Capítulo 7

78 8 1
                                    

Longbourn* distaba de solo una milla de Meryton*, lugar donde residía la hermana de Karina, la señora Reiss, junto con su esposo el señor Rod Reiss, quien sucedió el cargo de juez del padre de señora Karina y señora Reiss. Meyton resultaba estar una distancia conveniente para las muchachas Zackly, quienes iban al menos tres o cuatro veces por semana a visitar a su tía y una tienda de moda que estaba justo en el camino.

Hitch e Historia, eran en especial dadas a esas ocupaciones, siendo más ociosas que sus hermanas, y cuando no se les ofrecía algo mejor, se imponían a dar un paseo por Meryton a fin de entretenerse durante la mañana y procurarse conversación para la tarde, y aunque no solían abundar las noticias siempre hallaba forma de saber su tía. Actualmente ambas estaban con una buena provisión de chismes y alegría debido a la llegada de un regimiento de la milicia a la vecindad, el cual permanecería allí todo el invierno, siendo Meryton el cuartel general.

Las visitas a la señora Reiss eran ahora de lo más interesantes. Todos los días conocían sobre los nombres, familias y viviendas de los oficiales, y al fin, comenzaron a conocerlos ellos mismos. El señor Reiss los invitó a todos y eso llenó de felicidad a aquel par de jóvenes muchachas.

Una mañana tras escuchar sus entusiasmos acerca de esto, observó fríamente el señor Darius:

- Por su modo de hablar, puedo afirmar que ambas son las muchachas más tontas de todo el territorio. Lo sospechaba hace tiempo, pero ahora estoy convencido.

Hitch quedó desconcertada con su comentario y no contestó.

- Me asombra, querido -dijo la señora Karina-, que estés tan dispuesto a hablar de las tonterías de tus propias hijas. Si yo hubiera de despreciar a alguien, no serían a mis hijas.

- Si mis hijas son tontas, lo menos que puedo hacer es reconocerlo.

- Sí, pero el caso es que todas son muy listas -reclamó su esposa.

- Éste es el único punto en el que no estamos de acuerdo, ya que pienso que nuestras dos hijas menores están por completo locas.

- Querido Darius, no querrás decir que las muchachas así tengan tanto sentido como como su padre y su madre. Supongo que cuando lleguen a nuestra edad dejarán de hablar tanto de los oficiales. Me acuerdo, en mis tiempos, que me gustaba mucho aquel traje rojo y en verdad que aún me sigue gustando, y si un coronel joven con cinco o seis mil libras anuales se quisiera casar con una de mis hijas, no se lo negaría.

En ese momento, un criado llegó con una carta para Frieda; venía de Netherfield. Los ojos de la señora Karina brillaron de alegría y estuvo en silencio mientras su hija leía.

- Bien, Frieda, ¿de quién es?, ¿Qué dice? Vamos, Frieda, apresúrate, dinos, cariño.

- Es de la señorita Petra -dijo Frieda, y la leyó en voz alta:

"Mi querida amiga:

Le ruego que venga a comer hoy con Nanaba y conmigo, ya que estamos expuestas a odiarnos la una con la otra por el resto de nuestras vidas, pues un día entero de conversación a solas entre dos mujeres no puede acabar si no en disputa. Ven lo antes que puedas tras recibir esta carta. Mi hermano y los demás señores irán a comer con los oficiales.

Su afectísima,

Petra Smith".

- ¿Puedo llevar el carruaje? -preguntó Frieda.

- No, querida mía, y harás mejor en ir a caballo, pues parece que va a llover, en cuyo caso tendrás que quedarte allí toda la noche.

- Sería vergonzoso -exclamó _______________- que no se ofrecieran a regresarla a casa.

Pride and prejudice (versión AoT) - LevixReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora