Su suave piel se encontraba sucia y su cabello enmarañado, con costras de sangre seca que le pegaban el pelo a las sienes y en sus ojos se reflejaba el miedo y el dolor.
Los pasos se habían detenido frente a su puerta, ahí venían de nuevo y sintió cada músculo de su cuerpo estremecerse anticipando un dolor futuro.
Una tortura más, aunque apenas había despertado de la anterior. Cada vez duraba menos, la conciencia le traicionaba y huía lejos a un lugar donde el dolor de su cuerpo no pudiera alcanzarla. Su respiración se volvió profunda y pausada y sus dedos entumidos enterraron con debilidad las uñas en sus palmas.
Cerró los ojos y esperó "clap, clap,clap" los pasos presurosos de alguien que se acercaba.
Sintió la tibia sangre resbalar por sus muñecas, contra su fría piel esta ardía, pues la falta de sangre había enfriado sus miembros que al estar atados le impedian bajar a restaurar la circulación.
Llevaba un astro atado, sujeto de las muñecas con el cuerpo colgante, no sabia si era día o noche. Las marcas del látigo y el fuego recorrían su cuerpo como telarañas sangrantes.
"Clapclapclap" los pasos se apresuraron, pero a pesar de la cercanía apenas podía escucharlos, sus oídos estarían fallando, pero no era así.
Se estremeció al sentir la presencia a su lado e inconscientemente suplicó en silencio, con un lastimero gemido.
El contacto con su piel no provocó dolor ni agonía, no gritó de terror sino de sorpresa, al encontrarse con unas cálidas manos que recorrían a toda prisa sus brazos hasta romper sus ataduras y cuando cayó al suelo le ayudaron a ponerse en pie, aunque su lastimado cuerpo no logró mantener la posición.
-Salgamos de aquí, toma mi fuerza y vamonos, arriba Cairabel, levántate porque es hora de correr- y lloró, lloró al reconocer la voz de Kaala que había acudido en su rescate.
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Fragmento de una historia que no creo terminar, pues no pude escribirla, esto es lo que escribí para intentar convencerme de que todo saldría bien, pero vamos, no pude hacer daño a un personaje que tanto amé...
