Todos los clarianos le miraban atónitos, con los ojos como platos y sin apenas pestañear.
El chico rubio se acercó más a ella, frunciendo un poco más el ceño, aunque Diane no pensaba que aquello fuera posible.
-¿Otro... Laberinto? -preguntó confuso.
-Sí. Otro Laberinto -resopló ella-. La verdad es que no sé si hay más. No me extrañaría para nada.
Silencio.
-¿Y en ese Laberinto sólo hay chicas? -preguntó un chico bajito y gordito.
-Sí -afirmó la chica-. Y por aquí sólo chicos, por lo que veo. Oye -se le ocurrió de repente-, ¿ha desaparecido algún chico últimamente?
-¿Cómo lo sabes? -esta vez, el chico rubio hablaba con un deje de acusación en la voz.
-Porque, Einstein -dijo ella sarcásticamente-, si me han mandado aquí, será porque a mi Laberinto han mandado a otro chico de aquí. Tiene sentido, ¿no? -aquel razonamiento dejó sin palabras al chico rubio.
Los demás chicos, que ya empezaban a acostumbrarse a la presencia de la chica, iban comentando sus opiniones respecto a ella. Sobre todo reinaba la desconfianza, cosa que ella no podía reprocharles. Pero, si no había escuchado mal antes...
-Espera -se volvió hacia el chico rubio-. ¿Cómo que otra chica?
Los chicos se callaron y miraron al rubio, esperando a que contestara. Éste resopló.
-No eres la primera. Hace unos días llegó otra chica, pero aún está inconsciente.
-Llévame a verla. A lo mejor es del Laberinto del que procedo.
-De acuerdo -accedió él.
Los clarianos se dispersaron para continuar con sus trabajos. Mientras, el chico rubio guiaba a la chica nueva hacia una cabaña de madera.
-Me llamo Newt, por cierto -se presentó.
-Encantada.
Siguieron caminando hasta que llegaron a su destino. Al abrir la puerta, Diane divisó unas empinadas escaleras que, según descubrió segundos después, llevaban a una estancia que debía ser algo así como el hospital del Claro.
La chica estaba al final de la sala, tumbada en una camilla. Estaba pálida y parecía que no respiraba, aunque Diane sabía que no era así ya que, si no, seguramente ya se habrían desecho de ella.
-Bien, ésta es la chica -apuntó Newt, como si hubiera trescientas más alrededor y fuera imposible discernir cuál de todas era-. ¿La reconoces?
Diane se acercó a la camilla.
Definitivamente no, no la conocía. No pertenecía al otro Laberinto.
-No, lo siento.
Newt resopló. Era evidente que lo de aquella chica era un enigma para él y quería descifrarlo cuanto antes. Era comprensible.
Ya que Newt parecía haber aceptado que nada sucedería hasta que aquella chica se despertase, se giró para mirar a Diane y lo hizo de una forma tan severa que le asustó.
-Me temo que nos debes una explicación, verducha.-----------------------------
Los guardianes, Alby, Newt y la chica se reunieron en otra cabaña, también de madera, justo cuando se ponía el sol. Habían tenido que esperar a los corredores, y ahora se encontraban todos reunidos. A Diane le intimidó el hecho de que fueran todos chicos menos ella.
-Bien -dijo un chico moreno que, según le había contado Newt, no era guardián de nada al igual que él, pero estaba a cargo del Claro, por lo que ella asumió que Newt debía de ser importante también si le dejaban participar en las reuniones-. Estamos aquí porque las cosas no pueden torcerse ni un pelín más -varios chicos rieron, pero fueron más bien risas nerviosas-. Tres judías verdes en pocas semanas. Y dos de ellos son chicas. No sé vosotros, pero a mí me huele raro.
-Espera, Alby -se levantó Newt y se colocó junto a él-. Eso no es todo. Diane, por favor, cuéntanos lo que sepas -giró la cabeza para mirarla.
Ésta se levantó de su sitio y se colocó justo enfrente de todos los chicos.
-Bien, eh... -empezó a decir nerviosa, aunque se obligó a calmarse-. Bueno, yo vengo del otro Laberinto. En él sólo hay chicas. Todo está más o menos organizado como aquí, cada una tiene su trabajo y hace lo que debe.
-¿Y un día apareciste en la Caja, sin más? -preguntó un chico asiático sentado en primera fila que, por cierto, era muy musculoso.
-Sí. No recuerdo nada de los momentos de antes, sólo de haberme despertado en la Caja de nuevo -contestó.
-¿Y te acuerdas de todo lo anterior?
-¿Quieres decir que si tengo recuerdos de antes del Laberinto? -El chico asintió-. No. Cuando desperté en la Caja en el otro Laberinto, no recordaba absolutamente nada, igual que todos vosotros. Y un día de repente, me encontraba otra vez en la Caja, salvo que esta vez las cosas eran muy distintas.
Todo el mundo calló.
-La otra chica no es del otro Laberinto -intervino Newt-. Al menos, ella no le reconoce -concluyó mirando a Diane.
-¿Y qué vamos a hacer? -preguntó uno de los que estaban sentados.
-No lo sé -resopló Alby, claramente enfadado-. Habrá que darle un trabajo a esta verducha hasta que la otra chica se recupere y nos diga algo. De nada nos valdría que se dedicara a mirar las fucas nubes. Dime, ¿qué hacías en el otro Laberinto? -preguntó.
-Corredora. Era corredora.
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La última clariana (El Corredor del Laberinto)
Fiksi Penggemar¿Qué pasa si una clariana del otro Laberinto, donde sólo hay chicas, es enviada al Laberinto donde sólo hay chicos? ¿Cambiará eso el comportamiento de los chicos? ¿Y si eso no fuera lo único que CRUEL es capaz de hacer con tal de estudiar el comport...