-¿Qué querría ella? ¡Ella no esperaba eso de ti! -Le gritó al muchacho pelinegro, este enseñó los dientes con furia y en un ataque de ira se lanzó conta el otro gritando.
-¡Es mi vida! No la de ella, ¡Ella decidió acabar con eso hace mucho tiempo! Ella decidió morir... Si quería a alguien que ayudara a otros ¡Pudo haberlo hecho ella misma! -La desesperación y el dolor chocaron en sus ojos oscuros como dos bloques de hielo, fríos, indestructibles, mortíferos.
Ella se dio por vencida, ella se rindió a la vida y se entregó a la muerte... él no tuvo tiempo de hacer nada, no supo cómo salvar su vida. La había amado, con todo su ser, se había entregado a ella en cuerpo, corazon y alma. Pero al final ella había sido débil, había preferido huir, terminar con su misión antes de tiempo...
-Pensó que había hecho todo lo que debía, que había... aprendido lo que tenía que aprender... y se fue. Se fue sin mí. -Su voz se quebró. -Pero no... falló, dejó cosas inconclusas, aprendió pero no enseñó. Me abandonó aquí ¡Y eso nunca se lo voy a perdonar!
La había amado, tan fuertemente que sus sentimientos rotos por el dolor y la pena habían podrido su corazón y lo habían llenado de odio... la odiaba, la odiaba más que a nadie, porque era todo para él y aún así ella lo había dejado.