Alarma 02, activada.
Por una de las ventanas del piso 77 de aquel enorme rascacielos que era HFK se veía una luna llena, brillante y esplendida a mitad del cielo y horizonte, iluminando los edificios de la ciudad y las calles aún con transeúntes a estas horas de la noche.
Ellie comenzaba a darse cuenta de la factura que planeaba cobrarle el sueño.
Miró hacia delante.
El pasillo estaba vacío; el guía que había tenido hace unas horas le había dejado atrás. Antes de entrar, le habían dado la orden de ir a la oficina del CEO.HFK, dueño de las instalaciones, a echarle un vistazo a las cámaras de seguridad, porque no creían posible que la misma fuga pudiera haber sido producida de la misma manera solo siete años después.
Fue allí 33 pisos atrás. Las pantallas solo sugerían una sobrecarga en metales de conducción de gases, por lo que, con tanta presión, explotaron uno por uno, creando una cadena de desastre hasta que la fuga alcanzó el laboratorio subterráneo y, combinado con los químicos industriales y experimentales, crearon una reacción toxica y dañina y acabaron con la vida de 20 científicos en un instante, desintegrándolos en el aire.
Tan solo imaginar que alguno de ellos haya pertenecido a una feliz familia bien posicionada en una zona conveniente le hirvió la sangre.
Y tan solo recordar que ella había pertenecido a una de esas familias hace tiempo le devastó.
Quedó completamente destruida al perder esa perfección que el matrimonio y la reputación Courch, en su tiempo, había luchado por conseguir.
Desde entonces tenía en claro una cosa:
Debía hacer que los laboratorios químicos HFK cerrarán sus puertas.
Para siempre.
Su móvil le vibró en el bolsillo. Detuvo su paso, bajó la mirada y lo sacó.
Llamada: J.O.Johanson.
Suspiró antes de contestar.
—Agente 43: Ellie Thatcher. A sus órdenes —respondió.
Era un saludo con el que siempre debía presentarse al recibir una llamada de las oficinas en Washington. J.O.Johanson era su superior.
—Viuda Thatcher —le saludó Johanson en un tono condescendiente—. ¿Cómo va todo por allá? Deme su ubicación, por favor.
—Laboratorios químicos HFK. Central entre la 203 y la 76 poniente. Piso 77.
—¿77, ah? –—repitió—. ¿Ya ha revisado las grabaciones?
—Las he revisado, señor —respondió—. Fue lo mismo que provocó la última fuga. Demasiada presión en los tubos de conducción. Mezcla deliberada de químicos. Una explosión que se llevó a 20 químicos por delante... —Ellie inspiró hondo—. Señor, si me permite decirlo...
—No es necesario.
—Ni siquiera sabe que voy a decir.
—Puedo deducirlo, Thatcher. Estoy al corriente de esos detalles —le cortó—. En cuanto llegue al laboratorio subterráneo ocúpese de contactarme.
Aquello dejo a Ellie un momento sin palabras.
—¿Usted ya sabía cómo se había ocasionado la explosión? —inquirió, disimulando su desconcierto.
—Efectivamente.
—¿Entonces que hago aquí? —averiguó—. Mi misión era "revelar las causas del descuido de la empresa HFK". La presión en los tubos de conducción provocó un estallido en las válvulas. Mi misión ya está hecha.
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Pasada La Media Noche ©
Mistero / ThrillerCuatro chicos en una mansión. Un apagón. Red caída. Rastros de sangre por todas partes. Sombras en la casa. Extraños ruidos. ¿Sabías que el miedo puede cobrar vida y convertirse en tu peor pesadilla? ¿Sabías que es capaz de matarte? ¿Sabías que est...