Capítulo 2

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El señor Darius había sido de los primeros que visitaron al señor Smith. Siempre pensó en hacerlo, aunque siempre le asegurara a su esposa que no lo haría, y hasta la tarde siguiente a la visita no tuvo aquella conocimiento de la misma. El hecho quedo revelado del modo siguiente: observando el señor Darius a su segunda hija ocupada en adornar su sombrero, dijo de pronto:

- Espero que le guste al señor Smith, ___________.

- No llevamos camino de conocer los gustos del señor Smith –replicó la madre con resentimiento– puesto que no le visitamos.

- Por lo visto olvidas, mamá – le contesta su hija – que le encontraremos en reuniones publicas y que la señora Springer ha prometido presentárnoslo.

- No creo que la señora Springer haga tal cosa. Tiene dos sobrinas, es egoísta e hipócrita, y no tengo de ella buena opinión.

- Tampoco yo –añadió el señor Darius-, y me alegra que no dependas de sus servicios.

La señora Karina no replicó, pero era incapaz de contenerse y comenzó a regañar a sus hijas.

- ¡No tosas así, Hitch, por Dios! Compadécete un poco de mis nervios. Los desgarras a pedazos.

- Hitch no es discreta al toser –dijo el padre-, lo hace de manera inoportuna.

- No toso para divertirme –replicó Hitch con mal humor-. ¿Cuándo es tu próximo baile, ___________?

- De mañana en quince días – respondió _______________.

- Así es –exclamo tu madre– y la señora Springer no regresa hasta el día anterior, de modo que le será imposible presentárnoslo, porque ella misma no lo conocerá aún.

- Entonces querida, puedes adelantarte a tu amiga presentándole tu al señor Smith.

- Imposible, Darius, imposible, porque yo tampoco le conozco aún. ¿Por qué me atormentas así?

- Celebro tu cautela. Quince días de relación es en verdad muy poco. En realidad, no se puede saber al cabo de ellos que clase de persona es, pero si no nos aventuramos, otro lo hará, y después de todo, la señora Springer y sus sobrinas han de seguir su suerte.

Las muchachas clavaron los ojos en su padre, mientras la señora Karina exclamó:

- ¡Qué necedad!

- ¿Qué significa esa exclamación? – dijo él-. ¿Tienes por tontas las fórmulas de presentación, con la importancia que tienen? No puedo coincidir eso contigo. ¿Qué dices, Annie? Tú, que eres una muchacha reflexiva y según creo, lees y resumes libros muy voluminosos.

Annie quiso decir algo importante, mas no acertó.

- Mientras Annie ordena sus ideas –continuó él- volvamos al señor Smith.

- Estoy harta del señor Smith- exclamó su esposa.

- Siento oírte decir eso, pero ¿por qué no me lo habías dicho antes? Si lo hubiera sabido esta mañana, no habría ido a visitarle. Es una verdadera desgracia, más ahora que no puedo librarme de su relación.

El asombro de las damas fue tal como él esperaba y el de la señora Karina sobrepasó al de las demás, pero cuando hubo pasado el primer rapto de alegría, comenzó a declarar que eso era lo que había esperado siempre.

- ¡Qué bueno eres, querido Darius! Ya sabía yo que al fin te convencería. Estaba segura de que amabas demasiado a tus hijas para perder una relación como ésa. ¡Qué dichosa soy! Y ha sido buena broma que, habiendo ido esta mañana, no hayas dicho una palabra hasta este momento.

- Ahora, Hitch, puedes toser a tu antojo- dijo el señor Darius, y se marchó, cansado del entusiasmo de su mujer.

- ¡Qué padre tan excelente tienen, hijas mías! – exclamó ella cuando se cerró la puerta- No pueden reprocharle falta de cariño, ni a mi tampoco. A nuestra edad, no es grato entablar cada día nuevas relaciones, pero algo hemos de hacer por ustedes. Historia, amor mío, aunque seas la menor, me atrevo a asegurar que el señor Smith bailará contigo en el próximo baile.

El resto de la velada se pasó en conjeturas sobre cuándo devolvería el señor Smith su visita al señor Darius y en determinar qué día le invitarían a comer.

Pride and prejudice (versión AoT) - LevixReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora