Primer día encerrada.

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Me despierto con el sonido de una patada contra el vidrio de mi celda.

Levanto la cabeza, confundida y adormilada, para ver qué sucede.

_ El desayuno._ Me dice un militar, deslizándome una bandeja con comida, por una abertura en la parte inferior de la puerta de la celda.

Me esperezo, cuando el militar se retira.

Siento todo mi cuerpo duro, y me duele el cuello.

Me incorporo con dificultad y bostezo, contemplando mí alrededor.

No hay una luz que ilumine el gran lugar en general. Pero se ve todo claramente, debido a las luces de las celdas. Por lo que veo, salen del techo.

¿Qué hora es? ¿Las seis de la mañana?

Vuelvo a bostezar, y me siento en la cama de la celda, con la espalda apoyada contra la pared.

Puedo notar, que ningún alienígena se esfuerza por escapar. Así que deben de llevar buen rato aquí.

También noto, que la mayoría está... supongo que durmiendo, con los ojos cerrados. Hay algunos que parecen dormidos, pero están de pie y con los ojos abiertos y expectantes.

_ ¿Por qué a ti te dan desayuno?_ Escucho una voz zumbante.

Mosca.

_ Creo que porque soy de su misma especie._ Respondo.

_ Y si te dan el privilegio de alimentarte, ¿por qué no comes?_ Pregunta, acercándose cada vez más al vidrio de su celda.

_ No quiero._ Digo._ No tengo hambre. No en una situación así.

Veo que abre sus ojos tornasolados, haciéndolos todavía más inmensos.

_ Y... ¿me lo querrías dar?

Me encojo de hombros, y me levanto de la cama.

Doy menos de tres pasos, y llego hasta la bandeja cargada de comida... ¡puaj! ¿Esas son habichuelas? ¿Quién en este bendito mundo desayuna habichuelas?

De alguna manera, logro deslizar la bandeja de metal, hasta la abertura de su celda... perdiendo un par de habichuelas y dejando rastros de puré de calabaza (supongo que es calabaza) en el suelo.

_ Gracias._ Dice Mosca, tomando rápidamente la bandeja y devorando el contenido.

_ Uff, si que tenías hambre, ¿eh?_ Me siento en la cama, otra vez, pero con las piernas cruzadas estilo indio.

Mosca traga una buena porción de puré, se limpia con el dorso de su mano, supongo, y me mira fijamente.

_ No como hace tres semanas.

Trago en seco.

_ ¿Tres semanas?

Mosca asiente con la cabeza lentamente.

_ Mi cuerpo resiste un mes sin alimentos. Pero eso no implica que no sienta hambre, ¿sabes? Tus hermanos humanos me dan comida cada trenita días terrestres, aproximadamente.

Doy un respingo al escuchar la palabra hermanos.

Con todo el tema de mi inesperado encierro en una gran cárcel de alienígenas, no he podido pensar en Steven y Briana.

¿Cómo estarán? ¿Dónde estarán? ¿Estarán buscándome? ¿Planeando algún tipo de estrategia para venir a rescatarme? ¿Están perdidos, solos y llorando? ¿Mis padres los habrán encontrado? ¿Estará Nitreon con ellos?

Suspiro tristemente.

_ ¿Me estás escuchando?_ Pregunta Mosca, con su voz zumbante.

Sacudo la cabeza, y asiento, fingiendo que lo estuve escuchando.

TRAICIONEROS (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora