Capítulo 8: Un placer conocerte, Enzo

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Las sirenas de los coches de policía junto a las luces azules y el bullicio de la gente, convirtieron el Alighieri, en una escena propia de cualquier película criminal.
Los alumnos más chismosos intentaban asomar la cabeza a través del cordón policial; donde se encontraban la señora Morelli y sus tres hijos totalmente desconsolados.

—Marlena –Una mano se posó en mi hombro derecho–.

—Bianca, ¿Qué  ha pasado?

—No lo sé. —Dejé de mirar a mi amiga y observé de nuevo el panorama de la universidad, ella también lo hizo, aunque no dejó de hablar en ningún momento. —Algunos dicen que fue un suicidio, aunque yo no lo creo, ¿Quién en su sano juicio elegiría un lugar como el Alighieri para hacer algo así?

— ¿Entonces crees que alguien lo mató?

—Posiblemente, pero no te puedo asegurar nada. —Hubo una pausa en la conversación, y el ambiente a nuestro alrededor comenzó a sonar mil veces más fuerte. —Escucha, hasta que no terminen la investigación no creo que volvamos a clase ¿Qué te parece si vamos tú y yo a tomar algo y nos despejamos un poco, ¿sí?

Para ser sincera no tenía muchas ganas de ir, en mi cabeza rondaba la idea de si realmente alguien podría haber matado al profesor, o quizás la información que ha viajado de boca en boca se les ha ido completamente de las manos.

—Bianca ¿A dónde vamos? —Pregunté desganada, a lo que acto seguido entrelazó su mano con la mía.

—Vamos a una cafetería que han abierto hace poco, hay un chico encantador que trabaja allí y prepara unos desayunos increíbles.

—¿Ah sí? — Sonreí mirando a la muchacha que sostenía mi mano dulcemente y volví a apartar la mirada.

—No me gusta si es lo que estás insinuando tonta, además, sólo voy de vez en cuando.

Bianca me hizo parar en seco en frente de una cafetería pequeñita pero preciosa, a decir verdad. La fachada estaba decorada con flores de todo tipo, y algunas enredaderas que subían hasta el tejado. Las sillas parecían frágiles pero elegantes, y rodeaban las mesitas de cristal.

—Aquí es. —Bianca tomó la iniciativa de sentarse primero, yo me limité a sentarme a su lado en la mesa que había escogido.

—Es un sitio muy bonito.

—Te lo dije. —Me sonrió de oreja a oreja. —Oye, ¿Y Damiano dónde está? Pensaba que te acompañaría hasta la universidad.

—Se ha quedado en casa, le pedí que no viniera ya que... —Fui interrumpida por un chico de ojos verdes y pelo castaño, un poco más alto que yo. Llevaba un delantal impecable y una pequeña bandeja en la mano.

—Buenos días señoritas.

—¿Me echabas de menos?— Preguntó Bianca con un tono más bien humorístico.

—La verdad es que sí... Y por lo que veo, esta vez vienes acompañada.

—Oh, sí claro, esta es Marlena; mi mejor amiga.

—Encantado Marlena, soy Enzo. — Tomó mi mano con delicadeza y posó sus labios sobre esta.

Me quedé mirándolo un par de segundos; o eso creo yo, ya que en mi mente se sintieron como horas. Me fascina la manera en la que no dejó ni un segundo de mostrar una sonrisa perfecta, dejando ver por algunos instantes sus dientes brillantes como perlas. Aunque el mechón de pelo ondulado que caía desenfadado sobre su frente, cual príncipe de película, también tenía cierto protagonismo en mi mente.

—Es un placer conocerte, Enzo.

—Bianca me ha hablado muy bien de ti, por no decir que eres hermosa en persona.

Sentía fuego en las mejillas y un cosquilleo que recorría todo mi cuerpo. «Por dios Marlena, sólo te ha hecho un cumplido por educación» Pero aquella frase me tuvo como una tonta durante toda la mañana.

Estábamos a punto de irnos, pero algo dentro de la cafetería llamó mi atención especialmente.

—Bianca, vete llamando a un taxi, yo salgo enseguida.

—De acuerdo, no tardes.

Recorrí todas las mesitas de jardín que ocupaban la terraza hasta llegar al umbral de la puerta donde se encontraba la barra, totalmente desierta, y la televisión era la única voz presente.

« Esta madrugada se ha cometido un crimen en la universidad Alighieri, un profesor ha muerto a manos de su agresor, el cual lo apuñaló hasta 7 veces en el tórax. La policía ha abierto una investigación aunque todavía no hay ningún sospechoso... »

—Esto no está pasando...

Me coloqué el bolso en el hombro y me giré decidida a salir de nuevo por la puerta.

—¿Ya te vas? — Enzo salió de una cortina justo al lado de la barra, que probablemente sería la cocina.

—Sí... eh... la verdad es que tengo prisa, y Bianca está esperando fuera.

—Por supuesto... Pero antes, ¿Podría pedirte que vengas mañana? No quiero molestarte ni mucho menos pero me pareces una chica estupenda y me encantaría conocerte.

—Mañana... Claro... Hecho. – Enzo me miró confundido.– Bueno, Adiós.

De camino a casa le conté a Bianca todo que había escuchado en la televisión. Se hace imposible imaginar que alguien pudiera haber hecho algo así. Quizá pudiera haber sido alguna otra de la chicas que acosaba, o quizá tuviera otros enemigos... Supongo que la policía se encargará de descifrar esto en el mínimo tiempo posible.

Me despedí de mi amiga con un beso en la mejilla y me bajé del coche en frente de la casa de Damiano. Toqué el timbre repetidas veces hasta que me abrió la puerta.

—Marlena.— Me tomó en sus brazos y me dio un tierno beso en la cabeza.— Te he echado de menos pequeña...

—Yo a ti también.

—¿Se sabe algo de ese cabrón?

—Damiano... lo han matado. Y no creo que esa palabra sea la adecuada para referirte a un muerto.

—No deja de ser un puto depravado que quería acostarse con mi chica. Así que lo llamaré como me de la puta gana.— ¿Ha dicho "mi chica"?

—Damiano, cálmate.

Me acerqué para darle un beso en los labios, pero él fue subiendo la intensidad poco a poco. Me cargó en sus brazos mientras yo rodeaba su cintura con mis piernas. Los besos dejaron de ser dulces y se tornaron pasionales, un tanto agresivos, pero me gustaba. Me llevó hasta su cuarto, el cual abrió de un portazo y me dejo caer sobre la cama.

Sin casi ni darme cuenta, me quitó hábilmente la blusa que llevaba puesta y comenzó a dejar un camino de besos desde el cuello hasta la parte baja de mi estómago. Dejé colgando mi brazo izquierdo desde la cama hasta el suelo. Noté algo húmedo en el suelo, pero no le di importancia. Ya me había acostumbrado a que Damiano fuera un desastre en cuanto a la limpieza. Coloqué mi mano alrededor de su cuello para seguir besándolo. Pero algo hizo que pegara un grito y me apartara al instante. Tenía en el cuello sangre que le había dejado de mi mano.

Eché una mirada rápida al lado izquierdo de la cama, y debajo de esta, había una camiseta de tirantes blanca, completamente ensangrentada. Me levanté en un segundo de la cama y me eché las manos a la cabeza.

—Damiano, dime por favor que no has tenido nada que ver...

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⏰ Última actualización: Sep 08, 2021 ⏰

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SPEZZACUORI • Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora