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El sol entraba por la ventana y daba directamente a sus ojos. Empezó a moverse en la cama intentando evitar que los rayos de sol lo despertase, pero ya era tarde. Al levantar un poco su párpado se percató de la ausencia de su hermano en la cama. Finalmente se incorporó y empezó a andar por toda la casa en busca del de pelo rubio castaño sin encontrarlo. Tomó su teléfono viendo que tenía un mensaje del que estaba buscando. 

Carlo

Hoy no estaré por la ciudad debo "visitar al cirujano para los implantes del culo".

Sonrío ante el mensaje negando con la cabeza dejando que de su boca escapase una pequeña risa. Comprobó que no tuviese más mensajes y, como casi siempre, no tenía. Apagó su celular y lo dejó en la encimera de la cocina que se encontraba ahora mismo. Suspiró cansado. Al parecer hoy estaría solo por la ciudad. Aprovecharía para vender algunas pirulas y entretenerse con algo, lo que fuese. Mientras habría el frigorífico con la finalidad de tomar algo para desayunar en su mente maquinaba un plan tranquilo. Tal vez visitaría el casino después de darle trabajo a sus empleados o incluso podría llamar al chino Hai y pasar un poco el rato con él. No tenía nada mejor que hacer sin su hermano. 

No estuvo mucho más en su casa. En cuánto terminó de tomarse el café que había preparado, se vistió y salió de casa montándose en su Mercedes. Condujo con tranquilidad hasta su negocio en el que, gracias a dios, estaba José en el mostrador, vendiendo un Menú Krule pero sin Rule a algunos clientes. 

Una vez la tienda estuvo totalmente vacía le hizo una señal al gitano con la cabeza, indicándole que le siguiese hasta el sótano del badulaque. Aquí dentro ya saludó correctamente al moreno de piel. 

-Buenas, José. ¿Llevas mucho tiempo por la ciudad?- saludó cordialmente a lo que no tardó mucho en ser respondido por el chico, contando tendidamente un poco su mañana. El italiano simulaba el estar escuchándolo pero no lo estaba haciendo, tan solo asentía con la cabeza y de vez en cuando soltaba un "mhm" para indicar que prestaba atención, aunque no fuese así-. Pues muy bien- dijo sin antes carraspear un poco la garganta después de ver que los labios del de cadenas de oro no se movían más.- ¿Sabes tú si se encuentran Volkov o Anya por aquí?

-Pues no lo tengo muy claro. Volkov, el tío, es como misterioso. De Anya... Pues seguramente ande cayéndose de la moto por ahí- comentó cruzándose de brazos, apoyando su peso en una sola pierna-. 

-Vale, José. Muchas gracias- dijo irónico, tomando su teléfono y justo antes de que lo encendiese, la pantalla de éste se iluminó dejando ver el nombre de Anya en grande.- Mira- levantó la vista un segundo para luego volverla a su celular-. Hablando de la reina de Roma- descolgó y comenzó a hablar con la chica de pelo albino sobre reunirse en el lugar en el que justo se encontraba en ese momento junto a Heredia. Ésta le comentó que se encontraba con Víktor así que "mató a dos pájaros de un tiro" y le pidió que le acompañase.- Vienen los dos- comentó una vez había finalizado la llamada, saliendo del sótano-.

Tras esperarlos unos cinco minutos, aproximadamente, llegaron los dos que había reclutado. No estuvo mucho tiempo hablando con ellos, tan solo les entregó la cantidad que les correspondía de pirulas que debían vender en un día y se despidió de ellos. Se colocó su traje de basurero u obrero, aún no sabía de que estaba disfrazado, pues él también tenía pensado el vender un poco para pasar el día. Sacó del garaje su Kawasaki Ninja y se montó en ella de casi un brinco. Se dirigió al norte, cerca de Paleto, escuchando algo de música mientras comenzaba a vender un poco.

-Mira, mira, José. ¡La dobliña!- dijo por radio, emocionado mientras esparcía de su mercancía por Marbella. El nombrado le siguió un poco la corriente y le felicitó, sobre todo por complacer la alegría del rubio-. 

¿Por qué? (Roni)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora