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El sol brillaba tan intenso, tan hermoso como cada día en esa, la secta del sol del clan Leo.

"¡No sé moverán de este lugar hasta que todos tengan la postura perfecta!"

Gritó una alta mujer castaña. Sus túnicas bañadas tanto del bello anaranjado de un atardecer como del oro que representaba la riqueza de su secta.
Sus ojos negruzcos escudriñaban a un pequeño grupo de niños, que se mantenían de pie bajo el fuerte sol.

Estaban sudados, habían estado desde la mañana con los gritos de la mayor tras ellos, a cada error de uno había un castigo para todo el grupo.
Practicaron primero toques con la espada, luego el comienzo del uso de la energía Krim básica, después habilidades físicas de contacto, dos de los chicos terminaron metiéndolos a todos en problemas por no mantener las posturas dictadas justo antes de las peleas, y ahora todos estaban parados en pleno sol manteniendo la postura indicada.

"Por ahora aceptaré este desastre"

Las palabras de la mayor relajaron los hombros de los niños, suspiraron con un claro alivio en sus expresiones.

"¡Pero!"

Se volvieron a tensar al escucharla gritar de nueva cuenta, aunque sus extremidades temblaban no se movían ni un céntimo a la espera de la liberación de aquel infierno.

"¡No volveré a ser tan amable con ustedes!¡Son el futuro de las sectas de cultivación y no parece que les importe en lo más mínimo!¡Ahora largo!¡Prepárense para las clases de la tarde!"

"¡SÍ, KEIZERIN!"

Gritaron con fuerza los chicos entrelazando los dedos de sus manos y despegando las palmas para proceder a inclinarse. después de su reverencia simultánea, dejaron caer sus agotados cuerpos en el suelo de ojo de tigre.

Sus respiraciones erráticas hicieron eco entre las columnas de citrino que se elevaban permitiendo la exposición de hermosas pinturas de las distintas capacidades de la secta Leo, es decir, había un poco de todo.

Después de unos minutos, de dieciocho chicos que estaban en el entrenamiento solo quedaron tres rebusnando en busca de aire. Dos de esos fueron los que recibieron cinco latigazos extra de parte de la mujer por no usar la postura indicada y la otra solo prefería mantenerse acostada con el calor solar en sus regordetas mejillas.

"Vamos, Sun, mejor comer ahora que después de las clases teóricas"

Llamó el joven de brillante cabello plateado, arreglando su túnica exterior grisácea a medida que se recuperaba de la sensación de dolor.

"Milos... Cárgame"

Pidió la chica, solo sentándose en el suelo, su cabello pelirrojo comienzo a ser arreglado superficialmente por el acanelado niño.

"A veces pareces una bebé, Sun"

La chica miró con sus semi cerrados y oscuros ojos a su segundo amigo. Le sacó la lengua con burla cuando el de la secta Cáncer la ayudó a levantarse.

"Quiero algo salado pero dulce pero picante pero ácido"

Murmuró dando un bostezo al final, siempre después de las prácticas físicas le daba un sueño extremo, costaba que se mantuviera despierta. Por suerte para Milos, ese trabajo le tocaba al mayor.

"Darío, vamos a la ciudad de Raion, yo invito el almuerzo"

Sonrió el peliplata dándole al más alto a la pelirroja que ya se volvía a quedar dormida.

"Entonces yo pago la bebida"

"¡Yo el postre!"

Exclamó la pelirroja despertando casi del todo al escuchar la palabra: pago.

ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora