Capítulo I El día de pinta

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Capítulo I

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Capítulo I

El día de pinta

Me sorprendió mucho la llamada a mi teléfono celular, por parte de Denisse, cuando estaba por ingresar a la prepa. Faltaba poco para que dieran las tres de la tarde y apenas llegaba a tiempo para que no me dejaran fuera.

—No entres, Tuga, vente para acá, nos vamos de pinta a la playa de Private. Va José Emilio con su flota. La vamos a pasar padrísimo, como te lo he platicado antes.

Cuando dijo esto me emocioné. Hasta que se me hacía realidad unirme con los chavos más populares del salón. El ayudar a Denisse con las tareas y con las materias que ella no entendía, durante los primeros meses del curso, al fin daba resultados. Denisse es la niña fresa con la que todo el mundo quiere estar y José Emilio es el sueño de las chicas del salón, y, aunque tengamos claro que son el uno para el otro, eso lo soslayábamos, pues hasta que no se dieran las cosas entre los dos las demás manteníamos latentes nuestras ilusiones. Como bien dicen por ahí: la esperanza muere al último.

—¿En serio van para allá? ¿Segura quieres que vaya con ustedes?... Es que la clase con Saturnino...

—¿No es lo que la otra vez me pediste? Ay, cuando vayan de nuevo, invítame, no seas mala, así me dijiste. Y, como has sido tan linda conmigo, por eso estoy avisándote. Ándale, apenas hemos llegado a Costco, alcánzanos por el Private.

No es que me hiciera del rogar, lo que pasa es que quería asegurarme de que no estuviera jugándome una broma. Sin embargo y pensándolo bien concluí que ella era incapaz de algo así. Entonces di la media vuelta y jalé para allá con mi delicada y bella figura —había bajado dos kilos más—, casi corriendo, para llegar a su encuentro. Lo bueno es que llevaba mi pequeña toalla para secarme el sudor que, aunque esa tarde el cielo se encontraba taponado por panzudas nubes grises, y no estaba haciendo mucho calor, la humedad en el puerto es tan densa e infame que casi puedes bañarte en ella.

Cuando las ubiqué a la distancia aminoré la velocidad. De inmediato sentí el agradable hormigueo por mi epidermis y el vacío en el estómago por los nervios.

Marite en el país de las mafiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora