Capítulo 13

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Con el paso de los días Roger se había convertido en otro compañero más de nuestro pequeño grupo de amigos. Ya no éramos tres sino cuatro y no había un solo momento en que no nos estemos riendo debido a las malos chistes del rubio teñido, que por cierto, él nos jura es su color natural.

Y no exagero cuando digo que estábamos juntos todo el tiempo porque lo digo de manera literal. Debido a la gran química que tuvimos con él, decidió alquilar el único cuarto desocupado del apartamento así que ya prácticamente vivimos todos juntos lo cual es divertido ya que un día a la semana todos nos reunimos a una noche de películas con pizza y alguna otra comida chatarra más bebidas alcohólicas y otro día hacemos comida mexicana en las noches mientras conversamos, contamos algunos chismes y otras anécdotas graciosas que ocurren en el bar en el que trabajo.

Y hablando de trabajo, aunque me hace amanecerme, es muy entretenido. Siempre vamos juntos. Mientras yo trabajo, Alice, Aaron y Roger se apropian de alguna mesa y empiezan a conversar mientras se burlan de mí a lo lejos, a veces bailan y otras veces se separan y se ponen a coquetear cada uno por su lado con algún desconocido.

Faltaba poco para que las clases en la universidad empiecen por lo que tuve que ir a la biblioteca a conseguir unos libros para mis próximas materias. Aquel lugar lucía muy moderno y amplio por lo que no pude evitar recorrer cada pasillo y admirar la belleza arquitectónica que poseía el edificio y las múltiples repisas repletas de libros desde clásicos de la literatura, de ingeniería, marketing, matemáticas, historia y demás.

Contaba también con cubículos en donde se podía encerrar y trabajar tranquilamente sin que alguien llegue a estorbar. Computadoras de última generación también eran protagonistas del lugar y sin mencionar los chicos lindos de los alrededores.

— ¡Buenos días! —saludo sonriente a la mujer detrás del escritorio, la cual me observa sobre sus lentes y me da una mirada que recorre mis pies hasta llegar finalmente a mi rostro.

— Buen día. ¿En qué le puedo ayudar? —su forma desganada de saludar me hace pensar que tuvo un mal día, o quizás odia su trabajo o su vida en general.

— Tengo una lista de libros que necesito para mis clases y me dijeron en administración que usted me podría ayudar a conseguirlos.

— Pues se han equivocado, la chica encargada de eso está de vacaciones así que te tocará hacerlo por tu cuenta, muchacha. —y apenas termina la oración, su mirada vuelve a su computadora dispuesta a seguir en su trabajo.

— Entiendo. —qué incómodo. — ¿No hay alguna manera de que usted me pueda guiar? Es que realmente no conozco este lugar y no sé dónde están los que necesito.

— Lo siento pero no se puede ahora.

¿Por qué todas las bibliotecarias son tan indiferentes y malas?

¿Será que es el requisito indispensable para que las contraten?

Todas las personas con las que me he topado en la universidad han sido amables conmigo pero supongo que siempre habrá excepciones.

Ante mi mirada de desconcierto la señora procede a volver a hablar.

— Vea niña, ya le comenté que la que se encarga de eso no está. Tiene dos opciones, la primera es esperar que mi compañera regrese de sus vacaciones, lo cual será cuando las clases ya hayan empezado, por lo cual no le aconsejo tomar esa opción.

— ¿Y la segunda?

— Pues buscarlo por su cuenta. Estamos en la universidad no en la escuelita, no creo que sea complicado para usted hacerlo ¿o sí?

ANGEL EYES ϟ Roger TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora