Una y otra vez el recuerdo de tu tacto recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, atormentándome cada noche. Suaves palabras escapan de tus labios color cereza y tras unos pequeños melodiosos gemidos, lo vuelves a decir:
"Eternamente, Harriet"
Precio...
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Me encontraba por segunda vez en el día frente a la casa de Harry, esperando a que este saliese para poder irnos. Minutos más tarde este abrió la puerta dejándome sin habla al instante.
Harry me observó con una gran sonrisa para a continuación dar pequeños saltitos sobre sí mismo, dando una vuelta completa para que pudiese ver su traje.
— ¿Y bien? — preguntó esperando mi respuesta.
Cuando pensaba en Harry no me imaginaba que fuese esa clase de hombre a la que no le importaba lo que dijeran de él pero, al parecer, realmente lo era. Llevaba un traje de chaqueta azul marino el cual era decorado con numerosas flores de diversos colores: desde rojas, hasta azules, doradas y verdes. Los pantalones iban a juego con la americana, estos eran estrechos en la citura y muslos, sin embargo, se abrían en campana al final. Se había decantado por una camisa de color negra la cual la había conjuntado con los zapatos que lucían relucientes, teniendo un acabado en punta que le daba un toque elegante al caótico atuendo. Era un traje de lo más llamativo, sin embargo, era precioso y a Harry le quedaba estupendo. Era una persona atractiva, sin duda pero, se veía especialmente guapo vestido de chaqueta.
— Wow — me limité a contestar dándole una pequeña sonrisa para que entendiera que realmente me había agradado.
— Es un poco viejo pero es bastante llamativo y eso me encanta. Es uno de mis favoritos — explicó mirándose a sí mismo mientras se colocaba la chaqueta.
— Te queda genial, Harry — contesté. A pesar de haber cogido algo de confianza, no me sentía preparada para halagarle como lo haría con Niall de una forma tan natural y tranquila. Este me dedicó una sonrisa la cual borró rápidamente, examinándome. Harry levantó las cejas con sorpresa y me sentí intimidada, nuevamente, por sus ojos observándome. Notaba como el calor subía a mis mejillas así que simplemente aparté la mirada hasta que alguno de los dos se dignara a decir algo. Por suerte, el silencio que habíamos creado no duró mucho pues se vio interrumpido por las palabras de mi acompañante.
— Te ves muy bien, Faith — habló suavemente dedicándome una sonrisa tímida.
— Muchas gracias — susurré. Como era costumbre, se creó un gran e incómodo silencio entre nosotros, por lo que decidí hablar de nuevo — deberíamos irnos. Aún nos queda recoger a Amelia y seguro que Niall ya está de los nervios — Harry asintió dándome la razón mientras cerraba la puerta tras sí.
De su bolsillo sacó unas llaves y apretó un botón que colgaba del llavero, abriéndose inmediatamente la gran puerta blanca del garaje pudiendo así ver el interior de este. Me sorprendí al ver lo poco predecible que podía llegar a ser Harry. Dentro tenía una moto negra que, a pesar de ser bastante aparatosa, también era bastante pequeña, digna de un motero. Sin embargo, a una izquierda había un reluciente descapotable clásico color amarillo pastel, digno de un actor de los cincuenta.
— ¿Qué prefieres? — preguntó con una sonrisa señalando ambos vehículos.
— Me gustan las motos pero ahora mismo prefiero el descapotable — hablé aún ensimismada, acercándome a este. Lo acaricié apreciando el precioso color pastel que lo cubría, realmente era hermoso.