adrien, que aunque trataba de lucir despreocupado, lucía todo lo contrario

-Yo igual, pero ahora no podemos ir.

Le dijo antes de abrazarla y posar para una foto que les estaban pidiendo, mientras ambos sentían en su interior que algo malo estaba pasando.
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Unos pequeños ojos azules totalmente abiertos, miraban de manera indiscriptible a su abuelo.

-Entonces el villano quemó vivos a Lady Bug y Chat Noir y luego ellos les entregaron sus miraculous. Fin.

Silencio fue lo que reinó en la sala hasta que escuchó como una leve risa salió de su pequeña boca.

-Genial.

Gabriel la miró con orgullo. Ya tenía nieta favorita.
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Sombreros y bigotes falsos, y reemplazar zapatos y zapatillas por tennis, fue lo que Adrien y Marinette tuvieron que hacer para poder huir de la fiesta que ya había comenzado.

El ojiverde corría rápidamente, llevando en su espalda a la ojiazul, que se había caído varias veces por su vestido, todo por la desesperación de ver si sus hijos estaban bien.

-La fiesta ya empezó, entonces no notarán nuestra ausencia. Solo veremos a nuestros hijos y regresaremos.

Se repetía Marinette una y otra vez, observando cómo ya habían pasado 3 de las 4 cuadras que les restaban para llegar a su casa.

Al ver que ya casi habían llegado, la ojiazul rápidamente tomó las llaves y bajando de la espalda de su esposo, entró por la puerta de servicio.

Sigilosos pasaron la cocina llegando finalmente a la sala, donde se escondieron detrás de un muro para observar lo que sucedía.

Suspirando aliviados, la pareja de Agreste divisó como Gabriel y Nathalie dormían abrazados, sentados en el sofá, teniendo a su costado la cámara donde podían monitorear la habitación de los niños.

-Vez, te dije que no pasaría nada.

Susurró el rubio abrazandola por detrás, antes de sentir que movían algo con sus pies, palideciendo al bajar la mirada y observar todas las muñecas de trapo de superheroes de sus hijos, decapitadas.

-Fue un gran acierto nunca revelarle nuestra identidad a tu padre.
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Mamá Marinette les preparaba el desayuno a sus hijos, lista para llevarlos al jardín de niños.

Adrien que ayudaba lavando los trastes, disfrutaba del ambiente de relajación que se sentía en todo su hogar, escuchando la música sonar, y las vocecitas de los pequeños rubios, que jugaban entre sí.

-Dame tu miraculous.

Los Agreste mayores se miraron entre sí con espanto, al escuchar a su pequeña hija decir esa frase al jugar, sintiendo un aire familiar en su manera de decirlo.

-Oh no.

Bien bonitas las historias del abuelo Gabriel JAJAJAJAJ. Sería interesante saber cómo sería él con sus nietos.

Pero bueno, ojalá les haya gustado esta historia

En fin, disfruten.

Momentos (One-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora