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Nos encontramos en un humilde pueblo de un humilde reino, en la más destartalada casa del más lejano pueblo las personas intentaban sobrevivir, por el día parecían muy amables y grandes personas pero por la noche las ratas salían a jugar.

Esa mañana una pequeña chica de no muchos años salía a dar un paseo por el pueblo, su cabello, tan rojo como la misma sangre recién derramada y tan largo como para llegarle a las rodillas, flotaba amarrado en una alta cola por el viento que la golpeaba, su blanquecina piel se sonrojaba por los fuertes rayos del sol de aquel verano, sus abultadas mejillas lo eran aún más por la sonrisa acorazonada que mostraba en sus pálidos labios cerrados, su poca altura la hacía ver menor a su edad real, su ropa siendo una simple y sucia túnica dorada que algún día perteneció a su padre, y sus ojos cubiertos por dos gruesas telas de distinto color, naranja y blanco, no permitían que nadie logrará ver más arriba de la punta redondeada de su nariz.

Era ciega, eso es obvio, pero no nació así, sus demonios internos la volvieron así.

Caminaba lento con un fino palo de bambú guiando un poco sus pasos, no lo necesitaba pero prefería mantenerlo en uso, le servía para algo más ya lo había comprobado.

Algunos de sus vecinos la saludaban a su paso y ella correspondía con una sonrisa ligera, siguió su caminata sin aumentar el ritmo juguetón de sus pálidos pies desnudos, de vez en cuando daba un pequeño saltito tarareando una canción que se difundía por otro pueblito y ella había escuchado.

Se detuvo frente a lo que parecía ser una tienda de objetos extraños y entró sin esperar mucho. Dentro la energía espiritual brotaba por montones, era una tienda de venta a cultivadores y, como todos los días, ella se dirigió a la trastienda en busca del dueño.

"Oh, Aideen, llegas temprano hoy, aún no llega ni un solo cliente"

Un hombre canoso de avanzada edad se presentó en la puerta de la bodega, aquel sujeto se destacaba por un parche de cuero marrón en su ojo derecho y una vieja espada oxidada que simulaba ser un bastón, era un antiguo cultivador de una pequeña secta que existió en las afueras del gran pueblo de Fiare.

Con una sonrisa se le acercó para tomar una caja De cristales runicos de sus manos, el hombre no se sorprendió, desde un principio que la contrató la chica había mostrado que no necesitaba de la vista para manejarse en el mundo, con el simple hecho de tener energía espiritual podía moverse como cualquiera con la visión perfecta.

"Señor Aidan, sabe que su mujer le prohibió cargar cosas pesadas luego de que cayó del techo hace dos semanas"

Su tono fue suave pero mantenía una burla inconsciente que hizo reír al hombre que asintió teniendo conocimiento de las palabras que su esposa le dedicó a la pelirroja.

"En ese caso yo cargaré lo talismanes y las túnicas, luego barrere mientras traes el resto de cajas, no son muchas, el cargamento de esta semana es ligero"

La chica asintió con entusiasmo y comenzó sus viajes del almacén a la tienda, acomodaba todo en donde iba y lo que se quedaba sin espacio era dejado en la trastienda, cerca de la puerta pero sin dificultar el paso. Pasaron trabajando pocas horas de esa mañana cuando los primeros clientes entraron, cultivadores de la pequeña secta del pueblo, principalmente estaban ahí para pedirle un favor a la pelirroja, por suerte ella tuvo habilidades y buena labia para hacer que comparan algunas cosas.

Al mediodía el calor comenzó a tomar el lugar del frío mañanero, el sol estaba en su punto más alto y los dependientes se despedían de su último cliente antes de la hora del almuerzo, en eso dos presencias que conocían muy bien entraron con prisa.

"Bienvenidos"

hablaron jefe y empleada con un deje de burla por la condición sudorosa de los dos chicos frente a ellos. Uno mantenía una mirada seria, el otro, como todos los días, examinaba con cuidado que no estuviera nada fuera de lugar, ambos de apariencia pulcra con túnicas exteriores doradas y conjuntos interiores de tonos naranja oscuro, traían zapatos negros y un gesto irritado en sus rostros, ambos con una larga cabellera chocolate atada en una alta cola de caballo.

ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora