Capítulo 1

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Leila

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Leila.

—Dos meses desde que te fuiste, dos meses desde que no te veo. Posiblemente cambiaste, o tal vez no. —miro a la luna.

Suspiro.

—Tal vez es tonto seguir creyendo que de alguna forma esos cuentos que nos contaban de niños son reales, que de alguna forma tú puedes sentirme. Tal vez el tener esperanza de que pronto despiertes es lo que me trae aquí en las noches.

Limpio un par de lágrimas con la manga de mi suéter.

—Te extraño.

Me levanto y camino colina abajo. Mientras voy por las calles observo mis alrededores, todo con tanta luz y colores llamativos, como si con tanto color pudieras esconder el lado oscuro que las calles tienen para ti.

Entro a una heladería, dos chicos y una chica ordenan frente a mí.

—Pero eso tiene muchas calorías. —la chica hace un puchero mirando a uno de los chicos.

—Dale una lechuga y salgamos de aquí, hay personas que si saben lo que quieren. —contesta uno de cabello oscuro.

—De hecho, tenemos uno de edición limitada de lechuga. —contesta una mujer detrás del mostrador.

—¿En serio? —dice ingenuo— Era sarcasmo, pero vaya. —vuelve a hablar el chico de cabello oscuro.

—Uno de fresa con chocolate y otro de lechuga por favor. —habla el otro chico.

Después de un par de minutos paso yo.

—Uno de chocolate, con chocolate líquido y chispas de chocolate, por favor. —digo mientras me recargo en el mostrador

—Vaya, eso es demasiado chocolate. —dice la chica mirándome con una mueca.

Uno de los chicos le da un pequeño golpe en el hombro.

—Lo siento, tanta lechuga al parecer ya le está afectando. —dice el chico de cabello oscuro.

—Descuida, no todos nacimos con esa habilidad innata para comer cosas verdes. —tomo mi helado y camino a la salida después de pagar.

Fuera sigo caminando hasta mi casa, disfruto del helado mientras la luna ilumina el cielo con un bello esplendor, las calles están un poco vacías; una pequeña brisa de aire me hace estremecerme en cuanto recorre mi cuerpo de manera fría.

Al llegar abro la puerta encontrando la sala vacía. Doy unos cuantos pasos hasta que alguien grita.

—¡¿Ya llegaste?!

—¡No! Soy solo un fantasma que viene por ti. —contesto.

Una bella señora sale con un mandil de flores atado en su cintura. Tiene un cucharón de metal en su mano derecha.

Al otro lado de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora