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-Miranda, cada día más guapa. ¡Qué figurita!

-Salinas... Que no vas a conseguir nada.

-¿Pero por qué no, rojita? No sabes que macho te estás perdiendo.

-¡Salinas!- Interrumpió Toni con un tono molesto-. Que dejes ya a la agente  hacer su trabajo y ven al puto coche que vamos tarde. 

-Uy, uy, uy. La rubita está sacando su temperamento- soltó Raúl con el ceño fruncido, acercándose al coche donde estaba el italiano-. Llámame, linda- le guiñó el ojo a la policía, escuchando un bufido por parte del rubio-. Qué te pasa, muchacho. 

El Gambino mayor no contestó y tan solo se dirigió hacia el Vanilla, donde tenían programada una reunión. 

Nada más llegar, tal y como era costumbre, Salinas se dirigió directamente a la sala donde las bailarinas actuaban y como era ya tarde, dio la casualidad que estaban bailando. Ilusionado, se acercó, aplaudiendo fuertemente y gritando el nombre de cada una de las bailarinas que conocía a la perfección. 

Toni fue tras él y lo agarró de la corbata bruscamente. Lo arrastró hasta la puerta del despacho de Hai.

-Toni, deja de ser tan celosa. Mantente tranquilo, tu hombre ya está aquí- mientras decía esto, intentó abrazar al de ojos azules, siendo rechazado-. 

-Tira pa' dentro- lo empujó hasta dentro-. 

Dentro estaban todos sus socios: Hai, Igor, Anya, Volkov, José y Carlo. Estaban a punto de comenzar justo cuando se adentraron. Se pusieron en corro para facilitar la comunicación. Junto a Hai se encontraba Toni, el cual, de vez en cuando, recibía palmaditas en la espalda. Poco después de iniciar a explicar lo que tenían planeado el Gambino mayor se movió de su sitio, colocándose al lado de Salinas. 

Estos detalles no pasaron desapercibido por el mexicano, quien llegó a una conclusión la cual tomaba como cierta. Toni y Hai se querían mutuamente. Toni se sentía nervioso al lado de Hai y es por eso que intentaba evitarlo, en cambio Hai era del tipo que demuestra directamente sus sentimientos. Se sentía orgulloso de haberlo descubierto de los primeros. Ayudaría a su amigos y jefe a estar juntos. Se lo había propuesto como objetivo. Actuaría como celestina para su buen amigo el italiano. 

La reunión había consistido en hablar sobre su próximo gran encuentro. Iban a realizar un intercambio de pirulas con otra organización que les daría armas y dinero en grandes cantidades. Ese encuentro  se realizaría en un par de días pero no era una gran dificultad pues, a no ser que alguien hiciera un mal gesto, no habría ningún tipo de peligro. 

Todos habían abandonado la sala, salvo el abogado y el chino. El más bajo se acercó a su jefe con total confianza y apoyó una de sus manos en su escritorio. 

-Hai... ¿Puedo preguntarte algo con total confianza?

-Clalo. Able el pico, abogaducho- se colocó las manos tras el cuello, esperando su pregunta-. 

-Toni y usted... ¿Tienen algo?

-¿¡Qu-QUÉ!?- Se levantó de la silla, dejando la posición pasota que había adquirido-. A qué te refieles. ¿Pol qué lo dices?

-Es que... Últimamente he notado actitudes que... Bueno, lo he intuido. 

- Bueno... Yo no te lo he dicho entonces... Sí, se podlía decil que algo hay- dijo coqueto, recolocándose las gafas-. 

-¡Lo sabía! Mi intuición nunca falla- se sacudió su americana-. Bueno, Hai. Lo que sea me llama- comenzó a andar hacia la salida del despacho-. 


Los italianos estaban en su casa, ambos en pijama y con una mascarilla puesta. Estaban teniendo una noche de belleza entre hermanos mientras hablaban de ciertos temas triviales hasta que Carlo soltó un tema que el mayor quería evitar a toda costa. 

-Toni... Tengo una sensación últimamente de que estás muy raro- dijo algo adormilado, con sus ojos cerrados, mientras esperaba que el cosmético hiciera acción-. 

