Capítulo 1: Entre Cuatro Paredes

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Las sábanas caían tocando ligeramente el suelo de madera noruega, sobre el cual reposaba una copa de vino y un par de manchas con olor a château.
Las inmensas cortinas del cuarto no permitían que la luz brillase en aquel habitáculo; que mezclado con la neblina que formaba el humo de los cigarrillos, hacía imposible poder detallar más en la descripción del lugar.

Damiano sostiene firme en sus manos una libreta con más de la mitad de las hojas arrancadas. Mientras, sus ojos observan fijamente a un punto de la habitación, cómo si no existiese nada más alrededor. Lo único capaz de sacarlo del trance en el que se encontraba fue el chirrido de la puerta, que ahora se encontraba entreabierta y dejaba ver una silueta femenina.

[Damiano's POV]

—Hola Vic —dije desganado, ni siquiera me importaba que sonara borde—.

—Vaya —entró al cuarto e inspeccionó con la mirada cada detalle. —Sabía que eras desordenado pero nunca imaginé tu cuarto pudiera parecerse tanto a un vertedero —Soltó una ligera carcajada.

Sabía que se acercaba lentamente a mí, el crujido de la madera bajo sus pies la delataba de cualquier intento de sigilo. Entonces giré mi cabeza y la vi ahí, a mi derecha, sentada en el viejo parquet y con una mueca la cual pareciera un intento de sonreír.

—Damiano, no sé que te pasa pero me preocupa.
—¿A que te refieres? —Sabía perfectamente a lo que se refería, pero sinceramente no me apetecía dar explicaciones.

—Vamos... llevas días aquí metido, te recuerdo que tenemos una banda —cogió mi mano y la envolvió dulcemente en la suya.—Y tú una vida que disfrutar.

Me quedé en silencio mientras mi mente pronunciaba una y otra vez aquella última frase "Una vida que disfrutar". Conocía a Victoria desde hace años, cuando decidimos juntarnos con Ethan Y Thomas para formar Måneskin. Nuestra fama comenzó a subir como la espuma, y ahora somos reconocidos internacionalmente como la banda de rock alternativo más influyente de esta última década.

Miré por un segundo a Vic, la cual posaba su mirada en mí esperando una respuesta supongo.

— No consigo componer nada que valga la pena, nada a la altura del puesto que nos hemos ganado.

— ¿Tiene algo que ver con Giorgia?

Giorgia Soleri. La mujer con la que llevo cuatro años en una relación aparentemente idílica. Somos tema de conversación en todos los medios; la pareja más criticada pero también idolatrada. Un bello nombre para un alma que carece de sensibilidad, de carisma y viveza. Mis sentimientos hacia ella murieron poco después de empezar a salir, sin embargo, la prensa considera a una modelo y una estrella del rock son el producto comercial perfecto.

—No es eso —Solté sin darle apenas importancia, necesitaba evadir este tema de cualquier manera.— Creo que no encuentro nada que me inspire Victoria, no me impulsa absolutamente nada en la vida.

—Si ese es el problema, deberías salir a buscar esa inspiración de la que hablas. —Volvió a echar un vistazo rápido a la habitation. —Porque desde luego no lo harás aquí metido entre cuatro paredes.

—Vendrá sola, salir a buscarla así sin más.

— Sí, sí, lo que tú digas —Se levantó ágilmente y dirigió sus pasos directa hacia la puerta, no volvió a decir una sola palabra.

-Como si fuera tan fácil... — Me dije en voz alta a mí mismo.

Si algo tengo claro es que las cosas tienen que empezar a cambiar, y lo harán hoy mismo, empezando por Giorgia.

SPEZZACUORI • Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora