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Al día siguiente, la mañana fue muy movida en la secta. Los visitantes extranjeros llegaban en cantidades impresionantes llenando las calles en grupos de Tours y juegos.

Suniva se levantó con energía, ese día estaba dispuesta a disculparse con sus hermanos y a tener una seria charla con su madre, aprovechando que no podría usar el látigo durante el eclipse. Esperaba que fuera un ganar-ganar para todos.

Durante su mentalización para esa noche de celebración, perdió a su novio de vista y no volvió a verlo hasta pasado el medio día. Tampoco había visto a su precioso leoncito en todo el día, era algo bastante raro.

Llegada la tarde, el eclipse comenzaba y su pequeño amigo no había llegado aún, hace unas horas se habían reunido en el más alto punto de la montaña Diente de León para disfrutar del momento exacto cuando la hermosa luna cubría al brillante sol formando el gran espectáculo al que el gran clan Leo hacia culto.

Su novio le comentó cuando llegaron que iría por alguna botana de chocolates solares, cotufas de oro, garras de dulce y algo de saliva de bestia, nombres extraños y casi asquerosos, pero comida bastante deliciosa que solo podría saborear durante el festival, por lo que no vió lo malo en esperarlo.

Se mantuvo ahí hasta que pasó la primera hora de las tres que duraba el eclipse. Se estaba impacientando, tampoco tenía mucha paciencia, nada más que se distrajo con los animales que estaban cerca y se le olvidó a lo que iba a hacer ahí.

Bajó lento la colina, le dolían los tobillos por aguantar durante la discusión que tuvo con su madre el otro día, más que discusión todos dirían intento de asesinato, pero no era como si fuera algo raro ya.
Cómo fuera, eso le reducía la velocidad a la que iba.

Divisó la gran ciudad de Raion con las luces y la música animando el ambiente, sonrió alegremente al recordar que debía jugar a atrapa el ratón con Hairo en los puestos de la feria. Intentó ir más rápido dando ligeros saltitos, eso ayudó bastante y, sorprendentemente, evitó un poco el dolor de sus tobillos. Una vez entró a la ciudad paró en seco todo movimiento.

"¿Qué...?"

Sus palabras no lograron salir más allá de esa incompleta pregunta. La música animada se mantenía, las luces brillaban con intensidad, el eclipse era magnífico en el cielo y los pies descalzos de Suniva se llenaban de un espeso líquido que cubría el suelo.

Llevó su mirada aguada al piso. En cortantes movimientos bajó su cabeza, su respiración se cortó al momento en el que un grito casi escapa de su garganta.

No podía ser posible

No podía ser verdad

No podía estar pasando

Era mentira

Sus ojos la engañaban

Su olfato le mentía

Sus sentidos se equivocaban

Un corto sollozo se escapó de su boca permitiendo que tomara más aire reteniendolo de nueva cuenta. Mientras negaba emprendió su camino a paso lento pareciendo un cuerpo andante. No se detuvo ni subió la vista hasta llegar a las escaleras de entrada al templo del clan.

Respiró. Tomó y soltó aire. Una y otra vez lo hizo, así agarró el valor necesario para voltear rápidamente y destruirse más por dentro al ver el sangriento paisaje que se presentó ante sus ojos.

Bajo las brillantes luces, cuerpos se hallaban desmembrados. Los rostros sin ojos de los habitantes mayores, menores y ancianos eran lo que más resaltaba.

Las mandíbulas rotas, las joyas de cada Leonino incrustadas en sus costados, espadas tiradas por doquier, marcas de lucha decoraban paredes y puestos de la feria.

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⏰ Última actualización: Apr 12, 2023 ⏰

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