-¿Por qué lo dices? Yo estoy de lujo, Carlo. Nos va de maravilla en el negocio y vamos aumentando las cifras cada vez más. No me puedo quejar. 

-No me refiero a eso. Sé cómo eres y creo que te gusta alguien. 

-¿Qué dices?- Se incorporó de golpe, haciendo que se le cayese la mascarilla de la cara-. ¿Estás loco? Pff, ni de coña. 

-Te estás poniendo a la defensiva. Eso es que es verdad- abrió un solo ojo, viendo a su hermano-. Va, tío. Dime quién es. Soy tu mejor amigo, tu hermano y confidente. ¿Es alguien de la organización?

-No es nadie- se cruzó de brazos con el morro hacia afuera-. 

-Sí que lo es... ¿Es Anya? Sí, es ella. ¿Verdad? Siempre estás con ella y parece que os lleváis muy bien.

-¿Anya?- Dijo con su ceño fruncido-. Qué va. Ella es muy buena amiga mía pero no me gusta. No puedo verla como mi pareja- dijo con sinceridad-.

-¿Es el chino? No me jodas que es el chino- se sentó correctamente, retirándose la mascarilla algo molesto-. Como sea el chino ya no te considero mi hermano. 

-¿Hai? Ese menos aún. Él es muy pegajoso y creo que yo si que le gusto pero, ¿él a mi? Ni de coña, chaval- sacudió su cabeza, como si le asqueara la idea-. 

- Entonces... Igor, no; Volkov, no, ni siquiera hablas con él; Fedor, no. Salinas... ¿¡Salinas!? Siempre estás con él y hay veces que siempre lo defiendes. Es él. Es él, ¿verdad?

-¿Qué?- Casi gritó con una voz bastante aguda-. Carlo, no te inventes historias. Para ya, eh. ¿Acaso me meto yo en tu vida privada? No. No te digo nada sobre que estás detrás del culo del ruso esclavo. Déjame ya. 

- Joder, Toni. Que malo eres disimulando - comenzó a reír-. No me puedo creer que te guste el tío más lechoso, guarro y heterosexual de este mundo. No es para nada tu estilo. 

-¿Tú que sabes que es mi estilo?- Se levantó del sofá-. Yo también puedo ser un poco guarro, eh. ¿Y quién te dice que Salinas es tan heterosexual? Es más, no entiendo ni por qué intento defenderlo porque NO ME GUS-TA- puso énfasis en esta última frase-. Es más, el próximo día que le veamos le pego un tiro para que veas lo poco que me gusta. Porque no me gusta nada- mientras que decía todo esto estaba andando hacia la puerta de su cuarto-. Y ahora, como no te soporto, me voy a la cama- entró y cerró de un portazo la habitación-. 


Una vez allí dentro notó como la sangre estaba en sus mejillas alterada, hasta el punto de estar ardiendo. Se acercó a la cama y se sentó en el borde, tomando su móvil. Se quedó viendo la pantalla del celular durante unos 5 minutos en los que decidió marcar el número del causante de miles de emociones en su interior. 

-¿Si?- Se escuchó la voz del mexicano a través de la línea-. 

-Hola, Salinas...- Su voz estaba algo entrecortada y de mientras jugaba con sus pies-. 

-¿Qué quieres, Toni?

-Nada- rio algo nervioso-. Es solo que hoy... Has sido tú quien no se ha despedido bien. 

-Oh, lo siento, muchacho- se escuchó la risa del mayor, que hizo que el corazón del rubio se acelerase de pronto-. Ten una linda noche. Te quiero- alargó la 'o' final para darle su toque más cómico-. 

-Buenas noches, Salinas- se sentía nervioso, pero al mismo tiempo sentía algo de decepción al saber que no lo decía de verdad. Sabía que no debía sentirse así-. 

-Y por cierto. Que sepas que tu secreto está a salvo conmigo. 

-¿Cuál secre-

-Bai- interrumpió al italiano, colgándole-. 

-¿Qué secreto está hablando?


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Se me hace raro escribir para esta historia pero tenía ganas.

¿Por qué? (Roni)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora